El agua no sólo es indispensable para la vida, sino que regula el equilibrio ecológico en la naturaleza y es el insumo principal en las prácticas agrícolas que producen nuestros alimentos y en muchos procesos industriales que nos brindan masivamente productos que mejoran nuestra calidad de vida. En este contexto, considerar políticas que garanticen su uso amplio, racional y equitativo es prioritario bajo la órbita de la sustentabilidad ambiental y económica.
La creciente urbanización de la población mundial conduce a que existan a nivel local desequilibrios estructurales entre las necesidades de agua y los recursos disponibles (atender y solucionar estos desequilibrios). Además, es una realidad que las consecuencias ineluctables del cambio climático sobre la disponibilidad de los recursos hídricos son más duraderas y más difíciles de medir actualmente (hacer seguimiento estricto del impacto del cambio climático en la provisión de agua potable).
Se hace mucho hincapié en difundir estrategias de ahorro en relación al consumo real pero se desconoce el concepto de “agua virtual”. Se refiere al agua usada para elaborar un producto determinado. A partir de la suma de los productos consumidos y su equivalencia en agua virtual, se puede afirmar que cada persona gasta entre 2.000 y 5.000 litros de agua por día de media. En cualquier caso, más allá de estos datos llamativos, esta teoría tuvo aplicaciones prácticas muy interesantes en el intercambio económico y el denominado "comercio de agua virtual".
Argentina, cuarta en el ranking
Por ejemplo, un país árido o semi-árido como España puede intercambiar sus tomates (200 litros por kilo) por trigo (600 litros por kilo) de otros países con mayor acceso al agua. De hecho la República Argentina es una exportadora neta de agua virtual ocupando el cuarto lugar en el ranking, detrás de Canadá, Australia y Estados Unidos y apenas por delante de Brasil.
Tendencias de consumo
Otro aspecto que vale la pena resaltar respecto al agua virtual, son las implicancias que puede tener en los hábitos alimenticios y en las tendencias de consumo de una población. Por ejemplo, si las poblaciones de China o India cambian sus hábitos alimenticios a los de un pueblo norteamericano medio (en Estados Unidos el consumo de carne es 3 veces superior a la media mundial), la balanza comercial de agua virtual del mundo puede distorsionarse severamente y conducir a un proceso en el que el consumo de agua aumente en demasía, y en consecuencia, se incremente su escasez a nivel global.
En definitiva, hay conceptos en relación al uso del agua que la sociedad en general no termina de dimensionar. Y que, ser conscientes de ellos, es el camino definitivo para empezar, al menos, a minimizar el impacto de nuestras acciones.
*Jorge Stripeikis, Director de la carrera de ingeniería química del ITBA
