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El Papa Francisco: "No nos resignemos a la guerra, cultivemos las semillas de la reconciliación"

“¡No nos resignemos a la guerra!”. Es la oración y anhelo del Papa Francisco que encabeza esta nueva edición del L'Osservatore Romano en lengua española.

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Papa Francisco | Agencia Afp

“¡No nos resignemos a la guerra!”. Es la oración y anhelo del Papa Francisco que encabeza esta nueva edición del L'Osservatore Romano en lengua española. En la portada se ilustra el impresionante marco del Coliseo donde se llevó a cabo el “Encuentro Internacional por la Paz. Religiones y culturas en diálogo”.  El texto completo del discurso del Papa Bergoglio ofrecido en la tarde del 25 de octubre se publica en forma completa y oficial con este ejemplar.

En el mismo, Francisco expresó frente a líderes religiosos de todo el mundo presentes en el acto: “Este año, nuestra oración se ha convertido en un “grito”, porque hoy la paz está gravemente violada, herida, pisoteada: y esto en Europa, es decir, en el continente que en el siglo pasado vivió las tragedias de las dos guerras mundiales -y ahora estamos en la tercera-. Por desgracia, desde entonces, las guerras no han dejado de ensangrentar y empobrecer la Tierra, pero el momento que vivimos es especialmente dramático. Por eso hemos elevado nuestra oración a Dios, que siempre escucha el grito angustiado de sus hijos ¡Escúchanos, Señor! Pero el grito de la paz no puede ser reprimido: …Merece que todos, empezando por los gobernantes, se agachen a escuchar con seriedad y respeto. El grito por la paz expresa el dolor y el horror de la guerra, la madre de todas las pobrezas". "Toda guerra deja al mundo peor que como lo había encontrado. La guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal” (Enc. Fratelli tutti, 261)”.

Más adelante prosiguió pidiendo a todos: “No nos dejemos contagiar por la lógica perversa de la guerra; no caigamos en la trampa del odio al enemigo. Volvamos a situar la paz en el centro de nuestra visión del futuro, como objetivo central de nuestra acción personal, social y política, a todos los niveles. Desactivemos los conflictos con el arma del diálogo”.

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Luego, y para finalizar su discurso orante, el Papa Francisco expresó: “Hace un año, reunidos aquí mismo, frente al Coliseo, lanzamos un llamamiento, aún más pertinente hoy: “Las religiones no pueden utilizarse para la guerra. Sólo la paz es santa, y que nadie utilice el nombre de Dios para bendecir el terror y la violencia. Si ven guerras a su alrededor, ¡no se resignen! La gente desea la paz”. Y esto es lo que intentamos seguir haciendo, cada vez mejor, día a día. No nos resignemos a la guerra, cultivemos semillas de reconciliación; y elevemos hoy al Cielo el grito de la paz, de nuevo con las palabras de San Juan XXIII: “Todos los pueblos se abracen como hermanos y florezca y reine siempre entre ellos la tan anhelada paz” (Enc. Pacem in Terris, 91)”.

Se publica con esta edición, el texto del Llamamiento de Roma firmado por el Papa y los líderes cristianos y de las religiones del mundo que participaron en el Encuentro Internacional de Oración por la Paz celebrado el día 25 por la tarde en el Coliseo, por iniciativa de la Comunidad de San Egidio. “Reunidos en Roma con el espíritu de Asís, hemos rezado por la paz, según diversas tradiciones pero de forma concordante. Ahora nosotros, representantes de las Iglesias cristianas y de las religiones del mundo, nos dirigimos reflexivamente al mundo y a los dirigentes de los Estados. Nos convertimos en la voz de los que sufren la guerra, de los refugiados  de las familias de todas las víctimas y de los caídos. Con firme convicción decimos: ¡no más guerra! Detengamos todo conflicto. La guerra sólo trae muerte y destrucción, es una aventura sin retorno en la que todos somos perdedores. Dejen las armas, declaren un alto el fuego universal inmediatamente. Que haya pronto negociaciones, antes de que sea demasiado tarde, que puedan conducir a soluciones justas para una paz estable y duradera".

