ECONOMIA
Mercado de trabajo

Reducción de la jornada laboral: ¿se puede aplicar en Argentina?

Si bien el debate está instalado en la agenda parlamentaria, distintos especialistas analizaron los beneficios y desafíos que enfrenta una medida ya aplicada en otras partes del mundo.

Trabajador Industrial
Trabajador Industrial | Shutterstock

La Cámara de Diputados inició el debate este martes para reducir la jornada laboral en la Comisión de Legislación del Trabajo. Sin embargo, hay factores como la productividad, la capacidad tecnológica, las perspectivas empresariales y las condiciones macroeconómicas que podrían limitar la aplicación de una nueva ley.

Con diferencias, la mayoría de los proyectos presentados buscan llevar la jornada de 48 a 36 horas semanales sin reducción de salarios y acercarse a las legislaciones vigentes en otros países.

No obstante, cabe destacar que, de acuerdo a Juan Manuel Ottaviano, abogado laboralista; la reducción del máximo legal de la jornada impacta solamente sobre algunos sectores porque el promedio de horas trabajadas en los mercados laborales siempre es menor a lo dispuesto por la ley. Entonces, la disminución del máximo legal acompaña la reducción de las horas promedio.

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Por otra parte, “en los mercados desregulados este tipo de proyectos pueden conllevar una reducción del salario, pero en los regulados se produce el efecto contrario porque para reducir la jornada y sostener los sueldos, las empresas tienen que invertir en una mejor organización del trabajo, intensificar el trabajo humano o abonar horas extras”, aseguró el investigador del área de Trabajo e Ingresos de Fundar.

Casos en el mundo

En cuanto a las experiencias a nivel internacional, entre 2015 y 2019, Islandia llevó a cabo una prueba piloto en el Ayuntamiento de la capital, Reykjavik, y en la administración estatal: la semana laboral pasó a ser de 4 días y la jornada se redujo de 40 a 35 horas. De acuerdo a la BBC, la productividad se mantuvo o mejoró y los trabajadores afirmaron sentirse menos estresados e indicaron que el balance entre su vida privada y laboral había mejorado.

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En la misma línea, el Reino Unido realizó un ensayo similar entre junio y diciembre de 2022, el cual estuvo a cargo de la organización sin fines de lucro 4 Day Week Global y la Universidad de Cambridge. En este caso, la jornada de trabajo pasó de 40 a 32 horas. De esta prueba piloto participaron 61 empresas y casi 3.000 empleados.

Los resultados indicaron que el 71% de los trabajadores redujeron sus niveles de agotamiento y el 39% se sintió menos estresado. “La satisfacción general con el trabajo y la vida es mayor, y los empleados informan tasas más bajas de agotamiento y una mejor salud física y mental. Las personas también tienen menos problemas para dormir y hacen más ejercicio”, detalló el informe.

Asimismo, 56 de las 61 empresas participantes aseguraron que se continuarían implementando semanas laborales de 4 días luego de que terminara el programa piloto y 18 afirmaron que el cambio sería permanente. Además, los ingresos de las compañías se mantuvieron e incluso aumentaron 1,4%.

En este marco, de acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), una parte sustancial de los empleados que trabajan más de 48 horas por semana desearía reducir sus horas de trabajo, y muchos de ellos expresan que lo harían incluso si eso implicara una disminución de sus ingresos. 

Además, “en general, las jornadas laborales más largas se asocian con una menor productividad laboral por unidad, mientras que las jornadas más cortas se vinculan con una mayor productividad”, señaló la organización.

El problema de la productividad

Uno de los argumentos en contra de reducir la jornada laboral es que disminuiría la productividad. No obstante, hay casos en el mundo que demuestran lo contrario.

Según un estudio de Our World in Data, los trabajadores de las regiones más pobres tienden a trabajar más. En este sentido, compararon las horas trabajadas en Suiza, uno de los países más ricos del mundo, y Camboya, que tiene un ingreso promedio 20 veces menor al primero.

Gráfico Productividad

“Países como Camboya o Myanmar tienen uno de los PIB per cápita más bajos pero las horas de trabajo más altas. En Camboya, el empleado promedio trabaja 2.456 horas al año, casi 900 horas más que en Suiza (1.590 horas). Las 900 horas adicionales para los trabajadores camboyanos significan jornadas laborales más largas y muchos menos días libres”, señalaron.

“Una mayor productividad laboral se asocia con menos horas de trabajo: Vemos que los mismos países más ricos con menos horas de trabajo, como Alemania y Suiza, tienen una productividad laboral muy alta (US$ 69 y US$ 83 por hora, respectivamente)”, agregaron.

Opositores y perspectivas

Por su parte, el diputado nacional y el secretario general de la Central de Trabajadores de la Argentina (CTA), Hugo Yasky, quien propone una semana laboral de 4 días con un máximo de 40 horas semanales; dijo a PERFIL que los argumentos de algunos empresarios argentinos están vinculados a la posible pérdida de productividad. 

Frente a esa objeción, explicó: “No es lo mismo carga horaria de trabajo que productividad. No se puede utilizar como única variable determinante de la productividad las horas que una persona está en un puesto de trabajo. La incorporación de tecnología, la mejor organización y hasta el clima laboral son factores que aumentan la productividad”.

