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¿El prohibicionismo genera violencia?

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Cuando el Presidente de Guatemala, General (R) Otto Pérez Molina, declaró que era la prohibición en el mercado de consumo —Estados Unidos— la que generaba la violencia en los países de oferta y tránsito —Colombia, México y el resto de Centroamérica— las voces que propugnan por la despenalización y liberalización de las drogas creyeron encontrar un argumento más para reforzar su propuesta.
¿Es la prohibición de la droga lo que genera la violencia narco en México y Centroamérica? La evidencia no pareciera refrendar esta suposición.
Turquía, por ejemplo, principal puerta de entrada de la heroína a la prohibicionista Europa, tiene una tasa de homicidios de 3,2 cada 100.000 habitantes. Marruecos, principal puerta de entrada de marihuana, tiene una tasa de homicidios de 1,4.
También debiera llamar la atención por qué la violencia queda confinada del lado mexicano. Mientras Ciudad Juárez (Chihuahua), a orillas del Río Bravo y famosa por el cartel que lleva su nombre, tiene unos 200 homicidios cada 100.000 habitantes (¡20 veces los homicidios en el Conurbano!), El Paso (Texas), justo enfrente, es la segunda ciudad más segura de Estados Unidos, con 2,8 homicidios.
Si realizáramos una analogía con la liberalización del alcohol y su impacto en la mafia, que hasta entonces manejaba el negocio, aquella no desapareció cuando en 1933 se derogó la ley seca, ni mucho menos se hizo menos violenta. Solo desarrolló otros negocios ilegales que suplieron los ingresos que generaba el alcohol.
Las razones de la violencia en América latina no habría que buscarlas en la prohibición de la droga en los mercados de consumo.