COLUMNISTAS
un mundo en crisis

Potencias en la niebla

La crisis financiera sigue mostrando sus garras. El G20 no logra ponerse de acuerdo y se evidencia un planeta sin liderazgos. El rol del FMI y la herencia de Obama.

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Las opiniones sobre las relaciones internacionales y sobre su futuro son hoy menos claras y definitivas que hace sólo dos o tres años. A la hora de escribir esta columna, finalizo mi participación en una reunión de políticos, intelectuales y funcionarios de América latina, Estados Unidos y la Unión Europea. Entre tantas exposiciones y argumentaciones, hay varios denominadores comunes. Uno resulta particularmente claro: éste es un momento incierto donde el papel de las potencias occidentales, Estados Unidos y la Unión Europea tiene incertidumbres importantes. Algunos hablaron de “confusión”.

A pesar de que no era el tema que nos convocaba, la situación en el Oriente Medio, la impasse militar en Libia y el desarrollo político en Túnez, Egipto, Siria y Yemen estuvieron presentes en el encuentro.

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La Unión Europea y, sobre todo, Estados Unidos son actores que juegan un papel especial en el mundo y en América latina. Pensé útil, por lo tanto, repasar con usted, lector, algunos de los datos que caracterizan este momento incierto.

En las proyecciones para 2011 anunciadas esta semana por el FMI, el mundo crecerá 4,4%, los países avanzados, 2,4%, y los emergentes, 6,5%. Ya es claro que la gran crisis económica iniciada en 2008 ha afectado sobre todo a Europa y a Estados Unidos. Allí el sector público tuvo un rol casi exclusivo para buscar la salida de la crisis. Sin embargo, a pesar del persistente desempleo y el débil crecimiento, se alzan voces que reclaman pasar de la estrategia de estímulo fiscal a la de equilibrio fiscal. El FMI señala que “la mayoría de las economías avanzadas están reduciendo sus déficits fiscales este año, pero Estados Unidos dejó en suspenso el ajuste. Los coeficientes de endeudamiento público siguen aumentando en la mayor parte de las economías avanzadas, y las necesidades de financiamiento han llegado a máximos históricos”. El Fondo proyecta que el nivel de endeudamiento de las economías avanzadas superará el umbral de 100% por primera vez desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Los países más ricos del mundo deberán más de lo que producen en sus países en un año.

El FMI exige ajustes fiscales a las economías más afectadas: Grecia, Irlanda, Portugal y, en menor medida, España. La Unión Europea lucha por salvar su moneda común, el euro, y con ella todo el proyecto común. En Estados Unidos, demócratas y republicanos alcanzaron un acuerdo sobre el presupuesto 2011. Es el “mayor recorte de gasto en la historia” según el propio presidente Barack Obama. Hasta entonces, su gobierno había privilegiado el estímulo. Con relación al producto bruto de Estados Unidos, el déficit alcanza el 11% (3,5 veces el PBI argentino) y, quebrando el techo histórico de 1947, la deuda, el 90% (casi cuarenta veces el PBI argentino).

La herencia que recibió Obama explica mucho del descalabro en las cuentas públicas. La gestión anterior del presidente George Bush inició dos guerras, en Irak y en Afganistán. El costo se ha estimado en 3 billones de dólares, 20% de la deuda (ocho veces el PBI argentino). Paralelamente, tras la grave crisis económica de 2008-2009, se han destinado cuantiosos fondos públicos para salvar la industria automotriz y, sobre todo, las principales instituciones financieras.

El Fondo reclama a Estados Unidos “medidas creíbles para reducir los coeficientes de endeudamiento”. El Partido Republicano, impulsado por la corriente antiestatista del Tea Party, presionó a la Casa Blanca para acordar un drástico ajuste en el funcionamiento del Estado. El acuerdo tendrá importantes consecuencias sociales dentro del país ya que incluye la prorrogación de la baja de impuestos para los más ricos y un drástico ajuste en los programas de salud destinados a los sectores de menores ingresos (Medicaid) y a los mayores de 65 años (Medicare). Pero también afectará la política exterior ya que el presupuesto 2011 contempla recortes de 8,4 mil millones de dólares en el funcionamiento del Departamento de Estado y otras agencias. Los recortes en la política exterior afectarán su capacidad de influencia en el mundo. La secretaria de Estado Hillary Clinton afirmó hace unas semanas que si bien comprendía la preocupación por la deuda “también son necesarias inversiones en nuestro futuro que nos harán más fuertes en casa y consolidarán nuestro liderazgo mundial”.

Los líderes republicanos ya han anunciado que los recortes en los futuros presupuestos deberán ser aun mayores, del orden de 6 billones de dólares en diez años. El miércoles Obama presentó su plan alternativo, un recorte de 4 billones de dólares en 12 años. Ambas posiciones expresan una fuerte reducción del margen de maniobra del gobierno de Estados Unidos en la próxima década.

El repliegue de Estados Unidos ya se ha observado en la crisis de Libia, donde ha delegado la dirección de las operaciones a la OTAN. Sin su pata norteamericana, la Alianza depende en Libia de los europeos, pero la Unión Europea no ha podido construir una política exterior y de seguridad común. La OTAN reproduce en Libia las pujas internas de la Unión Europea. La salida de la crisis allí tiene también una alta incertidumbre.

En Foreign Affairs, Ian Bremmer, presidente de la consultora política Eurasia Group, y Nouriel Roubini, profesor de Economía en la Universidad de Nueva York, señalaron la incapacidad del G20 para lograr una posición común sobre una nueva arquitectura financiera internacional. Paralelamente, la alternativa de una asociación chino-estadounidense (G2) para ordenar el sistema mundial es inviable ante las fuertes disputadas comerciales. En vista de esto, Bremmer y Roubini sostienen que vivimos en el mundo del G0, donde ningún país o bloque de países tiene la capacidad ni la voluntad de conducir la agenda internacional.

La incertidumbre domina un sistema internacional donde observamos a la Unión Europea ensimismada en sus cuestiones internas tras de su ampliación, a Estados Unidos con las tensiones que hemos descripto y a China, que crece sin incertidumbre y con la propiedad de 20% de los bonos de la deuda de Estados Unidos. Estas nieblas desdibujan los perfiles de las potencias pero, de todas maneras, Estados Unidos continúa siendo de lejos la primera fuerza militar y tecnológica.