Y señaló que en los países donde se aplicó la reducción horaria se registran menos accidentes laborales, menos conflictividad laboral, bajos niveles de estrés y de enfermedades asociadas al trabajo, con lo cual se reducen eventuales costos empresariales. 

“En muchos casos, la productividad se incrementa porque en menos horas de labor hay menos cansancio y la tarea es más eficiente. Pero no debemos perder de vista que no todo son factores cuantitativos del lado de la producción. Al fin y al cabo, la organización del trabajo humano de manera colectiva debe perseguir el principal objetivo de vivir mejor”, consideró el dirigente. 

También, aquellos que se oponen al cambio argumentan que esto llevaría a un aumento en las horas extra ya que los empleados tendrían que ponerse al día fuera del horario laboral normal. Sin embargo, desde la OIT afirmaron que no se registró evidencia que respaldara dicha hipótesis en ninguno de los pilotos. 

La prestación de servicios se mantuvo al mismo nivel, y la reducción del tiempo se logró "reconsiderando cómo se completaban las tareas: acortando reuniones, eliminando tareas innecesarias y ajustando los turnos", explicaron.

Aplicabilidad en Argentina

En el caso particular de Argentina, según una encuesta de Bumeran realizada en 2022, el 88% de los especialistas en Recursos Humanos cree que la tendencia a futuro apunta hacia una reducción de la jornada laboral.

En tanto, el 62% de los especialistas en recursos humanos argentinos cree que se puede llevar a cabo una reducción de la jornada laboral. Sin embargo, solo un 7% tiene pensado hacerlo.

Respecto a los salarios, el 72% considera que es posible mantenerlos a pesar de reducir la jornada.

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Ahora bien, ¿están dadas las condiciones para llevar a cabo una reducción de la jornada laboral?

Para Yasky, “los procesos de incorporación tecnológica que provocaron un aumento de la productividad, solamente apropiado por la rentabilidad empresarial, muestran que están dadas las condiciones económicas”. 

“También, hay condiciones que tienen que ver con los cambios culturales que felizmente hacen necesaria una mayor participación de los padres en las tareas de cuidado. El trabajo debe distribuirse para que todos puedan implicarse en la vida familiar y tener más tiempo de calidad”, agregó.

En contraposición, Marcelo Elizondo, Chairman de la International Chamber of Commerce (ICC), dijo: “Los países que han tenido una salida más o menos exitosa en la reducción de la jornada laboral, como Islandia, Escocia y Gales, tuvieron una enorme elevación de las condiciones tecnológicas previamente. Se puede incrementar la productividad si además de reducir la jornada laboral, tenés una macroeconomía muy calificada que alienta la revolución tecnológica”.

En este sentido, y respecto a su aplicabilidad en el país, aseguró: “Creo que es muy complicado que Argentina pueda tener una jornada laboral reducida en horas o en algún día en un marco de bajísima productividad. En los países que se ha implementado fue casi como una consecuencia natural de la revolución tecnológica”.

“Me parece que no es bueno dar un salto al vacío. Se deberían instrumentar planes pilotos para empresas que quieran adherirse de acuerdo a sus condiciones. Es muy importante que esto no sea rígido. Lo que está ocurriendo en el mundo es que la legislación laboral evoluciona hacia modelos laborales distintos según el tipo de empresa, el tipo de industria y el tipo de actividad”, consideró. 

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En tanto, el Grupo de los 6, que agrupa a distintas cámaras empresarias, manifestó en un comunicado: “La brecha de productividad y tecnológica que nos separa con los países desarrollados viene siendo cada vez mayor, especialmente tras la pandemia, donde otros países implementaron políticas y recursos muy agresivos para avanzar en el nuevo contexto global”. 

“Por lo tanto, Argentina debería: estabilizar sus condiciones macroeconómicas, reducir el empleo informal, generar empleo formal (el cual prácticamente no crece desde 2012) y promover incentivos al empleo, entre otras medidas, antes de discutir una reforma de este tipo”, consideró.

En la misma línea, Juan Luis Bour, economista en jefe de FIEL, señaló que hay un problema básico de productividad en Argentina ya que durante los últimos 13 años el producto por ocupado cayó 15%.

En suma, “las empresas se mueven en un ambiente poco competitivo, la economía está semicerrada, mucho más cerrada desde que impiden importar y, en algunos casos, exportar”, dijo.

Asimismo, Bour consideró que implementar una regla uniforme es un “brutalismo económico“ porque una empresa en Jujuy tiene que enfrentar la misma legislación laboral que una empresa en Tierra del Fuego, en Córdoba, en la Ciudad de Buenos Aires o en el Gran Buenos Aires y las condiciones son diferentes.

Al respecto, y ante posibles problemáticas en determinados sectores o regiones, Yasky afirmó: “En algunos casos excepcionales, por tipo de empleo con mano de obra intensiva podría haber una merma en la productividad. Frente a ello, deben aplicarse políticas focalizadas donde el Estado pueda compensar con algún beneficio a las empresas que vean reducida su rentabilidad si eso ocurriera”.

LD / ds