ECONOMIA
El futuro también llega

Barrer debajo de la alfombra

A medida que se fue aplanando la curva económica para mitigar los efectos ineludibles de la cuarentena, también se van pateando para adelante otros problemas que se deberán resolver.

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Patria protegida. | Pablo Temes

Los equipos negociadores por la deuda siguen puliendo las cifras con las que podrían llegar a un acuerdo. Un cambio de estrategia desde el aparente fracaso de la del "tómalo o déjalo" con que durante dos meses el ministro de Economía intentó convencer a propios y extraños.

Ahora, volviendo a las fuentes, conversan, discuten y acuerdan primero y enuncian después. Ya no hay una fecha, sino una sucesión de plazos “anecdóticos” en la que va fluyendo el futuro de un tema que para el propio Presidente es una mochila para la economía argentina.

¿Una vez despejada esa incógnita, se habrá allanado el camino hacia el crecimiento inclusive y sostenible? Pregunta compleja para una respuesta monosilábica: no. Es que luego de años (y hasta décadas) de frustraciones, la economía acumuló desequilibrios que la épica de la deuda fue barriendo debajo de la alfombra. Por citar los más urgentes:

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  1. Dólar. Como siempre, el termómetro por excelencia de la economía argentina. La pregunta no es el valor sino cuáles son los tipos y sus cotizaciones. El “oficial” cada vez va teniendo menos relevancia por los sucesivos cepos para restringir su demanda. Es una generalización de las retenciones y una discrecionalidad para su aplicación.
  2. Reservas. Si bien la cifra no se ofrece con la fluidez necesaria, siempre está más visible el concepto de reservas totales del Banco Central que de las de libre disponibilidad. Estas estarían por debajo de los US$ 10 mil millones a fines de mayo, considerando que los depósitos de los ahorristas en los bancos y sus encajes en el Central también generan un pasivo paralelo.
  3. Equilibrio del sector externo. La fragmentación del mercado de cambios en su faceta de vehículo comercial (exportaciones-importaciones), ante la incertidumbre de una deuda aún no cerrada, pero con el casi seguro horizonte que el flujo de pagos hacia los acreedores será insignificante y sólo podría alterarse por un mal acuerdo con los organismos internacionales. Pero hoy hay una proyección de nuevos ingresos de capitales ni grandes saldos exportables.
  4. Ahorro en declive. La pandemia afectó los ingresos y por lo tanto el flujo de ahorros. Pero la baja en las tasas de interés y las expectativas inflacionaria para la reactivación impulsó a canalizar los pocos que se generan al dólar. Para junio se prevé ofrecer otras alternativas, pero sin un resultado cierto para derivar los (pocos) fondos excedentes.
  5. Implosión del empleo. La inactividad amenaza la demanda de trabajo y castiga a un mercado alicaído que en la última década sólo generó monotributistas y estatales. Solamente las trabas al despido evitan que la desocupación no haya aumentado proporcionalmente al desplome de la actividad. Así como en la post pandemia la inflación se reactivará, el desempleo también pujará por lograr su valor “de equilibrio” o generará rebajas salariales reales.
  6. Actividad en caída. No es sólo efecto de la pandemia, pero todos los indicadores de actividad indican que ya antes de la cuarentena obligatoria, había un retroceso con respecto a un mal año como 2019. La pregunta es cuánto caerá finalmente y cómo se recuperará, para poder alcanzar un año 2021 con estabilidad.
  7. Sistema fiscal. Al déficit proyectado por el equipo económico para este año se agregó la pandemia con el consecuente aumento en el gasto sanitario y caída en los ingresos tributarios por el parate, pero también los subsidios de emergencia para contener la crisis. La reactivación hará disminuir este rojo crónico, pero difícilmente desaparecerán todo el auxilio con rapidez.
  8. Sistema previsional erosionado. En la ley de emergencia ya se había iniciado un nuevo ciclo de achatamiento de la pirámide de haberes previsionales, cosa que se acentuará si no se ajustan por inflación. Al no vincular aportes presentes con ingresos futuros, el ahorro previsional se transforma en un impuesto sobre los ingresos.
  9. Mayor gasto sanitario. Durante la emergencia, es lógico el aumento del gasto en salud. Pero una vez superados los picos sanitarios, el presupuesto del área se verá incrementado también para incluir una efectiva política preventiva integral.
  10. Pobreza endémica. La brusca caída de los ingresos aumenta los niveles de pobreza durante la pandemia y la experiencia argentina indica que las caídas son instantáneas pero la recuperación es mucho más larga y a veces dista de ser completa.

La asignatura pendiente de la democracia argentina tendrá un desafío aún mayor.