El diputado socialista Raúl Puy acaba de anunciar el semiéxito de su plan para otorgar una calle a Bioy Casares. Si no hay objeciones este año, parece que le darán luz verde. No tengo muy en claro quiénes ponen (ni mucho menos, sacan) los nombres a las calles. Muy merecido tiene Bioy su empedradito. Pero voy a objetar un ínfimo detalle, en resignada defensa del pobre Eduardo Schiaffino, ya que la calle elegida para honrar a Bioy es la suya. A Schiaffino la historia lo premió modestamente con dos petiteras cuadras. Ahora donará una para Bioy, que supo vivir en esas inmediaciones: Posadas 1650. ¿Por qué no le dan la cuadra que le corresponde? ¡Que serruchen a Posadas! ¿Es por Misiones, por Gervasio o por qué?
La historia de Schiaffino me ha conmovido siempre. En 1891, antes de batirse a duelo con un crítico en apasionada defensa de un arte nacional, el pintor escribió: “Cuando llegue el día en que un millonario argentino –uno de tantos ‘patriotas’ como pululan– funde un premio al mejor libro nacional de cada año, al mejor cuadro basado en nuestra historia, a la mejor obra de inspiración argentina, ese día y ese hombre habrán merecido bien de la Patria y sólo entonces la Nación Argentina estará constituida.” Schiaffino llama a gritos a los ricachones de la patria a valorizar la obra local, en vez de acuñar belleza europea y –consecuente– fundaría más tarde el Museo Nacional de Bellas Artes. Schiaffino se convertiría finalmente en ese hombre hipotético que constituyó –a su modo y en su credo– la Nación Argentina.
¿Retrocede la patria si cede una cuadrita de loor a otro gran prohombre? No sé. Pero objeto; objeto que dos artistas se repartan las migajas de esta gloria, mientras Julio A. Roca sigue intacto, o varios granujas de accionar dudoso (Ramón Falcón, Saavedra) e incluso varias abstracciones indolentes (La Piedad, La Industria) gozan de plenitud, alumbrado y limpieza.
Celebro que los diputados –en brava representación de sus pueblos– revean la historia y les den entrada en ella a sus nuevos pilares. Pero celebraré también cuando les den salida a los peores garcas del país, en vez de cobrarles el agasajo a artistas, pensadores y escritores.