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"Los Simuladores", capítulo electoral

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Alberto Fernández y Mauricio Macri | CEDOC

Inspirados acaso en Los Simuladores, la extraordinaria serie televisiva de Damián Szifron de hace unos años, a esta hora de la campaña los principales candidatos del macrismo y del kirchnerismo hacen denodados esfuerzos en simular pasados y presentes.

Seamos comprensivos: el manual de cualquier campaña recomienda realzar las fortalezas y disimular las debilidades. Ocurre que en esta oportunidad pareciera que hay más para esconder de lo habitual.

Por caso, allí lo tenemos a Mauricio Macri evitando hacerse cargo de las promesas tan fáciles como incumplidas que hizo en la carrera que lo llevó a la Casa Rosada en 2015. Ni hablar de la profunda crisis socioeconómica en la que estamos inmersos desde hace más de un año.

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Así, le resulta funcional –o mejor dicho, imprescindible– polarizar con el kirchnerismo, para que ese pasado en formato de causas judiciales por corrupción, malos modos republicanos y desquicios económicos/estadísticos posibiliten abrirle la puerta a la reelección, bajo la consigna implícita de que “los otros son peores”.

Lo mismo, pero del otro lado de la grieta, con Alberto Fernández. Además de ocultar la omnipresencia de CFK y La Cámpora (piantavotos para atraer moderados), recurre a la figura de Néstor para darse a conocer, obviando que esa suerte de ser mítico fue el que armó una implacable maquinaria de recaudación ilegal durante “la década ganada” y cobrada. Su poderoso jefe de Gabinete y ahora presidenciable no sabía nada, claro.

A su disfraz de demócrata intachable y falso protector del periodismo le viene como anillo al dedo la pésima gestión económica de Macri. Idéntica lógica de los rivales: si nosotros fuimos malos, éstos son peores.

Calma, como pasó con la joyita de Szifron, de tanto que la repitieron terminó siendo previsible. La mala es que la segunda temporada de la campaña sea la parte en la que los candidatos se comprometen a cumplir fantasías irrealizables. Perdón el spoiler.