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Primer mes de gobierno libertario

El marco político tan estrecho que tiene el Presidente da un interés inusual al Congreso. Las fuerzas del cielo chocan con las de la tierra.

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Terminegger 2.0, Federico Sturzenegger. | Pablo Temes

En el primer mes de gobierno de Javier Milei las fuerzas del cielo se chocan con las de la tierra. Las dificultades para gobernar son tanto objetivas –estructura económica– como subjetivas –cultura política–. Pero a este combo se le suman la fragilidad de la formación de gobierno y las herramientas planteadas sin acuerdos políticos con nadie que buscan cambiar en días lo que se fraguó en décadas: el DNU 70 y la ley ómnibus. Ambas encuentran reparos en la política mientras que repolariza la sociedad.  

Un país dual. Argentina se asentó sobre una extensa pradera agropecuaria con un puerto en la desembocadura del Río de la Plata. Es el fruto de la organización nacional posguerra civil (1852). El resultado es paradójico: un país despoblado, con unas pocas ciudades de alta densidad demográfica y una degradación social hacia sus anillos exteriores (conurbanos pobres). Una economía mixta no integrada formada por un sector agropecuario altamente productivo y moderno, y una industria, fruto de la sustitución de importaciones, débil para competir en el mundo. Las industrias potentes con capacidad de exportar se pueden contar con los dedos de una mano, aunque sus dueños también suelen diversificarse con inversiones en “el campo”.

Todo este esquema ha sido intensamente protegido por un Estado que a su vez ha constituido (tras la crisis de 2001) en un refugio para los sectores que se han ido cayendo tras cada crisis económica.

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Para que esa maquinaria imperfecta funcione, necesita el aceite escaso que provee el mercado mundial: dólares, tanto para las importaciones, como para los consumos en el exterior –muchos novedosos como los servicios de streaming– y para pagar los servicios de la deuda.

El mercado por la ventana

Estos dólares los provee mayormente el complejo agroexportador. Consecuencia: siguen las retenciones. Las acciones iniciales de Luis “Toto” Caputo consistieron en devaluar la moneda y liberar los precios: un tradicional “sinceramiento”.

Este pequeño combo tiene un efecto casi instantáneo en el aumento de los precios; es cierto que existen precios atrasados, y distorsiones relativas, pero el dólar es la brújula que orienta esta endeble estructura económica. Por ese motivo, las devaluaciones han perdido la capacidad de generar competitividad externa sin aumentar la productividad. Luego los aumentos secuenciados de los combustibles generarán nuevas presiones sobre los precios. Fijar el dólar hará que en un par de meses se retrase, recomenzando la rueda. Una nota a pie de página es que comunicadores oficialistas ya están hablando de aprovechamiento de la situación por parte de los empresarios, que recuerda a los discursos de Cristina Kirchner y sus famosos “cuatro vivos”.  

Vamos viendo. Quedan más escalones en el superajuste, en especial la eliminación de los subsidios a los servicios públicos. Los planteos iniciales de quitar todos los subsidios de aquí a abril se están reevaluando. Por ejemplo, mientras que los empresarios del transporte público planteaban que el boleto de colectivo tendría que estar entre 500 y 600 pesos, el aumento decidido para enero por Infraestructura llevó el boleto mínimo del AMBA a 76,92 pesos, anunciando que se pasaría a ajustar mes por mes en una carrera imposible contra la inflación.

Caputo logró en este mes lo que Massa no pudo, aumentar las reservas líquidas del Banco Central, esencial para pagar deuda con el FMI y para vender dólares a los importadores que ahora deben pagar el impuesto país. Caputo también prefirió prorrogar el presupuesto de 2023, tema que casi no tuvo discusión. Esto le permite dos cosas: la discrecionalidad para el manejo del excedente obtenido por la mayor masa tributaria fruto de la inflación y un congelamiento de la masa salarial de los empleados estatales y jubilados. Para esto último el Gobierno busca sancionar la suspensión de la movilidad jubilatoria de la ley vigente, y la actualización en virtud de las decisiones del Gobierno hasta el dictado de una nueva ley.

Decreto de necesidad y estrategia

El poder del Estado. Tomados en conjunto, el decreto 70/2023 y la ley ómnibus permiten observar el poder estatal para construir o demoler sectores económicos. El ejemplo más debatido en estos días es lo ocurrido en el sector de la pesca. La difusión del tema se dio luego de una entrevista periodística a un empresario del sector que, simpatizante de las ideas de Javier Milei, descubrió que el capítulo VIII de la ley cambia las reglas de modo que su empresa quedaría fuera del mercado, y eso que no se trata de un “improductivo” espacio de arte. Algo tan simple como eliminar la obligatoriedad de la descarga en los puertos argentinos de los buques pesqueros lleva a que las empresas locales no puedan competir con las pesqueras chinas o españolas.

Es una vieja y extensa discusión la diferencia entre las empresas multinacionales y las nacionales, si la existencia de una “burguesía nacional” es real o deseable. Pero sí se puede observar que el sector pesquero exportó en los 10 primeros meses de 2023 nada menos que 1.355 millones de dólares, cifra que incluso se podría triplicar con las inversiones necesarias. Tras la queja de los gobernadores patagónicos, las empresas y los trabajadores del sector, el Gobierno se comprometió a revisar la legislación enviada, pero dejó picando la duda sobre qué bases se planteó el texto original. También es interesante observar que la reacción empresarial surge cuando “las papas queman”.

Mar embravecido. El marco político tan estrecho que tiene el Presidente hace que cobre un interés inusual lo que pasa en el Congreso. En la Cámara baja, lo que supo ser Juntos por el Cambio se transformó en un archipiélago de bloques con tres de peso, el PRO, la UCR y Hacemos Coalición Federal –que sumó a los cordobeses de Hacemos por Córdoba–. JxC también perdió a José Luis Espert, que con apenas su monobloque logró la presidencia de la estratégica Comisión de Presupuesto. LLA tuvo su pequeña ruptura con Carolina Píparo, que con otra legisladora fundó el bloque Buenos Aires Libre. Si se mira la tendencia, el PRO se encolumna a fusionarse con La Libertad Avanza, mientras que el bloque de la UCR tiende a reproducir la tensión de halcones y palomas. En cambio, el peronismo resiste unido la situación poco habitual de ser oposición a la espera de mejores vientos.

 

* Sociólogo (@cfdeangelis)