Ayer, 28 de julio, el calendario médico de la Organización Mundial de la Salud marcó el Día Mundial contra la Hepatitis. Instituido por la asamblea global de salud hace ya doce años, este organismo delineó una política pública general que apunta a acabar con estas patologías, o al menos reducirlas a su mínima expresión, en el año 2030.
No es un objetivo menor dado que, según la OMS, las hepatitis B y C causan 1,1 millones de muertes cada año y se registran 3 millones de nuevas infecciones en ese mismo lapso.
Los hepatólogos argentinos estiman que hay alrededor de 300 mil personas en nuestro país que son portadoras de la forma C de este virus. Y de dicho grupo, el 50% simplemente no conoce su condición: “Son unos 150 mil argentinos que no saben que tienen esta enfermedad”, le dijo a PERFIL Sebastián Ferretti, hepatólogo y presidente de la Sociedad Argentina de Hepatología (Sahe).
Como justamente buena parte de los portadores del virus no son conscientes de su patología, su primera alerta sintomática suele llegar tarde, cuando ya está en avanzado desarrollo alguna patología hepática grave o un cáncer de hígado.
La OMS pone al mundo en alerta
por la hepatitis aguda en niños
De ahí se desprende otro dato epidemiológico importante: apenas el 10% de las personas con infección crónica por el virus B de la hepatitis es diagnosticado a tiempo y solo el 22% recibe un tratamiento adecuado.
De todos modos, como suele ocurrir en el mundillo de la salud pública argentina, los números epidemiológicos de muchas enfermedades suelen ser aproximados y, a veces, directamente extrapolados desde otros países que recopilan mejores estadísticas.
“Hay pocos datos y estudios hechos sobre este tema localmente. Pero podemos estimar que la hepatitis C tiene hoy una prevalencia del 0,3% de toda la población, algo relativamente bajo comparado con otras naciones”, estimó para PERFIL Manuel Barbero, especialista en hepatología y trasplante del Hospital El Cruce y miembro de la comisión directiva de la Sahe. “Pero –agregó– también es hoy una de las causas principales de trasplante hepático en Argentina. De hecho, sabemos que tres de cada diez personas con este virus pueden terminar teniendo una cirrosis. Por eso es que tenemos que salir a buscar a los portadores, para tratarles su infección en forma preventiva y poder controlar la enfermedad a tiempo, especialmente entre ciertos grupos de mayor riesgo que hoy suele ser la gente adulta o quienes comparten jeringas”.
En cuanto a las otros dos tipos, la B tiene una incidencia menor (unos 500 casos anuales) y la A, si bien solía ser la más prevalente, es una forma de la patología que se considera bajo control, dado que –desde el año 2005– hay disponible una vacuna efectiva que está contemplada en el calendario obligatorio. De hecho, se considera que la mayor parte de la población de la Argentina posee anticuerpos efectivos contra esta infección en particular. Hoy esta variante de hepatitis se considera desaparecida casi por completo, y se registra apenas una decena de casos anuales.
Inflamación del hígado
Según explican los médicos, “hepatitis” hace referencia –en general– a la inflamación del hígado, que puede tener un origen infeccioso o no. Las infecciosas son causadas por un puñado de virus emparentados, pero hay tres tipos principales: A, B y C. Para los dos primeros la ciencia ya desarrolló vacunas eficaces. Y para el C, aunque no hay por ahora prevención vacunal, sí existe un tratamiento antiviral efectivo que logra la curación de casi todos los pacientes.
“Esta última es, justamente, la más grave ya que sus primeros síntomas se manifiestan 15 o 20 años más tarde de la infección, cuando ya está en marcha –por ejemplo– un proceso avanzado de cirrosis o un cáncer de hígado que suele determinar un trasplante, con todo lo que eso implica”, comentó Barbero.
Es para prevenir estas situaciones que los expertos convocan a realizarse controles. “Es que desde hace ya un lustro disponemos de un tratamiento efectivo contra la hepatitis C. Y aplicado a tiempo puede evitar complicaciones en prácticamente el cien por ciento de los pacientes. El tema urgente es lograr detectar a los portadores a tiempo para darles la medicación y evitar tener un porcentaje de la población padeciendo esta infección en forma crónica, sin saberlo y pudiendo curarse”, concluyó Ferretti.
Tal vez lo particular e irónico de toda esta situación es que estos estudios preventivos que buscan detectar la presencia de la enfermedad no están generalizados en nuestro ámbito. No es usual que los clínicos indiquen este estudio –que es simple y consiste apenas en un análisis de sangre típico de laboratorio– durante los chequeos periódicos o los controles laborales que mucha gente se realiza en forma repetida.
También suele ocurrir, según Ferretti, que todavía hay muchas personas con cierto temor a realizarse estudios específicos sobre la presencia de este virus porque le tienen miedo a un resultado positivo. “Estamos en 2023 y –en esta materia– tenemos avances como para poder perder el miedo a un resultado de serología positiva de patógeno. Hoy, el portador del virus de hepatitis, tomado a tiempo, puede controlar se o curarse”.
¿Quiénes somos pacientes de riesgo?
Hoy, por diversas razones, la mayoría de las personas cree que no estuvo expuesta al virus o que está protegida por la vacuna. Pero la ""C" no es de las hepatitis que pueden prevenirse de esa forma. Y su principal causa de transmisión es por contacto con sangre infectada. Durante años el virus circuló entre la gente, en un contexto en el que no existía la conciencia actual sobre la esterilización de instrumental y elementos que entraban en contacto con sangre.
Así, miles de personas contrajeron hepatitis C –sin saberlo–, ya sea por algún tratamiento odontológico, cirugías, tatuajes, piercings y otros tratamientos de belleza. Otras circunstacias posibles de contagio fueron recibir transfusiones, compartir jeringas, cepillos de dientes, afeitadoras y otros elementos cortopunzantes. Barbero explicó que “por eso fundamentalmente los mayores de 35 o 40 años, con mayor o menor conocimiento, pudimos haber estado expuestos al virus y eso ya amerita la realización del test”. Y Ferretti concluyó: “Vale la pena salir a buscar a estos pacientes sin diagnóstico porque hoy contamos con medicaciones que curan prácticamente a todos, en pocas semanas. Y son drogas que casi no tienen efectos adversos. Además, su costo está cubierto por el sistema de salud”, recalcó Ferretti.
Radiografía de esta patología
◆ Según datos de la OPS, en el continente americano cada año se registran 100 mil muertes relacionadas con la hepatitis.
◆ Además, anualmente hay 80 mil nuevas infecciones de este tipo de virus.
◆ La hepatitis C puede curarse con un medicamento que se debe tomar durante 12 semanas.
◆ En América hay 5,4 millones de personas con hepatitis “B” y 4,8 millones con hepatitis “C”. Pero menos del 20% de ellos sabe que las padece.