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La falacia de la casta

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Metáfora-motosierra. Javier Milei en caravanas portando una motosierra como ícono de su plan de gobierno. | Captura

Se podría decir que para un individualista extremo la casta es el otro, como bien describió el sociólogo Carlos de Angelis. Todo lo otro, que siempre por ser múltiple es social. Sin comprender que sin un otro, no hay yo. Y no solo es sentido psicológico sino material y económico.

La casta es una de las metáforas electoralmente afortunadas de Javier Milei, como la motosierra, ícono autoexplicativo de su plan de gobierno. Pero casta es una metáfora que opera de forma diferente. Significante polisémico y vacío a la vez.

Su significado más asignado no tiene traducción literal, pero sí conceptual. Es drain the swamp, “drenar el pantano” en inglés, frase que los conservadores de Estados Unidos vienen utilizando desde 1980 para reducir el poder de la burocracia de Washington y la influencia de los lobbies que la circundan. Es en referencia a los terrenos pantanosos donde se construyó la capital de ese país y viene de la época en que se drenaban los pantanos para reducir la población de mosquitos portadores de malaria.

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 El pater seraphicus de los conservadores modernos, Ronald Reagan, utilizó en 1983 la frase “drenar el pantano” de la burocracia en el gobierno federal. Y el candidato independiente Pat Buchanan en el año 2000 durante su campaña presidencial dijo: “ningún partido Beltway va a drenar este pantano: es un humedal protegido; se reproducen en él, desovan en él”  Beltway (autopista) es un término peyorativo usado por los libertarios, para describir a los conservadores de los partidos tradicionales.

Más cerca en el tiempo Donald Trump en las tres semanas previas a las elecciones de 2016, tuiteó  79 veces “drenar el pantano” y como hashtag, solo la palabra pantano, otras 75 veces siendo presidente. 

Simplificadamente la casta es el pantano. Otras formas de describir la casta en Estados Unidos son: “estado profundo” o “gobierno permanente”, refiriéndose a quienes perduran en la administración pública más allá de los cambios de gobierno y los poderes fácticos de la sociedad civil que también resisten el paso del tiempo.

Casta entonces es lo que dura, lo que no cambia, lo que está estancado como el agua del pantano. No solo los políticos y los sindicalistas sino los jueces, los periodistas, los curas, los académicos, las instituciones científicas, toda aquella posición que tenga un cursus honorum al que una vez llegado se transforma en status. 

¿Podría funcionar una sociedad donde todos los cargos de cierta responsabilidad cambiasen continuamente? Sería una sociedad donde el lugar de evolución se viviese en revolución y destrucción permanente, un caos, no habría nada sólido donde apoyarse, metáfora inversa del pantano. Sería tan nocivo como una sociedad estratificada de forma permanente, el ejemplo más conocido es el de la India con sus cinco castas y un sistema social sólido e inmóvil.

La palabra casta viajó de oriente a occidente hasta nuestros días. Casta viene del latín: castus-puro. Los portugueses que fueron los primeros marinos en llegar y conquistar la India importaron el concepto de grupos sociales, divididos por rango que trasladaron a las colonias latinoamericanas junto con los españoles organizando la población por origen étnico: europeo, indígena o africano y sus cruces en el mestizaje en esencia, siempre por linaje sanguíneo. 

Y fueron los españoles quienes la reintrodujeron con su uso político tras la crisis de las hipotecas en 2008 por los indignados que conformaron el partido de izquierda Podemos, acusando a los dos partidos tradicionales, el Socialista y el Popular, de estar en connivencia con los poderes económicos en contra de los intereses de la mayoría.

El anarcocapitalismo de los libertarios parte de anarquía, palabra griega que significa sin origen (an arkhia) dado que en el pasado el origen era la fuente de autoridad, derivó en “sin gobierno”. Romper con los lazos del pasado que se expresan como forma de autoridad constituida (las Constituciones entre otras instituciones que son cuasi- inamovibles). Casta es sinónimo de corrupción,  porque al ser un poder inamovible no precisa ser escrutado: el poder absoluto corrompe absolutamente.

Todo orden social tuvo siempre un sistema jerárquico, el liberalismo clásico (opuesto al libertarismo) vino a derrocar a las monarquías absolutistas con su corte de nobles, otra casta transmitida por linaje. Pero no hay sociedad en anarquía, sea capitalista o no, cada época discute su sistema de jerarquías cada vez más mérito y menos linaje.  “El Velo de la ignorancia” del liberal John Rawls es la mejor critica social al libertarismo sobre qué sistema jerárquico cada uno consideraría ético sin saber qué lugar ocuparía en el. 

Existe, en términos de Pierre Bourdieu, “capital relacional”: el hijo, la pareja, el familiar de alguien posicionado tiene posibilidades de acceso mayores a la misma posición, formas disimuladas de nepotismo, como excesos de perennidad en ciertas instituciones  (cuatro décadas al frente de un sindicato) que se deben combatir, pero sin orden social no hay sociedad y sin sociedad no hay individuo.

 

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