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Emociones que perturban en política y en ciencia

Por ser "seres primordialmente emocionales", las mujeres eran privadas del acceso a la racionalidad y con ello a la ciudadanía, al conocimiento científico y a la autonomía moral.

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El pensador. La dificultad de cuantificar emociones y su influencia en el cálculo de previsibilidad electoral. | cedoc

Emociones que perturban en política y en ciencia: Curiosamente en la historia de un gran amor, la filo-sofía, las emociones han sido tratadas como amenazantes, como elementos peligrosos, pues interfieren y distorsionan la rectitud del conocimiento que debe ser guiado por la razón.

También han sido atribuidas como condición característica a las mujeres: por ser seres primordialmente emocionales, ellas eran privadas del acceso a la racionalidad y con ello a la ciudadanía, al conocimiento científico y a la autonomía moral.

En su contratapa del sábado, Fontevecchia plantea un eje del discurso de campaña oficialista y una paradoja: aunque Cristina representa para Macri una amenaza mayor, no es la principal antagonista. Dice “Probablemente porque no crea que ella gane y todavía siga pensando que le sirve para ganar él mismo. Por eso, o por cuestiones emocionales que trascienden el cálculo, Macri desprecia con más encono que a ningún otro político argentino a Sergio Massa".

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Quiero detenerme, más allá de la circunstancia y los protagonistas, en este detalle muy importante de las emociones en relación con la política: su dificultad para ser cuantificadas, para formar parte del cálculo de previsibilidad electoral.

Desde fines del siglo XIX el análisis de las emociones fue la base de distintas posturas psicológicas.  En el último medio siglo se ha acumulado una gran cantidad de datos empíricos recogidos por las ciencias: psicología cognitiva, psicología social, neurociencias, antropología, etología, a los que la teoría feminista agrega una crítica de género, el acento en el compromiso práctico de sus aplicaciones y un valor político.

La teoría de la elección y la acción racional –que surge a mediados del siglo pasado buscando sobre todo aplicaciones a la economía– produce un modelo cuantificable donde las razones (estableciendo grados de probabilidad) y las emociones (estableciendo un orden de preferibilidad) permiten calcular el máximo valor esperable de una acción o elección.

Emociones, política, ciencia y sindicatos

Es muy importante la incidencia de las emociones en este modelo, que procura medir la racionalidad en la toma de decisiones: ponderar la probabilidad de un resultado y el beneficio que pueda producir sobre agentes individuales permitiría explicar por qué las personas actuamos como actuamos ante una góndola o en un cuarto oscuro. ¿Elegimos el producto que más nos gusta o el más barato? La respuesta sería: el más deseable dentro de nuestras posibilidades económicas, en una relación calidad-precio. ¿Votamos por el candidato o candidata que más nos gusta o por el que nos parece que tiene probabilidades reales de conducirnos a un beneficio? La respuesta sería: el que en el contexto no nos repugne y no ponga en riesgo nuestros logros y probablemente los aumente. Es decir, una negociación.

Esa teoría es individualista y supone la búsqueda de beneficios exclusivamente personales. El cálculo ha fallado muchas veces, pero... ¡imaginemos el avance para el dominio económico y político que sería el poder manejar estas acciones y hacerlas predecibles!

Esto explica gran parte del enorme interés (y el financiamiento) que en las ciencias cognitivas ha despertado el estudio de las emociones, su categorización, la pretensión de poder ligarlas a esquemas cognitivos, la posibilidad de “despertarlas” de manera planificada para así incidir en nuestras formas de actuar sobre todo en contextos de elegir. Porque las emociones siguen portándose de manera esquiva, y las teorías neuro-científicas que las explican son filosóficamente superficiales y excesivamente simples. Porque la práctica de la ciencia, contra múltiples y sostenidas evidencias, se presenta todavía como neutral, objetiva y desprovista de valores y emociones que puedan sesgarla.