OPINIóN
Política

Pichetto vicepresidente: la hora de la república y de la política

Esta apertura en Cambiemos hacia sectores del peronismo racional demuestra el compromiso de una parte importante de la dirigencia política.

Miguel Ángel Pichetto.
Miguel Ángel Pichetto. | Eduardo Lerke

Mauricio Macri, cabeza de la coalición gobernante de la que también forma parte el centenario Partido Radical, le ofreció a Miguel Ángel Pichetto, líder del Bloque Justicialista en el Senado, ser su compañero de fórmula para las elecciones presidenciales de octubre próximo.

Tanto el pragmatismo como el republicanismo lograron triunfar una vez más, como ya sucediera el 30 de enero de 2015, con el acuerdo alcanzado entre el propio Macri y Elisa Carrió, del que surgiera luego Cambiemos y la posterior victoria del 22 de noviembre.

El hecho político -así como el acuerdo entre Sergio Massa y el otrora por él denostado kirchnerismo- reafirma ciertamente la crisis de representatividad partidaria que atraviesa la Argentina desde 2003 y que, en mayor o menor medida, se replica en gran parte de los países occidentales.

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Sin embargo, esta apertura en Cambiemos hacia sectores del peronismo racional, de cara a las elecciones generales de octubre, demuestra también el compromiso de una parte importante de la dirigencia política por defender y preservar los valores esenciales de la república -con las libertades y la división de poderes que ella implica-, del federalismo, de la economía de mercado y de la integración al mundo, frente a tendencias populistas, autoritarias, centralistas, intervencionistas y aislacionistas.

La política -tantas veces despreciada por parte del núcleo más íntimo del Presidente- acaba de prevalecer por sobre el sectarismo. Y si bien puedan encontrarse razones puramente de conveniencia electoralista detrás de esta decisión, las mismas redundarán en la esperable reducción de una grieta peligrosamente mantenida también por razones electoralistas.

El desafío de este obligado regreso a la política quizá sea su efectiva revalorización diaria en el ejercicio de una eventual segunda Administración Macri, ya que muchos de los objetivos de Cambiemos en general y del Presidente en particular para el período 2015- 2019 no pudieron ver la luz, debido a esa visión sesgada y prejuiciosa de lo que ella realmente implica a la hora de gobernar un país.

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La figura de Pichetto en la fórmula presidencial debe ser leída, entonces, como la contribución de gran parte de la dirigencia política a la superación de ese forzado antagonismo que viene paralizando al país, y como el compromiso por el diálogo sincero y la negociación constructiva, tendiente al quiebre definitivo de un círculo vicioso de estancamiento y decadencia en el que está inmersa la Argentina.

De ganar las elecciones, gobernará el país una amplia coalición integrada por el PRO, la Unión Cívica Radical, la Coalición Cívica-ARI, el Partido Demócrata Progresista, el Partido Conservador Popular, el Partido FE y, ahora también, una parte importante del Justicialismo republicano, que comparte con ellos los ideales básicos y necesarios para lograr la estabilidad que le permita a la Argentina destrabar sus potencialidades y desarrollarse equitativa y sostenidamente.

Ya no habrá excusas. De no lograrse ese objetivo, responderá la impericia o la mala fe, ya que oportunidades como éstas no suelen repetirse con frecuencia.

* Director de la Carrera de Ciencia Política, Gobierno y Administración de la Universidad de Belgrano.