COLUMNISTAS
MACRI-OBAMA

Más que buena química

Las conveniencias políticas detrás de la onda mutua. Economía, queja empresaria y perspectivas a futuro.

‘The criollo zorzal’ Barack Obama
| Dibujo: Pablo Temes

La cara de satisfacción de Mauricio Macri lo decía todo: el apoyo explícito que recibió de parte de Barack Obama fue contundente. Según el mismo presidente de los Estados Unidos lo expresó, quedó impactado por la cantidad de cambios que produjo su par argentino en sus primeros cien días de gobierno. Una de las cosas que más le llamaron la atención fue la celeridad con la que se definió la negociación con los holdouts. Por lo tanto, no fue casual que, en el mismo día en que Obama expresaba esto, el Departamento (ministerio) de Justicia de los Estados Unidos hiciera una presentación ante la Corte de Apelaciones del Segundo Distrito de Nueva York solicitando se confirmara el dictamen del juez Thomas Griesa que levanta el embargo a los pagos a los acreedores que ya habían entrado al canje en 2005 y 2010.

En los encuentros entre presidentes no sólo son importantes los aspectos ideológicos sino también la impronta de las relaciones personales. Es lo que se ha dado en llamar la “química”. Por ejemplo, al comienzo de su relación con el presidente George Bush hijo, Néstor Kirchner logró generar esa corriente de simpatía mutua. La “química” con el ex mandatario estadounidense se extendió incluso hasta la entonces senadora Cristina Fernández de Kirchner, a quien Bush llamaba “la senadora más linda del mundo”. “La economía de su país es muy importante. Vamos a ayudar en todo lo que podamos las negociaciones que ustedes y el Fondo Monetario sean capaces de lograr”, dijo Bush durante la reunión que mantuvieron ambos mandatarios en la Casa Blanca en julio de 2003. Todo ello acabó luego de las actitudes hostiles que el entonces presidente norteamericano padeció durante la Cumbre de las Américas que se desarrolló en Mar del Plata en noviembre de 2005. En el caso de Macri y Obama, la buena “química” entre los dos fue de menor a mayor. Para hacer todo más fluido, ayudó el conocimiento que el presidente norteamericano tiene de la canciller, Susana Malcorra, a quien llamó en todo momento por su nombre de pila. En el decurso de las conversaciones entre los dos mandatarios, no faltaron las alusiones a Donald Trump, a quien Macri conoció durante una traumática negociación –que al final terminó en un fiasco– por un emprendimiento que su padre intentó desarrollar en Nueva York.

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Claro que no todo se limitó a cuestiones de buena “química” personal.

A Obama –como ocurrirá con quien sea su sucesor– le interesaba dar muestras de apoyo a un mandatario como Macri, que representa una concepción ideológica opuesta al populismo presente en varios gobiernos de la región y, por ende, más afín a Washington.

A pesar de estar en el final de su mandato, la visita del presidente estadounidense era de gran importancia para el gobierno argentino, por dos razones: la primera, obtener apoyo político de Washington en esta instancia crucial de la negociación de los acuerdos con los holdouts; la segunda, para estimular las inversiones de empresas estadounidenses en nuestro país.

De esto último se habló en el encuentro organizado por la filial argentina de la Cámara de Comercio Americana (Amcham). Allí se supo finalmente que las empresas norteamericanas se comprometieron a invertir en los próximos años –las sumas llegan hasta los 12 mil millones de dólares–, ante lo cual los ministros fueron directo al grano: “Necesitamos que lo hagan ya”.

Un hombre de la cercanía de Daniel Scioli, cuya visión a futuro es optimista, señalaba que no se puede salir de un Moreno a la nada la misma, por lo que sostenía que el Gobierno debería tener un rol más activo en el control de los precios. Consideraba de vital importancia el acuerdo con los holdouts –“nosotros hubiéramos hecho lo mismo”– y se quejaba del papel de los grandes supermercados a la hora de remarcar los precios. Por el mismo patio y con destino al almuerzo con los gobernadores, se hacía escuchar un conocido gerente de uno de los supermercados más importantes del país.

A Obama le interesó dar muestras de apoyo a un mandatario opuesto al populismo

“Estamos a las patadas con el Gobierno. Sólo nos apuntan a los supermercados porque somos cinco, pero no se ocupan de ir a ver cómo vienen los precios de las empresas productoras de alimentos”, explicaba con el ceño fruncido por el sol del mediodía y el malestar del momento. “Cuando nos aplicaron las multas, uno de los funcionarios de la cartera me llamó para decirme que al día siguiente se iba a publicar que nos aplicarían las multas. Me enojé mucho, porque por un lado se reúnen con nosotros y por el otro le dan a la prensa lo que les conviene. Este último mes, calculamos un promedio de diez puntos de aumento en los alimentos”.

Otro de los presentes, un actual e importante funcionario económico del gobierno nacional que pidió estricta reserva de su nombre, ya que cada vez que habla en on recibe un reto del Presidente, señaló: “Eso de que vamos a bajar la inflación en el segundo semestre no lo creo. Va a llevar más tiempo. Hasta ahora dependemos del arreglo con los holdouts y del apoyo que nos dé Obama”. Macri reconoció esto en el reportaje que le concedió a Marcelo Longobardi en su programa por Radio Mitre: “No hay plan B”, dijo sin ambages.

Infierno K. Mientras tanto, en el planeta kirchnerista las aguas están en un crescendo de agitación.

La afirmación del ex titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), Ricardo Echegaray, en El juego limpio –“Lázaro Báez va a ir preso”– abrió las puertas a lo que promete ser una guerra de acusaciones cruzadas entre conspicuos personajes del kirchnerismo. La respuesta de Báez –“Ni Echegaray ni Alicia (Kirchner) pueden justificar sus patrimonios”– va en esa dirección, lo que puede equivaler, para ellos y hasta para la mismísima ex presidenta, a estar a las puertas del infierno.

Y como se lee en La Divina Comedia: “Lasciati ogni speranze voi ch’entrati” (perded todas las esperanzas los que aquí entréis).

Producción periodística: Guido Baistrocchi.