COLUMNISTAS
opinión

El escritor y su amigo

Aira detesta que lo traten de escritor prolífico, pero debe haber una palabra para designar a quien publica cinco libros por año.

06-11-2021-logo-perfil
. | Cedoc Perfil

Si no perdí la cuenta, en 2022 se publicaron cinco libros de César Aira en cinco editoriales distintas. Aira detesta que lo traten de escritor prolífico, pero debe haber una palabra para designar a quien publica cinco libros por año, sean grandes o chicos (más bien chicos), novelas o ensayos (más bien ficciones que podrían no serlo y viceversa). Uno de esos libros, Los últimos días de Nostradamus, apareció en la editorial Neutrinos de Rosario, que también publicó el año pasado Los años Aira, de Alberto Giordano, anotaciones de un diario en el que se consignan los encuentros (y desencuentros) del autor con su amigo entre 2014 y 2016. Algo así como el Borges de Bioy, aunque Aira no acostumbra cenar en casa de Giordano.

Nostradamus es una deliciosa novela en la que Aira analiza su obra comparándola con la del famoso profeta, del que cuenta que solía publicar pequeños calendarios con predicciones insuperables que le permitían “sin tan siquiera recurrir al cinismo, lo que tantos habían anhelado en vano: carta blanca para escribir cualquier cosa”. Y también ser tan único que ningún ser humano podría reemplazarlo, solo “una civilización, pero no había ninguna en el horizonte que representara una amenaza”. Como en otras novelas suyas, Aira califica su obra, por interpósita persona, como mucho más lograda que la de sus contemporáneos. Recuerdo que el protagonista de El santo había obrado una cantidad de milagros que coincidía con los libros que Aira había publicado hasta ese momento. Y recuerdo al personaje de otra novela, que hablaba de su incomparable habilidad para juntar palabras y multiplicar las ventas de sus productos mediante reimpresiones y traducciones. Me gustaría encontrar la cita exacta, pero no recuerdo en qué novela ocurre eso, porque... bueno, porque Aira es demasiado prolífico para mi deteriorada memoria. De todos modos, puedo agregar que Los últimos días de Nostradamus es muchas cosas, entre otras una novela muy divertida que contiene una reflexión sobre la vejez, una tesis sobre la literatura, otra tesis sobre la literatura y una diatriba contra la cultura en la que “no se podía poner un gramo de esperanza”. 

Me queda poco espacio para hablar del diario de Giordano, sobre el que tengo impresiones contradictorias. Por un lado, es una lectura interesante porque permite saber algo del Aira cotidiano y da lugar para que sus admiradores nos entreguemos a la inofensiva e inevitable pasión del cholulismo. Por el otro, la sempiterna ambigüedad de Giordano respecto de sus propias ideas hace pensar que la literatura de Aira le molesta un poco (o más que un poco) y la reduce a poco más que un entretenimiento menor para un círculo esnob. Tras asegurar que algunos de sus pares consideran que Aira es un faro y otros que es un fraude, Girodano admite que es “una ocasión de siempre renovada alegría para sus lectores” antes de emitir su bajo veredicto desde lo alto: “Me cuesta pensar en Aira como ‘un grande’, ‘un gran escritor’. Lo imagino más bien como un escritor de culto de alcances infrecuentes, mayores que los habituales entre esta clase de escritores”. ¿Quién necesita enemigos con amigos tan mezquinos como Giordano? De todos modos, Nostradamus vaticinó que Giordano será repudiado cuando llegue el juicio final de la literatura.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite