Rosadapalooza: urgencias y otras prioridades en el Gobierno

Desde el oficialismo, redoblan la pelea contra la Justicia y miran con entusiasmo la elección con el PJ, mientras la mitad del país se debate entre otros focos: incendios y pobreza.

En la Rosada pasan otras cosas. Otra música. Foto: AFP.

Giramos en redondo. Desde hace una semana, esperando a la Corte Suprema. Desde hace 15 días, con una negociación más o menos efectiva que resuelva de forma equitativa las tomas de tierras en la provincia de Buenos Aires. Desde hace meses, con un plan económico. Desde marzo, con el control del coronavirus en el país. Desde siempre, con tantos otros temas, todas urgencias que ya se han vuelto estructurales. El Gobierno gira y baila con espasmos, alrededor de algunas de ellas, pero en base a sus propias prioridades.

Es la pandemia, estúpido/a/e. En parte, es cierto: cualquier gestión de gobierno quedaría atravesada por el coronavirus. El problema es que Argentina está atravesada por tantas crisis anteriores, que la situación epidemiológica es una gota más. La peor.

A diez meses de asumir, el Gobierno carece de logros significativos que auguren una pospandemia sin turbulencias. Por el contrario, empantanado en todo tipo de internas, empieza a acusar recibo de los errores no forzados: Vicentin, reforma judicial, traslado de jueces, renegociaciones de deudas del sector privado ante el cepo de múltiples niveles. No es casual que Alberto haya dejado Olivos para mostrarse cada vez más en Casa Rosada. La virtualidad y el consejo de la Unidad Médica Presidencial de resguardarse de las reuniones presenciales y multitudinarias no ayudaron a mantener al Gabinete unido. Tampoco a empujar a los ministros cuya gestión es cada vez más pequeña. Ejemplo de ello es el desguace gradual del Ministerio de Desarrollo Territorial y Hábitat: con el traspaso de las principales cajas a Desarrollo Social y Obras Públicas, el área de María Eugenia Bielsa va camino a convertirse en una cáscara. Mientras tanto, deja correr los rumores alrededor del frágil futuro de Miguel Pesce en el Banco Central. El guardián de las reservas no encuentra lugar entre Matías Kulfas (Producción) y Martín Guzmán (Economía). Tampoco  se preocupa en disimular la poca fe que tiene en el paquete de medidas anunciado la semana pasada. Al mismo tiempo, el capítulo “retenciones a la soja” se debate entre los funcionarios que apuntan a la futura venta de granos y los que ponen su energía en destacar las compensaciones a los grandes productores, que ya vendieron la mayoría del stock y todavía no liquidan. A contramano de los ideólogos de esa propuesta, habló la vicejefa de Gabinete, Cecilia Todesca: “La idea de que se bajan los impuestos y después llegan las inversiones no funciona”. Que alguien le avise Guzmán y Basterra (Agricultura). De momento, el Presidente se mantiene al margen del acercamiento con el agro e intensificará la agenda con empresarios, con la intención de acordar su primera exposición en el Coloquio de IDEA.  

Fueron varias las reuniones, mano a mano y grupales, en las que el jefe de gabinete, Santiago Cafiero, pidió acercar posiciones y retomar una imagen de unidad. No los preocupa la gobernabilidad -que no está en juego- sino la crisis de credibilidad que empieza a tomar algunas áreas del Ejecutivo, y que podría amenazar al resultado de las elecciones de 2021 con la forma de un cachetazo de novela.

Se prende fuego todo. En lo metafórico, es la pandemia y la amenaza de devaluación. En el sentido más literal, los incendios: son 14 las provincias con focos activos, la mayoría vinculados a quemas agrícolas fuera de control. El daño ambiental es irreversible. Desde el Ejecutivo piden celeridad a la Justicia para que investigue el origen de los incendios. En ningún caso se identifica a los que propician el desastre.

Los indicadores tampoco acompañan. Aunque esperado, el crecimiento de la pobreza expuso la insuficiencia de la ayuda social. De acuerdo con el INDEC, el 40.9 por ciento de los argentinos son pobres: en el último año, unos 2.6 millones de personas quedaron bajo la línea de pobreza; 1.3 millones engrosan la cifra de indigentes. El grupo más afectado, los menores de 14 años (poco más de 6 millones de chicos): el 56.3 por ciento es pobre. Los números interanuales son alarmantes. Peor aún la comparación entre el primer trimestre de 2020 y el segundo (transitado completamente en cuarentena): la pobreza salta del 34.6 por ciento (1er trimestre) al 47.2 por ciento (2do trimestre), de acuerdo con el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (CEDLAS). En las próximas dos semanas, el INDEC dará a conocer dos reportes sobre el impacto de la pandemia en la industria manufacturera y el comercio. Desde el equipo económico esperan un resultado adverso. Por su parte, el área social ratifica la ayuda pero no articula medidas para que extender el monto de los pagos y que lleguen a tiempo a quienes los necesitan.

Esos números no tienen cuestionamientos metodológicos, como sí ocurre con la pandemia. El escándalo de la demora de los datos –principalmente, Buenos Aires- puso en duda las últimas medidas en el control de la situación epidemiológica. La última extensión del aislamiento vence en pocos días. El comité de expertos ya manifestó su preocupación por el rebrote en algunas provincias. En Olivos evalúan si la ausencia presidencial en el último anuncio le “bajó el precio” a la gesta sanitaria: reconocen que, sin nuevas herramientas para controlar la apertura, fue un error no forzado. Otro más, como el sesgo machirulo en la elección del candidato a integrar la Cámara Nacional Electoral o el embate contra el presidente de la Corte Suprema, Carlos Rosenkrantz. Días antes de que el presidente Fernández se preguntara qué buscaba el titular del máximo tribunal, la diputada del FDT Vanesa Siley presentaba un pedido de juicio político contra Rosenkrantz. Indignada, parte de la oposición se solidarizó con el supremo. Es la misma que promovía un jury contra el expresidente de la Corte Ricardo Lorenzetti. Total normalidad y coherencia.

Lejos de inquietarse, el tribunal estrecha lazos con el procurador Eduardo Casal -que el sábado dictaminó en contra del traslado de jueces- y analiza qué hacer con los reclamos de los jueces Leopoldo Bruglia, Pablo Bertuzzi y Germán Castelli, además del planteo de la Ciudad de Buenos Aires por la quita de fondos. Algunos votos son obvios y refuerzan una idea que crece en el Ejecutivo: rechazo al traslado, aval en Coparticipación.

Mientras tanto, en la Rosada pasan otras cosas. Otra música. Son cada vez más los que participan del Operativo Clamor para que Alberto acepte presidir el PJ. Varios gobernadores respaldarían esa candidatura, con miras a una lista única. La conducción del partido no sólo fortalecería al mandatario sino que también frenaría las ambiciones de otros que fantaseaban con ese lugar: Jorge Capitanich y Sergio Berni, principalmente. Alberto Presidente, otra vez.

Con mayor o menor intensidad, la realidad impone un panorama de carencias en todos los frentes. Pero la prioridad es el armado político y la sustentabilidad del modelo de cara a 2021. Desentendidos, y cada vez más lejos de la calle, en el oficialismo bailan otra canción. A juzgar por los últimos pasos, pusieron al tope el volumen de los auriculares.