DEPORTES

El ejercito rojo

A la fuerza de choque que estaba en el club, Moyano le sumo la de camioneros.

Manos libre para hugo. La última medida que tomó Claudio Keblaitis, el ex presidente, fue levantarles el derecho de admisión a los barras.
| Cedoc Perfil
Lo dejaron solo, decidió ir contra el sistema, o le hicieron un golpe de Estado desde un sector del sindicalismo con violentos. Cualquiera haya sido el detonante, Javier Cantero fracasó en su lucha por sacar a la barra de Independiente. Primero, treinta delincuentes lo apretaron dentro de su despacho, luego suspendieron un partido con bombas de estruendo y tiempo más tarde aparecieron perros colgados en el predio de Villa Domínico como mensaje mafioso. Por eso el 24 de abril de 2014, luego de la visita de doscientos barras a su domicilio particular, Cantero tomó la determinación de dar un paso al costado.
Pese a la batalla perdida, el fundador de Independiente Místico logró poner al descubierto la peor cara del club de Avellaneda. En uno de sus tantos impulsos, radicó una denuncia en la Unidad Fiscal 2 de Avellaneda a cargo de Mario Prieto con pruebas documentales, donde acusaba que durante la gestión de Julio Comparada se le habían realizado pagos en negro por 367 mil pesos, por ejemplo, a Pablo “Bebote” Alvarez. Pero además hizo entrega de las planillas de la tesorería del club que exhibían egresos para Pachi, Mimí y El Peruano, de la primera línea de la barra; y también para el Coprosede y la Policía Departamental.
El desembarco de Hugo Antonio Moyano en Independiente se produjo tiempo antes de haber ganado las elecciones en julio del año pasado. Todo comenzó en la década del 90 cuando arrancaron los negocios con el propio Comparada, presidente de la empresa aseguradora El Surco, una de las principales prestadoras a los gremios de la CGT. “Moyano conducción, Sindicato de Camioneros”, decía una enorme bandera desplegada en el corazón de la tribuna de Independiente cuando ni siquiera el propio líder gremial sospechaba que podía llegar a transformarse en el máximo responsable del club.
Florencia Arietto, ex jefa de seguridad de la institución, reveló el vínculo entre Moyano y la hinchada desde aquella recordada asamblea que terminó a los sillazos en la sede de avenida Mitre: “Los que entraron al gimnasio eran todos barras que respondían a la corporación sindical. Fue un golpe de Estado de Hugo Moyano. Puedo decir uno por uno los barras que fueron a tirar sillas porque los conozco a todos. Estaban infiltrados en la subcomisión del Hincha porque ésa ha sido siempre fue su forma de legalizarse”.
El 17 de octubre de 2006, durante el traslado de los restos de Juan Domingo Perón a San Vicente, la barra de Independiente terminó a los tiros con la de Estudiantes de La Plata en una puja territorial entre Camioneros y la Uocra de la que participó Emilio Madonna Quiroz, chofer de Pablo Moyano, hijo de Hugo y actual presidente de Fútbol Amateur del Rojo. Junto a él se encontraba Roberto “Polaco” Petrov, custodio de Hugo y en la actualidad referente de otra de las facciones de la barra.
En instancias del Mundial de Sudáfrica 2010, Facundo Moyano, hijo menor del jefe de la CGT, hincha de River e integrante del Frente Renovador, no tuvo mejor idea que recorrer el parque nacional de Pilanesberg junto a los referentes de la hinchada del Rojo, quienes en vez de sacarles fotos a los animales revendían entradas para el partido ante Grecia en medio de un safari que costaba doscientos cuarenta dólares por persona.
