ECONOMIA
¿Hacia donde vamos?

La salud repercute en todas las economías pero de manera diferente

La actual pandemia es totalmente global. Pero la Argentina no dispone de ahorro, ni de crédito; y su déficit fiscal es enorme.

Campo y corona 20200703
Campo y Coronavirus | Cedoc Perfil

La historia importa. Y mucho. Con ella, hemos aprendido que, luego de hechos traumáticos, surgen nuevas instituciones y diferentes hábitos. Basta observar lo sucedido después de la 1° y de la 2° Guerra Mundial.

Algo similar pasa con la aparición de nuevas invenciones y tecnologías. Un ejemplo clarísimo lo brinda la Revolución Industrial, a partir de la máquina de vapor (1769).

La actual pandemia es totalmente global. Y es un hecho verdaderamente traumático. Podría decirse que es un fenómeno inédito. La cuestión de la salud repercute, también, en el plano económico, en todos los países. Pero, ciertamente, de forma diferente.

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Aquellos que han leído el Evangelio, recordarán la parábola que habla de una boda: “Diez muchachas tomaron sus lámparas de aceite y salieron a recibir al novio. Cinco de ellas eran despreocupadas y cinco previsoras. Las despreocupadas llevaron sus lámparas, pero no llevaron aceite para llenarlas de nuevo; en cambio, las previsoras llevaron sus botellas de aceite, además de sus lámparas. … “Como el novio se demoraba quedaron dormidas. Y agrega el Evangelio que al llegar éste: “Todas las muchachas se levantaron y comenzaron a preparar sus lámparas. Entonces las cinco despreocupadas dijeron a las cinco previsoras: “Dennos un poco de su aceite, porque nuestras lámparas se están apagando.”…” Pero no hubo caso, las puertas se cerraron. Y quedaron afuera.

Nuestro país está en el grupo de las despreocupadas. Está afuera.

El coronavirus ha traído una disrupción de difícil cuantificación en el desenvolvimiento de los aparatos político, económico, social. Pero, a diferencia de los países más desarrollados y algunos otros, la Argentina no dispone de ahorro, ni de crédito; y su déficit fiscal es enorme. Y hay algo peor aún: carece de moneda y de confianza. Si hubiésemos tenido moneda, cuán distinto habría sido el problema. Así, la gente vive en incertidumbre extrema.

El propósito oficial de preservar el empleo y los ingresos no tiene viabilidad en grandes sectores inactivos y en otros, todavía operativos, el drama es que siguen golpeados por la ruptura de la cadena de pagos. El sector público no es ajeno a este cuadro, que sufre la abrupta baja en la recaudación tributaria.

No sabemos cómo terminará esta suerte de saga de la renegociación de la deuda soberana. Pero sea cual fuese su final, la realidad es que, aún en caso de no caer en default, el crédito en cualquiera de sus formas será muy limitado. Las operaciones al contado serán las más comunes y, en tal caso, más restringidas y con mayores dificultades en las importaciones.

La fragilidad de un terreno que ha quedado en evidencia es el de la salud, ciertamente, por décadas postergado. He aquí donde la demanda social presionará para que se invierta.

Probablemente, disminuya el turismo procedente del exterior. Pero al mismo tiempo crecería el interior, con una revalorización de las atracciones nacionales.

 

El lado de más oscuro de nuestro futuro inmediato es el del valor de nuestra monedad que se reflejará en un aumento dramático de la inflación y depreciación del peso.

 

El único instrumento de financiación con que cuenta el Estado proviene del Banco Central que incide en la dinámica cambiaria a la que su unirá un fuerte aumento en la velocidad de circulación, prácticamente. Esta combinación asegura una profunda acentuación de la tasa inflacionaria.

A su vez, la rigidez del mercado laboral tendería a flexibilizarse mediante el crecimiento de la ocupación “en negro”. Y con una tasa de desempleo creciente.

Lo que está claro es que la pobreza seguirá su camino ascendente. Lamentablemente, las políticas de asistencia social, en un cuadro como éste, incrementará el déficit fiscal y así el círculo vicioso se retroalimentará.

A no caer en el desánimo, lectores. Hay factores para un moderado optimismo.

La cadena agroindustrial, dada su competitividad, seguirá creciendo con una demanda externa que pretenderá recuperar buena parte del terreno perdido durante la pandemia. Los inconvenientes para importar, seguramente, incentivarán el ingenio para remplazar insumos del exterior por locales.

Las exportaciones argentinas crecerán en el área informática y de software, donde los expertos locales han dado muestras claras de su gran expertise.

Pese a todo lo descripto, la fortaleza que ha demostrado la sociedad, con visibles rasgos de frondosa civilidad, abre un horizonte, de más largo alcance, favorable para su desarrollo económico.

La demanda social, seguramente, se focalizará en un plan integral de crecimiento que despeje en buena parte la incertidumbre y aliente la inversión.

 

* Profesor. Las opiniones expresadas son personales y no necesariamente representan la opinión de la UCEMA
FeL