UNIVERSIDADES
hecho historico

Centenario de la Reforma Universitaria de 1918

Un análisis histórico sobre cuáles fueron los puntos a los que se enfrentaron aquellos jóvenes cordobeses, imitados luego por otros estudiantes latinoamericanos. La situación actual de los reclamos de entonces.

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Hoy. Esos ideales que marcaron un cambio en la vida y funcionamiento de las instituciones superiores aún siguen vigentes y honrados. | agencia N.A.

 Conmemorar un centenario de un acontecimiento es una buena oportunidad para apelar a la fantasía de traer al presente los protagonistas del pasado. Con esa licencia vamos a plantear: ¿qué pensarían los reformistas de 1918 hoy sobre la universidad contemporánea?, ¿qué nos dirían? Muy breve, describimos quiénes eran esos jóvenes, qué pasaba en la Argentina y el mundo de entonces. Luego repasaremos algunas tensiones clave que se vivieron y miraremos desde allí, nuestro presente.  

Contexto histórico. Desde el punto de vista político el mundo acaba de salir de la Primera Guerra Mundial (la que se da en un marco de crisis de la modernidad en expansión) y había dos modelos de referencia para todos: el comunismo en Rusia y la socialdemocracia del presidente Wilson en Estados Unidos.  

En el marco social, y en la Argentina, la fuerte corriente migratoria había formado una estructura en donde en Córdoba había más de ellos que nativos. Esta corriente social trae no solo una nueva clase sino dos corrientes políticas que van a confrontar con dos versiones tradicionales. Se trata de los radicales y socialistas, que van a disputarle a los conservadores católicos y liberales, la conducción del Estado.  

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Los reformistas eran jóvenes que expresaban esa corriente migratoria, que políticamente se dividían entre los socialistas y radicales y que asistían a un tipo de universidad en donde el catolicismo la conducía desde su creación en el año 1613.  

En este marco esos jóvenes estudiantes vivieron varias tensiones:

1). Ciencia versus religión. Esta oposición no siempre se expresó en estos términos, sino que podemos pensarla como la vieja y vigente problemática entre la fe y la razón. Cuando se crea la primera  universidad, impulsada por estudiantes, en Bolonia en 1088, jóvenes católicos reclamaban la libertad de la razón para entender lo mundano. La libertad es condición necesaria para la razón y por ello la institución se estructura en base a la autonomía, desde su creación y no solo en la relación Iglesia-universidad, sino también en el aula.

Los jóvenes cordobeses sabían de las universidades europeas, también que en la universidad de La Plata (1905), la ciencia no era excluida. Contexto que sirvió de referencia a aquellos estudiantes.

¿Qué dirían, hoy de esta tensión aquellos reformistas?  Quizás que la tarea se ha honrado porque efectivamente en las universidades se enseña y se crea ciencia, incluso en las universidades católicas.

2). Reforma o revolución. La trasformación encontró una férrea resistencia en las autoridades universitarias, fueron ocho meses de confrontaciones, en la que participarán estudiantes, autoridades, la Iglesia, el presidente Hipólito Yrigoyen y los sindicatos obreros.

Los reclamos estudiantiles comenzaron con una problemática puntual como fue revertir el cierre de la residencia en el Hospital de Clínicas, la negativa fue promoviendo una ampliación de reclamos, como los académicos, y se sumaban otros estudiantes y medidas como la toma de edificios.  

La intransigencia de las autoridades, promueve la ampliación del proyecto que pasa al orden social y acá se agregan los sindicatos. Es decir de la reforma académica se pasó al plano de la revolución social. Irigoyen debe intervenir dos veces la universidad para garantizar la reforma y poder frenar así la revolución.  

Los estudiantes no tenían una única posición, en sintonía con el contexto los había más socialdemócratas y otros socialistas, unos más internalistas que acotaban sus reclamos en la universidad y otros externalistas que creían que la trasformación debía ser general.

¿Qué dirían hoy aquellos estudiantes? Quizás señalarían  que esta división continúa y se ha complejizado; ya que la relación universidad con el orden social se encuentra mercantilizada y partidizada, por lo que no hay dos visiones, no se discute si la democratización de la universidad depende de la democratización de la comunidad, hoy se discute ¿cuántos cargos me das si te apoyamos?

3). Autonomía versus heteronomía. Como mencionamos la autonomía nace con las universidades, ya que el conocimiento (sustancia con la que se trabaja en las universidades (Burton Clark 1993) requiere del valor de la libertad como fundamento para su creación y enseñanza como así para organizar la gestión política y administrativa. En 1918 en Córdoba la religión se expresaba en las aulas, las cátedras aún se vivían como catedrales. Por otra parte si bien aquellos estudiantes no veían al Estado como un agente heterónomo, plantearon la necesidad del cogobierno (en donde los estudiantes formarían parte)  para garantizar la autonomía universitaria.

¿Qué dirían hoy esos jóvenes? No podrían dejar de mencionar el avasallamiento de las dictaduras militares sobre la universidad, tampoco pasarían por alto la década del 90 en donde los organismos internacionales de crédito impusieron sus lineamientos para las universidades en América Latina.

4). La última tensión que trataremos aquí, es sin duda la más desconocida, extrañamente ha pasado desapercibida y fue la de la universidad pública versus la universidad burocrática.  Al leer el manifiesto se toma nota de las referencias de cómo la universidad y sus docentes han burocratizado la enseñanza y con ello lograban garantizar sus cargos vitalicios, sus arreglos, etc. La burocratización era, quizás aún más que la religión, el fundamento de una ideología conservadora. El ingreso por concurso, la periodicidad en los cargos y la existencia de cátedras paralelas, fueron los instrumentos que los jóvenes pensaron para contrarrestarla.

Hoy los cargos docentes  han vuelto a ser casi vitalicios, transformar un plan de estudio es más difícil que crear una universidad, los gremios con el convenio colectivo de trabajo, privilegian el tiempo y la pertenencia a una institución más que el esfuerzo y el mérito.  

Robert Michels, sociólogo alemán, planteó la ley de hierro de las oligarquías, para hacer referencia a los partidos políticos y otras organizaciones, que pierden su carácter democrático por un proceso de burocratización. A pesar de que la teoría sociológica nos podría servir de consuelo en tanto que parece un proceso inevitable, no obstante los reformistas hoy quizás nos dirían a modo de balance: “No sentimos angustia, ni arrepentimiento por lo hecho, sentimos malestar porque vemos que se ha vuelto a burocratizar la universidad.”

*Profesor de Sociología de la Universidad Nacional de San Luis.