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La recuperación de la identidad

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Teatro. | cedoc

Leí con emoción que Buenos Aires retomó su actividad escénica el pasado fin de semana. No visito la ciudad desde febrero de este año.  Los efectos de la cuarentena prolongada solo pude verlos a través de las imágenes que hoy nos llegan por múltiples medios. Pero solo al leer  la noticia del retorno a la actividad hice el ejercicio de imaginarme la ciudad en la que nací y viví durante cinco décadas sin teatros ni espacios culturales abiertos.  Y la primera imagen que tuve fue la de un cuerpo mutilado.

Las ciudades no solo son un entramado de calles, edificios y espacios verdes, sino la actividad que les da vida como la sangre al cuerpo humano. La identidad no es algo acabado sino lo que se construye, conserva y muta al mismo tiempo, el conjunto de elementos  que se multiplican y tratan de tener una unidad en la diversidad.

La actividad cultural y, en este caso, la actividad teatral que comprende no solo el teatro  sino también el circo, la danza, los títeres, performances y demás formas de creación que suceden en vivo,  en algunas ciudades son su carta de identidad. Buenos Aires desde su fundación albergó una intensa actividad escénica que la distingue dentro del mundo por sus especificidades. Hay calles, barrios, zonas que tienen a los “teatros” como un elemento distintivo del  paisaje urbano y de su pulso social. La avenida Corrientes con su multiplicidad de salas como elemento distintivo o el barrio del Abasto con espacios de muy diverso tipo son algunos de los ejemplos contemporáneos que sirven para ilustrar la relevancia del teatro en la construcción de una identidad urbana.

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Esta característica se mantuvo a la lo largo de su historia atravesando los diferentes regímenes políticos que se sucedieron en el país y  la propia gobernanza de lo que fue originariamente un municipio y pasó a ser con la reforma constitucional  de 1994 una solitaria ciudad autónoma dentro de un conglomerado de provincias.

Tan importante es la actividad teatral porteña que se distinguen diversos circuitos dentro de ella según quién los administra (público o privado) o la forma de producción de los espectáculos ( empresarial o comercial e independiente o alternativo). El mapa teatral de Buenos Aires es rico en espacios de diferente volumen, propuestas estéticas diversas, horarios de actividad y modos de relación con el público. Ese conjunto variopinto es un miembro esencial de este cuerpo urbano.

El valor de la actividad teatral no es solo identitario sino que también dota a la ciudad de riqueza material, genera empleo y tiene lo que Keynes llamó “un efecto multiplicador de la economía” porque además de la actividad en sí misma potencia otras indirectas como el transporte, la gastronomía, el turismo.

Durante los meses de paralización ese miembro estuvo cercenado y la pérdida afectó la actividad esencial de muchos individuos que con su trabajo aportan a su  existencia. La cultura es durante esta pandemia uno de los sectores más afectados por la paralización de actividades, aunque es uno de los que más aporta para que los confinamientos en cualquiera de sus intensidades causen menos estragos psicológicos.

Esta situación no es local sino internacional, afecta a toda la actividad artística y cultural de muy distinto modo y produce una paralización de la circulación internacional, que es una fuente básica para la explotación económica de los bienes y servicios culturales. Los cierres de fronteras han paralizado esa circulación y han impedido la realización de ferias, mercados, festivales y otros acontecimientos que constituyen pilares básicos para el sostenimiento de las artes.

La lenta reactivación hace abrigar la esperanza de que pronto se pueda restaurar esa identidad quebrantada y que las condiciones de vida de muchas personas vuelvan a tener la dignidad debida. Para Borges, Buenos Aires es la ciudad que a los hombres da el poder o el oro, pero que solo le deja esa rosa apagada, esa vana madeja de calles que repiten los pretéritos nombres de la sangre.·

Los teatros son parte de esa madeja y de esos nombres que nos permiten reconocerla.

*Profesor de Derecho Constitucional.