Y siguió: "Se reabre el diálogo para anular la amenaza de las armas nucleares. Tras los horrores y el dolor de la Segunda Guerra Mundial, las naciones fueron capaces de reparar las profundas heridas del conflicto y, a través del diálogo multilateral, dará luz a la Organización de las Naciones Unidas, fruto de una aspiración que, hoy más que nunca, es una necesidad: la paz. No debemos perder de vista ahora la tragedia que supone la guerra, generadora de muerte y pobreza. Estamos en una encrucijada: ser la generación que deja morir al planeta y a la humanidad, que acumula y comercia con armas, con la ilusión de salvarse frente a los demás, o en cambio la generación que crea nuevas formas de convivencia, no invierte en armas, suprime la guerra como medio de resolución de conflictos y detiene la explotación abusiva de los recursos del planeta".

"Los creyentes debemos trabajar por la paz de todas las maneras posibles. Es nuestro deber ayudar a desarmar los corazones y llamar a la reconciliación entre los pueblos. Por desgracia, incluso entre nosotros mismos, a veces nos hemos dividido abusando del santo nombre de Dios: pedimos perdón, con humildad y vergüenza. Las religiones son, y deben seguir siendo, un gran recurso para la paz. La paz es santa, la guerra nunca puede serlo. La humanidad debe acabar con las guerras o una guerra acabará con la humanidad. El mundo, nuestra casa común, es único y no nos pertenece, sino a las generaciones futuras. Por lo tanto, librémoslo de la pesadilla nuclear. Reabramos inmediatamente un diálogo serio sobre la no proliferación nuclear y el desmantelamiento de las armas atómicas. Volvamos a empezar juntos con el diálogo, que es una medicina eficaz para la reconciliación de los pueblos. Invirtamos en todas las vías de diálogo. ¡La paz siempre es posible! ¡Nunca más la guerra! ¡Nunca más contra los demás!”, remarcó.

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Dar vida a una economía que incluya a los más débiles, no dejando a nadie atrás, y que promueva la paz: es el compromiso que el Papa Francisco ha pedido a los participantes del congreso mundial de la Unión Cristiana Internacional de Ejecutivos de Empresas (U N I A PA C ), recibidos en audiencia, en la mañana del viernes 21 de octubre, en el Aula Pablo VI. En el discurso, que se incluye con este ejemplar, el Papa también expresó: “El trabajo debe ser entendido y respetado como un proceso que va mucho más allá del intercambio comercial entre empleador y trabajador. En primer lugar y sobre todo «parte del sentido de la vida en esta tierra, camino de maduración, de desarrollo humano y de realización personal» . El trabajo «es una expresión de nuestro ser creativos a imagen y semejanza de Dios, el trabajador (cfr. Gen 2,3). [...] Estamos llamados al trabajo desde nuestra creación » ,  imitando a Dios que es el primer trabajador. Tal trabajo debería estar bien integrado en una economía del cuidado. «El cuidado puede entenderse como cuidar de las personas y de la naturaleza, ofreciendo productos y servicios para el crecimiento del bien común. Una economía que cuide el trabajo, creando oportunidades de empleo que no exploten al trabajador mediante condiciones laborales degradantes y horarios extenuantes».

«El martes 25 de octubre, iré al Coliseo para rezar por la paz en Ucrania y en el mundo, junto con los representantes de las Iglesias y Comunidades Cristianas y de las Religiones mundiales»: lo recordó el Papa en el Ángelus del 23 de octubre, invitando al encuentro interreligioso organizado por la Comunidad de San Egidio. Además, el Pontífice habló también del conflicto actual en Etiopía, deseando un «camino concreto de reconciliación». Asomándose a la ventana del estudio privado del Palacio apostólico vaticano, como es habitual el Obispo de Roma introdujo la oración mariana con los fieles presentes en la plaza de San Pedro ofreciendo una meditación sobre el Evangelio del domingo (Lucas 18, 9-14) —centrado en las figuras del fariseo y del publicano— y exhortando a cuidarse «del narcisismo y del exhibicionismo, basados en la vanagloria». Como es habitual, el texto del mensaje dominical del Papa Francisco se incluye en forma completa y oficial con esta edición española del periódico Vaticano.

JD / MCP