¿Cómo se construye un equipo líder por fuera del centralismo porteño y de la macrocefalia económica que caracteriza al país y que nuestro fútbol reproduce y sintetiza? ¿Es posible romper con esa estructura que excede pero contiene al deporte más popular de la Argentina? Van 22 fechas de la Liga Profesional y Atlético Tucumán se sostiene en lo más alto, a pesar de que hace varios meses muchos medios pronostican su caída. Se cayó, es cierto, pero también se levantó y volvió a la cima del torneo. Tantas veces me mataron, tantas veces me morí, sin embargo estoy aquí, resucitando.
Sería más romántico y ejemplar –como institución y también como negocio– contar que el equipo está integrado en su mayoría por juveniles formados en el club, pero no: el entrenador Lucas Pusineri armó un rompecabezas con futbolistas rezagados, muchos de los cuales fueron descartados por otros clubes, tanto de Argentina como del exterior. Y así, uniendo pieza por pieza, logró una armonía que le permitió consolidarse.
La construcción fue de punta a punta. Desde el arquero Carlos Lampe hasta el delantero Ramiro Ruiz Rodríguez, uno de los pocos nacidos y criados en el club (el otro es Gabriel Risso Patrón), Pusineri le supo dar confianza y crédito a cada uno de los jugadores que salen a la cancha. El goleador del equipo, Ramiro Carrera, es un caso testigo de esa resiliencia que estimuló Pusineri en cada integrante del plantel. Surgido de Arsenal de Sarandí, Carrera convirtió más goles en este torneo que en los tres años anteriores en los que había jugado en Atlético. Al lado de Carrera juega Guillermo Acosta, acaso el jugador que representa la identidad tucumana de Atlético. Con el Pulga Rodríguez afuera, Acosta es el emblema que queda. El emblema que quiere quedar en la historia.
Poderes. Lejos de ser la cenicienta que el poder porteño pretende presentar, detrás del sólido equipo que armó Pusineri existe una construcción política que ya lleva décadas, y que se identificó con el PJ provincial.
El principal artífice de eso es el presidente Mario Leito, a su vez diputado nacional por el Frente de Todos y ex candidato a intendente de San Miguel de Tucumán en las elecciones de 2019. En el máximo cargo del club desde enero de 2008 –es el presidente con más años de los clubes de Primera–, a Leito la oposición lo cuestiona por partidizar a Atlético. “Lo convirtió en una unidad básica”, dice Carlos Hasbany, presidente entre 2003 y 2008, justamente quien hizo ingresar a Leito a la vida política del club, ahora convertido en su principal opositor, pero a quien Leito venció holgadamente en las elecciones poco concurridas (votaron apenas 1.805 personas) de este año.
Si hay algo que hizo bien Leito en todo este tiempo, fue administrar la oscilante correlación de fuerzas dentro del PJ tucumano. Fue un alfil de José Alperovich durante sus años como gobernador, ahora está alineado con el jefe de Gabinete Juan Manzur, pero le reserva espacios a cada sector: desde junio, cuando renovó su mandato con el 70% de los votos, el vice primero de Leito es Gabriel Alperovich, uno de los hijos del gobernador tucumano entre 2003 y 2015, recientemente procesado por la denuncia de abuso sexual a su sobrina.
Leito también talla en la interna a cielo abierto con Osvaldo Jaldo, el gobernador en funciones desde que Manzur se mudó a la Casa Rosada. Jaldo y Manzur mantienen una guerra indisimulada que se traslada a muchos otros ámbitos, entre ellos el fútbol. Así como Leito se encargó de recolectar el apoyo de Alperovich y Manzur en esta década y media, Jaldo se inclinó por el otro grande de la provincia, San Martín, en busca del segundo ascenso en el delirante torneo de Primera Nacional.
Leito fue parte de la mesa chica de Marcelo Tinelli cuando el conductor televisivo asumió en la Liga Profesional, se ofreció como la “tercera posición” cuando había que reemplazarlo y ahora reseteó su relación con el empoderado presidente de la AFA, Claudio Tapia. “Hoy estamos muy bien”, asegura Leito. Sabe que, para ser campeón, hay relaciones que es preferible regar.
Fe, duda y susto para Pusineri
El entrenador de Atlético, Lucas Pusineri, afirmó esta semana que se tienen “mucha fe” en concretar el primer título de la historia del club. “Tenemos mucha fe para pelear y ser campeones en este torneo, vamos partido a partido, siendo competitivos y agresivos. Y no pensamos en el futuro lejano”, apuntó el DT en una entrevista con ESPN.
Para mañana, cuando visite a Patronato en Entre Ríos, la incógnita es saber si actuará Gastón Gil Romero o el colombiano Andrés Balanta en la mitad de la cancha, en lugar del suspendido Guillermo Acosta. Además, el arquero Carlos Lampe volverá tras haber actuado para el seleccionado boliviano en un amistoso con Senegal, por fecha FIFA.
Esta semana, Pusineri debió viajar de urgencia a Buenos Aires para atender y contener emocionalmente a su esposa, Romina Bergdolt, quien fue víctima de un violento asalto en la vivienda que ambos poseen en el barrio privado Las Vizcachas, en Capilla del Señor.