Toda caída tiene un final, un golpe en el piso. Pero lo peor de la caída de Estudiantes es que todavía no sabe dónde está el punto que la detendrá. Duele más, por supuesto, porque hace pocas fechas estaba en lo más alto de la tabla, y ahora, poco a poco, empieza a resignarse. Sus ilusiones se diluyen, aunque no se apagan: después de sacar un punto de los últimos 12 (el empate contra Talleres), todavía está ahí, cerquita. ¿Hasta dónde se puede caer? ¿Cómo detener esta caída?
Lo bueno, si es que hay algo bueno en este escenario, es que el Pincha –y su técnico, Nelson Vivas– tendrá tiempo para enfriarse y ver qué cambiar durante el verano. Para el regreso ya contará con Juan Sebastián Verón, su presidente, que anunció que volverá a jugar el 8 de enero, en un partido amistoso contra el Bayer Leverkusen en la Florida Cup.
Para Estudiantes, lo de ayer, además de una nueva derrota, esta vez de local contra Defensa y Justicia por 2 a 1, fue una alerta. Un llamado de atención por cómo jugó el equipo, pero sobre todo por cómo lo perdió: lo ganaba con un gol de penal de Lucas Viatri, pero Leonel Miranda y Mariano Bareiro voltearon el marcador y les dieron los tres puntos a los de Florencio Varela. Para el manual pincha, perder un partido luego de estar arriba, para colmo de local, representa toda una herejía.
El premio que perdió Estudiantes fue el de volver a la punta del torneo, al menos hasta hoy, cuando juegue Boca contra Colón. Estuvo otra vez ahí durante un ratito, luego de que Viatri convirtiera un penal por una mano de Bareiro en el área que el árbitro Mariano González cobró bien.
Pero la alegría duró poco. Porque dos minutos más tarde, a los 12, Defensa reaccionó con una buena jugada colectiva: Mariano Andújar tapó muy bien un remate de Nicolás Stefanelli, pero en el rebote, y luego de que fallara Agustín Bouzat, Miranda puso el 1 a 1 con un lindo tiro.
A partir de allí, si bien no mejoró en cuanto a situaciones de peligro, se abrió más el juego y los dos arriesgaron más. Estudiantes tuvo sólo una ocasión para desnivelar, a los 19, con un remate de Augusto Solari que Arias logró despejar al córner.
Defensa, por su parte, creció en el trato de la pelota y Jonás Gutiérrez se transformó en el armador del equipo, que a los 27 encontró la ventaja definitiva. Bareiro entró en soledad por el segundo palo y con un cabezazo selló el resultado. Después de eso vinieron la desesperación, la angustia y los insultos de los hinchas.