El desembarco a la presidencia de Argentina de un ex empresario, amante de la ortodoxia y de la libertad económica, se había convertido para los inversores en un sueño esperado por años. Mauricio Macri llegó a fin de 2015 para encarnar la esperanza de una Argentina inserta en el mundo, tras doce años de hostilidad en los gobiernos de Néstor y Cristina Fernández de Kirchner.
Toda esta ilusión terminó por hacerse trizas en las últimas semanas. La caída del mercado, tras un revés en las elecciones primarias presidenciales, llevó al Gobierno a reperfilar los pagos de su deuda soberana en pesos e imponer un nuevo control de capitales.
“Van quedando en el camino negocios que llevó mucho tiempo construir”, escribió el jefe de estrategia de INTL FCStone en Buenos Aires, Pablo Waldman, en un reciente reporte a clientes. “El mazazo inapelable de las PASO y el efecto fulminante del cambio de expectativas forzaron al Gobierno a tomar una serie de medidas impopulares y diametralmente opuestas a todos sus valores previamente declarados”.
El volumen negociado en la Bolsa apenas alcanza los USD 15 millones diarios y la capitalización bursátil de las empresas domésticas se reduce a la mitad (USD 27.600 millones) del nivel que había alcanzado cuando Macri llegó al poder, según Bolsas y Mercados Argentinos.
Los fondos comunes de inversión, una de las grandes apuestas que hicieron las autoridades de Argentina para incrementar la liquidez del mercado local, se desplomaron 25% en las últimas semanas hasta un mínimo desde 2014.
“La industria de fondos vuelve ocho años para atrás. Y hoy nos cuesta pensar en una salida”, dice Mariano Skladnik, titular de la consultora 1816 Economía y Estrategia, que provee información para el sector. El patrimonio total administrado por los fondos, que había tocado un máximo de USD 35.000 millones a principios de 2018, está ahora en USD 10.000 millones.
Durante el gobierno de Macri, la Argentina se zambulló en un arduo proceso para volver a seducir a los grandes capitales extranjeros. Argentina renegoció su deuda defaulteada con los holdouts, eliminó el encaje del 30% al ingreso de dinero del exterior, lanzó un ambicioso blanqueo de capitales, sancionó una nueva ley de mercado y logró que el país volviera a ser considerado “mercado emergente” por la proveedora de índices MSCI Inc.
“Necesitamos volver a tener un mercado de capitales de nivel internacional”, había anunciado el presidente siete meses después de asumir, en una visita a la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, ante los aplausos de los ejecutivos de mercado. Con este impulso, el gobierno de Macri emitió más de USD 40.000 millones de deuda en dólares bajo ley extranjera, incluido un bono de 100 años.
En la economía cambia todo, menos la pobreza estructural
Los fondos comunes eran una pieza clave en este reconstrucción. El gobierno dispuso decenas de normativas para incentivar la creación y la inversión en fondos cerrados y de retiro. El plan: que fueran un vehículo para resolver problemas estructurales que arrastra la Argentina desde hace tiempo, como la profundidad del mercado local, el financiamiento del sector inmobiliario y la sustentabilidad del sistema previsional. “No puede ser que toda la capitalización bursátil de Argentina equivalga a menos del 10% del PBI, casi una cuarta parte de lo de otros países de América Latina”, se había enojado Macri, esa vez, ante la Bolsa.
Durante este proceso, grandes administradoras del exterior se entusiasmaron con la promesa y se lanzaron a apostar por la Argentina. Moneda Asset Management y BTG Pactual adquirieron licencias para operar en el país con nuevas oficinas. Compass Group y Santander Chile diseñaron nuevos productos específicos sobre deuda argentina para responder el apetito de los inversores. Julius Baer, Credicorp y LarrainVial iniciaron conversaciones con ejecutivos locales para un posible desembarco. Y el banco Morgan Stanley trasladó de Nueva York a Argentina a su jefe de mercados de capitales de renta variable latinoamericanos, Manuel García Diez, ante un pipeline inicial de IPO que ascendía a USD 3.500 millones.
Ahora, a pocos meses de que concluya el mandato de Macri, muchas de esas apuestas están ya canceladas. Julius Baer abandonó las negociaciones para la compra del broker local Max Valores, según una persona con conocimiento directo. El banco declinó hacer comentarios.
“Caos” en la industria
El reperfilamiento de deuda local generó “caos” en los fondos locales, dice Martín Mazzeo, director comercial de Provincia Bursátil. La destrucción del patrimonio en estos fondos equivale a los ARS 217.000 millones desde los días previos a las elecciones primarias del 11 de agosto. Los fondos más castigados fueron los llamados “T+1”, que tienen su cartera invertida en las letras de corto plazo incluídas en el plan del gobierno.
Los grandes bancos comerciales reducen sucursales y desarman áreas de banca privada, frente a la decisión de clientes de retirarse del país. Tras el resultado de las PASO, los bancos proyectan un mercado de capitales más chico y se desprenden de ejecutivos.
“En los últimos días hemos salido a contratar gente para la parte transaccional de nuestro negocio, que hoy está creciendo, y recibimos consultas de ejecutivos senior de banca privada desplazada de los principales bancos”, cuenta Pablo Castagna, director de wealth management en Balanz Capital, uno de los principales agentes del mercado local.
El nuevo panorama afecta también las proyecciones de agentes y fondos. “El año que viene las estructuras van a sufrir. Mucho agente pequeño que se abrió en los últimos años va a desaparecer. Con poco volumen es muy difícil sostener la estructura”, dice Alejo Costa, jefe de estrategia de BTG Pactual en Buenos Aires.
Ante la incertidumbre electoral, los ejecutivos de mercado se preguntan cuándo se normalizará el sector y se recuperará la confianza de inversores, tanto institucionales como minoristas.
“Probablemente no vaya a entrar plata nueva hasta que no haya un panorama macro más claro”, se lamenta Néstor di Cesare, presidente de fondos de inversión en Allaria Ledesma.
*Con la colaboración de Patrick Winters.