COLUMNISTAS
AUTONOMIA DE LEZAMA

Los libres del sur

<p>Un día de junio de 2007, a Flavia, mi mujer, se le ocurrió sacar fotos de Lezama durante uno de nuestros habituales viajes por la Ruta 2. Más tarde publicó las fotos en el blog que compartimos, acompañadas por un texto que aludía a esa tarde de domingo, de invierno, en un pueblo que parecía desierto a los ojos del forastero.</p>

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Un día de junio de 2007, a Flavia, mi mujer, se le ocurrió sacar fotos de Lezama durante uno de nuestros habituales viajes por la Ruta 2. Más tarde publicó las fotos en el blog que compartimos, acompañadas por un texto que aludía a esa tarde de domingo, de invierno, en un pueblo que parecía desierto a los ojos del forastero. No dejó de dar testimonio, sin embargo, de que a lo largo de la ruta se veían carteles y pintadas que reclamaban la autonomía de Lezama. Desde entonces el tema se hizo cada vez más frecuente en los medios, acompañado de algunas demostraciones más activas que aquella siesta dominguera. El año pasado, durante el conflicto del campo, los militantes independentistas cortaron en un par de ocasiones la ruta para protestar contra Chascomús, la ciudad que según los lezamistas tiene sojuzgado al pueblo, al querer mantenerlo bajo la órbita del municipio respectivo sin dejar que tenga el suyo.
El fin de semana pasado, el conflicto de Lezama escaló hasta requerir la intervención de quinientos policías para impedir un nuevo corte en la ruta. La batalla de Lezama se asociaba de algún modo a la huelga de Kraft, que provocó un cambio drástico en la conducta del Gobierno frente a las manifestaciones. Pero mientras que, en un caso, el clásico conflicto entre la patronal y los trabajadores es parte de la famosa lucha de clases, en el de Lezama resulta bastante más difícil entender lo que ocurre. Los diarios nos cuentan que el caudillo del movimiento es un cura de apellido Di Sanzo. El párroco llegó hace apenas quince años, pero respalda las demandas de sus feligreses, que se remontan a 1894, año en que el municipio entonces llamado Viedma fue anexado al Partido de Chascomús. Desde entonces, nos aseguran, cada niño que nace en Lezama viene al mundo con el mandato de liberar su patria chica.


Cuando atravesamos una vez más Lezama, el lunes pasado, se podía advertir que la cosa está que arde. En el puente peatonal sobre la ruta se denuncia un pacto secreto entre el gobernador justicialista Daniel Scioli y el dirigente radical Ricardo Alfonsín para perjudicar los intereses de los vecinos. En Chascomús, a su vez, dicen que la autonomía de Lezama se conseguiría mediante otro pacto secreto, por el cual el flamante partido autorizaría a la provincia a instalar allí un gigantesco vertedero de basura. Estas intenciones conspirativas me hicieron acordar que cuando publicamos aquella nota en el blog hubo reacciones inesperadas, incluyendo un buen número de insultos de gente que nos acusaba de ser agentes del enemigo. Es que Flavia había tenido la mala idea no sólo de decir que el pueblo parecía medio muerto ese día sino de calificar a Chascomús, donde habíamos estado comiendo pejerrey a orillas de la Laguna, como “el pueblo más lindo de la ruta 2”. Uno de los comentarios más pintorescos decía: “Te recuerdo que Chascomús carga con tres muertes de jóvenes inocentes sin resolver. Es por este acto de desprecio con que tratás a mi pueblo (sin conocerlo), la intencionalidad en las fotos y su publicación en este diario (sic) que creo que lo tuyo no fue una simple visita, sino algo preparado desde nuestros vecinos chascomunenses (sic) que están muy nerviosos por nuestro reclamo de justicia histórica.”


Tanta sospecha y beligerancia me hizo pensar en la Ley de Servicios Audiovisuales. Ya que todos deben tener voz en la Argentina desmonopolizada, ¿no correspondería que los autonomistas de Lezama, sojuzgados a lo largo de un siglo, tengan un canal de televisión libre de impuestos? En él podrían no sólo defender día y noche su causa sino denunciar también a los bloggers hostiles. Lo mismo ocurre con las otras sesenta localidades bonaerenses que sueñan con un municipio propio. Dado que las teorías de moda en la Casa Rosada, que tan bien expuso recientemente el senador Pichetto, niegan el consenso y declaran la confrontación como única verdad de la política, con ayuda de una propaganda agresiva como la oficial y en un país donde los espías gozan de pleno empleo, tal vez en poco tiempo veamos unas cuantas miniguerras civiles en la pampa.

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*Periodista y escritor.