El descontrolado proceso de venta de tierras en la Argentina, donde para un extranjero una hectárea puede valer lo mismo que una hamburguesa, despertó voces de alarma que denuncian la falta de legislación sobre el tema
Bajo el título “ Argentina: una hectárea por una hamburguesa”, el diario El País de España se hizo eco hoy de la situación.
Empresas, organizaciones, multimillonarios o simples particulares tienen sus ojos puestos en la Argentina para adquirir vastas extensiones de fértiles tierras, inmensos páramos o viñedos, a precios irrisorios para inversores extranjeros, según el diario español.
" En Santiago del Estero y en Chaco la hectárea vale lo que vale una hamburguesa", dijo Andrés Kliphhan, coautor de Tierras S.A..
En Catamarca la tierra vale unos seis euros la hectárea, según El País. En Chubut, 11,5 euros la héctarea, y las fértiles tierras de la provincia de Buenos Aires tiene un valor de unos 1.000 euros la hectárea.
La venta de tierras, tanto públicas como privadas, según investigadores, organizaciones sociales y políticas afecta a unos 300.000 kilómetros cuadrados, más de la mitad de la extensión de España y el proceso de venta de tierras se acelera por la falta de una legislación federal sobre el tema, dice el diario español.
"Hay 30 proyectos de ley para regularlo, ya sea en el Parlamento federal o en los provinciales, pero están todos metidos en el cajón", dijo Kliphhan, que advirtió que grandes compradores son sociedades de las que no se sabe nada y cuya sede está situada en paraísos fiscales.
Por lo menos el 10% del territorio nacional ya está en manos extranjeras, según indicó citando al Ministerio de Defensa, Gonzalo Sánchez, autor de La Patagonia Vendida.
"El problema es que se está vendiendo terreno que no se puede vender", dijo Sánchez, que denuncia la falta de regulación respecto a las tierras fiscales.
Según la publicación, el último proyecto legislativo de regularización fue presentado hace año y medio por el diputado peronista José María Díaz Bancalari, pero ni siquiera fue admitido a trámite parlamentario
Así, en los últimos tiempos las tierras argentinas se han transformado en el botín más codiciado de magnates extranjeros, que ponen sus dólares en los extensos terrenos patagónicos.
Los hermanos Benetton, que poseen en total unos 10.000 kilómetros cuadrados en el sur argentino, están dentro de la categoría de propietarios productivos.
En otro plano se sitúa el multimillonario Douglas Tompkins, quien al frente de la Conservation Land Trust es poseedor de unos 4.500 kilómetros cuadrados, de los cuales un 20% es productivo y el resto forma de parte de su proyecto personal de conservación de la naturaleza. Tompkins evita cuidadosamente comprar tierra fiscal para evitar posibles reclamos de grupos vecinales.
En una tercera categoría de grandes propietarios extranjeros, señala el diario español, estarían situados aquellos que compran terrenos para disfrute personal, entre ellos el vicepresidente de AOL/Time Warner y fundador de la cadena CNN, el estadounidense Ted Turner, o Joseph Lewis, el sexto hombre más rico del Reino Unido.
También en la provincia de Mendoza desde hace unos años, grandes grupos vitivinícolas franceses, españoles e italianos están adquiriendo terrenos y bodegas como parte de su estrategia de expansión empresarial. Y también lo están haciendo ciudadanos particulares, argentinos y extranjeros, entusiasmados por la posibilidad de realizar el sueño de tener el viñedo propio.
Pero también se está produciendo una inversión puramente especulativa animada por las proyecciones de alza en el precio del terreno.
La Iglesia católica también ha levantado su voz en este proceso, señala El País, y publicó hace unos meses el documento "Una tierra para todos", en el que denuncia la concentración de tierra productiva y pide una política de Estado para un problema que afecta a comunidades indígenas, trabajadores del campo y los habitantes de las ciudades.