La pandemia del covid-19 afectó la vida de las personas en todo el mundo y la salud fue un importante campo, en el que tuvo manifestaciones más claras y evidentes. Hubo otras también del campo de la salud, pero no tan evidentes. ¿A qué nos referimos? La salud es el completo bienestar físico, psíquico y social por lo tanto, no se refiere solo a la presencia de manifestaciones físicas de enfermedad sino a la percepción integral de ella donde lo psíquico y social tienen un importante peso, pero menos evidente. Esta definición que es la reconocida en todo el mundo, en la pandemia fue muy importante. No solo nos afectó físicamente con la infección y muerte de muchos compatriotas, porque también nos alcanzó a todos, aunque no nos infectáramos ni sufriéramos covid, en lo psicológico y social. Pero, además a quienes los enfermó físicamente si lograron superarlo no les resultp gratuito en su salud psíquica y social. Entonces, la pandemia disminuyó y ahora ya la Organización Mundial de la Salud –OMS–, levantó la emergencia mundial, como lo señala una nota de PERFIL el sábado, pero, ¿cómo estamos?, qué nos queda?
Ya se señaló el impacto en la salud mental, muy especialmente en la niñez y adolescencia, quienes parecían que habían pasado la pandemia sin mayores problemas, en lo físico. Sin embargo, emocionalmente tuvieron un gran impacto que no se registró en general, tan claro porque la atención estuvo concentrada en los enfermos y eso agravó la situación. Si bien desde el punto sanitario la OMS hizo muchos llamados a no descuidar la atención de la salud de los servicios esenciales, como por ejemplo, todas las enfermedades crónicas, las modalidades de cáncer y los de salud sexual y reproductiva, pero, en la mayoría de los países esto no se cumplió, por lo menos plenamente. Es así como empeoraron muchas patologías, entre ellas, los distintos tipos de cáncer. En el campo de la salud sexual y reproductiva aumentaron los embarazos por la interrupción del uso de anticonceptivos. Pero en otros, como el cáncer de mama se suspendieron en muchos casos los controles e incluso los tratamientos, ya sea quirúrgicos, quimioterápicos y /o radioterapéuticos, con el consiguiente agravamiento y complicaciones. Esto también en el caso de las mujeres ocurrió en otras patologías no oncológicas, pero igualmente importantes. En la diabetes, una enfermedad crónica muy habitual en las mujeres que requiere control, o la hipertensión arterial con la consiguiente complicación del ACV –Accidente Cerebro Vascular– en sus distintos grados de gravedad. A esto debemos sumar las afecciones de la salud mental, que también aumentaron porque la condición de inseguridad y de tristeza por los familiares afectados, así como en los /as propios/as enfermos/as dejaron huellas. Huellas que aumentaron en mujeres y la niñez los cuadros depresivos, que en su gran mayoría, no se trataron ni se les dio importancia ante la gravedad del covid. El aumento de los casos de suicidio e intentos de suicidio en los adolescentes, especialmente, son un ejemplo. La concentración en la atención del coronavirus y la postergación de los otros problemas de salud afectó y sigue afectando la salud, especialmente de mujeres, niñez y adolescencia. El componente social no fue menor ni se puede ignorar. Se expresó fundamentalmente como la necesidad de las personas de salir a trabajar por la falta de ingresos. Pero hubo otros problemas como los conflictos familiares, tanto en las parejas como entre otros familiares y laborales debidos a problemas de salud social que eclosionaron, muchas veces, transcurrido bastante tiempo porque no son inmediatos. Ahora, la acumulación de atención sumada a las nuevas, afecta la evolución de la salud, es un problema que requiere urgente solución, que es más difícil de lograr en un sistema de salud fragmentado como el del país.