Bullicioso adios al embajador de Estados Unidos. Sí, había medallas, fotos y condecoraciones, pero sobre todo, un despliegue de las notas que en diversos medios gráficos argentinos Noah Mamet protagonizó una vez que tanto él como su equipo entendieron que esa apertura estudiada para exhibirse como un diplomático carismático no iba a contramano del pulso político que atravesaba Argentina durante su desempeño como embajador de Estados Unidos. Tampoco fue el primero de los que habitaron el Palacio Bosch en asumir un alto perfil mediático. Sí el único que, por ejemplo, recorrió el sur a bordo de una Harley-Davidson –e incluso tiene una propia en la embajada–, o el que cerraba algunas de sus recepciones –no las más privadas– sumándose a un minirrecital espontáneo de piano a cargo de algunos invitados de perfil juvenil que demoran la salida. También el miércoles se dio una coincidencia: Mamet llegó a la Argentina en enero de 2015 y una de sus primeras apariciones públicas fue en el cementerio de La Tablada para seguir el adiós al Alberto Nisman; casualmente, su despedida coincidió con el acto por los dos años de la trágica muerte del fiscal. Pero el clima en la residencia no era precisamente de pesadumbre sino, como en estos casos, bullicioso. La ausencia de Macri no se notó: desde Marcos Peña para abajo, ministros, funcionarios y demás suplieron a la figura presidencial. En todos los salones del primer piso se armaron grupos para conversar, y siempre muy cerca del anfitrión deambularon los funcionarios y algunos invitados más interesados en charlar con estos últimos que con el embajador saliente. Una de éstas fue una conocida responsable de un céntrico hotel que tuvo “hasta ayer nomás” vínculos con el gobierno kirchnerista, pero en la embajada no dejó de mostrarse entusiasta y locuaz con personajes de primera línea del macrismo, en especial Nicolás Caputo, y hasta con Awada. Fuera de esto, fue muy graciosa la coincidencia de encontrar tanto a Pablo Avelluto como a Iván Petrella con similar lesión en una de sus respectivas piernas. El primero acusó un accidente doméstico mientras acarreaba cajas durante una mudanza; el segundo, una lesión meramente deportiva. Si alguno quiso llevarse algún dato secreto de la salida de Carlos Melconian –anunciada ese mismo día–, no era la embajada el lugar. Tampoco se percibía un clima de congoja por el adiós, las palabras de Mamet en su discurso no prenunciaron ningún escenario sombrío con Trump como presidente.
Fotos, si. ¿votos? No es un eslogan publicitario. Es uno de los trabajos que presentó el politólogo Juan Manuel Sabaris en su refugio marplatense de Playa Grande. La foto de Sergio Massa votando el tema Ganancias y un posible acuerdo electoral con el FpV/ PJ duplicaría su intención de voto en territorio bonaerense por sobre los números que obtiene si continúa su alianza con Margarita Stolbizer. Para sostener sus prevenciones sobre la tan ponderada imagen, que en la mayoría de los casos no se transforma en votos, recordó la performance de Daniel Scioli. El político con mejor imagen del país sostenida por años –casi un calco de lo que ocurre hoy con María Eugenia Vidal– no pudo sortear con éxito las elecciones intermedias en Buenos Aires.