En La mano del teñidor, Auden afirma: “ Al igual que un verso, un nombre propio es intraducible”. Y cita la definición de Samuel Butler: “ La verdadera prueba de imaginación es tener la capacidad de ponerle un buen nombre a un gato”. En el caso de su libro Carta de Año Nuevo, esta prueba favorece a otro poeta.
Ya residiendo en Nueva York, Auden fue tentado por el sello Hogarth Press para la publicación de su siguiente libro, El hombre doble. Luego de recibir un adelanto, el libro era presentado en el catálogo de novedades del año de la editorial.
La noticia llegó hasta el poeta T.S. Eliot, director de la editorial Faber & Faber, que de inmediato le recordó a Auden el contrato que había firmado con la editorial inglesa. El acuerdo previo le impedía ofrecer un libro a otro sello.
La insistencia sobre la validez del convenio de exclusividad, adelanto en efectivo de por medio, no fue suficiente para hacer recapacitar a Auden. Para resolver este “descuido”, el autor de La tierra baldía (que no por nada había trabajado en el Lloyds Bank) giró a Hogarth Press la misma suma que esta editorial había adelantado a Auden y recompuso la relación entre las partes. Pero Eliot se negó a usar el mismo título con que el libro se conocería en los Estados Unidos (El hombre doble) y, sin consultar al autor, decidió llamarlo Carta de Año Nuevo.
Lectores de uno y otro lado del Atlántico leyeron el mismo libro con distinto título. Finalmente, el tiempo eligió el nombre con el que T.S. Eliot había resuelto el conflicto.