Willi Breuckmann podría haber elegido una motocicleta BMW: era una máquina cómoda y asequible. Además, resultaba lógico seguir con una marca fabricada en su propio país, Alemania. En cambio, se decidió por una Harley-Davidson. La Road King.
"Todo se reduce a un sentimiento", lo que los alemanes llaman "ein Gefühl", dijo Breuckmann, un desarrollador web de 54 años que vive en Dortmund, en el noroeste del país.
La Road King es una motocicleta grande, cuyo precio inicial es de unos 24.000 euros (US$28.100), larga y baja, con el icónico motor bicilíndrico en V y escape doble que ruge el sonido que hizo famosa a la Harley. Es una máquina dócil, ideal para viajes largos y perfecta para autopistas. Con los años, Breuckmann le agregó pintura personalizada y un asiento trasero para su esposa.
"La BMW también es muy cómoda", dijo. "Pero mi sueño era tener una Harley".
500 motos al año
Mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, critica a los europeos por restringir el comercio y por su reticencia a comprar automóviles de Detroit, el fabricante de motocicletas icónicas de Milwaukee demuestra cada día que del otro lado del Atlántico los consumidores están dispuestos a comprar productos estadounidenses. Uno de los mayores concesionarios alemanes de Harley dice que vende 500 de motos de esa marca al año. La compañía casi duplicó su participación de mercado en Alemania en los últimos 10 años, desde 3,3 por ciento en 2006 a 6,4 por ciento en 2017, atrayendo clientes como Breuckmann en la mayor economía de Europa que anhelan el estilo de vida estadounidense de recorrer carreteras abiertas sobre una máquina poderosa.
Las automotrices estadounidenses no han tenido tanta suerte. Con menos del 1 por ciento de participación de mercado cada una, marcas estadounidenses de alto rendimiento como Cadillac y Chrysler no han podido reducir el dominio de BMW o Mercedes.
La ira de Trump
Como están cayendo las ventas en EE.UU., el mercado europeo se ha vuelto tan importante para Harley que la compañía está dispuesta a provocar la ira de Trump, pues anunció hace unos meses que transferiría la fabricación al exterior para evitar aranceles de represalia promulgados en la guerra comercial del presidente contra las exportaciones de acero y aluminio. La Unión Europea ha impuesto un arancel del 25 por ciento sobre las importaciones de motocicletas de EE.UU. en respuesta a Trump.
El éxito de Harley en Europa demuestra que las empresas estadounidenses pueden competir e incluso florecer allí, sin una guerra comercial... si los productos son lo bastante buenos. La compañía construyó una sólida red de concesionarios e realizó algunos ajustes a los productos para satisfacer los gustos europeos: motocicletas más delgadas, opciones especiales de personalización e incluso wifi a bordo.
Thorsten Knorr, presidente de Harley Club Deutschland, partió recientemente en su moto Street Glide, una versión reducida de la Harley original toda negra y plateada, en un viaje de 15 días y 7.200 kilómetros por Escandinavia. Él y sus cinco amigos recorrieron carreteras hasta el Cabo Norte en Noruega, el punto más septentrional de Europa, y cruzaron el Círculo Polar Ártico.
Hizo buen tiempo, excepto por tres días de lluvia en Suecia. Algunas noches se quedaron en los clubes Harley-Davidson. Y cuando tuvieron que repararle una rueda a de las Harleys, encontraron un concesionario local. "La gente compra un sueño", dijo Knorr, de 38 años. "Adquieren una filosofía de vida de libertad, de inconformismo y de poseer algo especial".