Un año más tarde, en lo que significó el último viaje a Japón del club de Avellaneda para enfrentar a Jubilo Iwata por la Copa Suruga Bank, cuarenta barras se hicieron presentes gracias a la ayuda del propio Pablo Moyano y de algunos jugadores de aquel plantel profesional. Si bien el combo de todos los pasajes costó 250 mil dólares, los violentos se las arreglaron para poder estar en tierras orientales. Uno de los hinchas que presenció aquel partido le reveló a PERFIL que viajaron con fondos propios y aportes privados: “El club sólo nos facilitó las entradas. Estuvimos más tiempo viajando que en Japón; hicimos escala en Sudáfrica y Malasia. Apenas pudimos recorrer un centro comercial y traer algunos regalitos para la familia”.
El arribo de Moyano derivó en la reaparición de algunos violentos que tenían derecho de admisión. Uno de ellos fue Bebote Alvarez, que en la semana se hizo presente durante la práctica del primer equipo, a puertas cerradas, con el fin de apretar a los jugadores de Jorge Almirón. “Le pidió una pelota a Mancuello para un chico discapacitado”, se excusó Gustavo Palópoli, jefe de seguridad del plantel, luego del hecho que recorrió los medios.
Bebote, deportado del Mundial de Brasil, retornó a Avellaneda el día de las elecciones para elegir su candidato y luego celebrar abiertamente la victoria de la fórmula que integraba Moyano junto a su amigo Noray Nakis. Débora Hambo, abogada de Alvarez, expresó desconocer cuál era el vínculo de su cliente con la nueva dirigencia. Pero deslizó que “Bebote tiene buena relación con Facundo Moyano”.
Eduardo Pachi D’Aquila, dueño de una empresa de distribución de GNC, también vinculado a Camioneros y responsable de la renuncia de Florencia Arietto, fue otro de los barras que regresó al Estadio Libertadores de América por expreso pedido de Héctor “Yoyo” Maldonado, directivo de Independiente y secretario del gremio de Camioneros. Similar fue el caso de Richard Pavón, además líder de la barra de San Telmo, que en su momento suspendió un partido ante Belgrano en 2013 y como premio resultó indultado por la nueva conducción.
Lejos de ocultar la relación de Moyano con la barra de Independiente, la cúpula violenta se hizo presente en un evento en el que costaba 5 mil pesos el cubierto y que el club había organizado en La Rural con el fin de recaudar fondos para terminar el estadio. Como si eso fuera poco, aquella noche Bebote Alvarez ganó una subasta en 4 mil pesos por una camiseta de Sergio Agüero y ofreció 15 mil para llevarse los botines del Kun.
Días después de aquel polémico evento organizado por la dirigencia con el jefe de Los Diablos Rojos subido al escenario, y horas más tarde de una entrevista en la que Hugo Moyano manifestó desconocer la existencia de la hinchada, cerca de trescientos barras de distintos barrios convocados por las redes sociales compartieron un asado en el club y jugaron un picado en el mismísimo Estadio Libertadores de América. Y una vez inaugurada la temporada de pileta en el complejo que el club posee en Wilde, los barras no tuvieron mejor idea que ir a pasar el verano entre los socios, que terminaron en la comisaría denunciando robos de parte de los dueños de los paraavalanchas.
En referencia al trato cotidiano de la dirigencia con la barra, Pablo Moyano expresó ayer en el programa partidario Fútbol al Rojo Vivo que no tienen relación con los violentos. “Conocemos a Bebote Alvarez porque sale en todos lados. Pero como alguna vez dijo Hugo, no hay que darle importancia al tema de la barra. Mientras no jodan tendrán su lugar en la tribuna”.
El sociólogo Pablo Alabarces, en referencia al vínculo entre violentos y sindicalistas, sostuvo: “La relación de las barras con los gremios es absolutamente mercantil: acá no funciona ningún tipo de ideología. Se paga. La única ideología que funciona es la violencia. Y se alquilan para ir a mostrar el aguante en un acto político, hacer de seguridad en una disco o en un recital de rock.”
Lo cierto es que mientras Comparada elige el silencio y las pruebas de Cantero descansan en un cajón de la fiscalía, Moyano, Bebote y compañía muestran su poder que avanza a bordo de un camión y abarca mucho más que la mitad de Avellaneda.