La furia antisistema que atraviesa el mundo tiene una raíz común que explica el auge de fenómenos tan diferentes como la irrupción de los populismos, las teorías conspirativas que esgrimen los movimientos contra las vacunas o el terraplanismo, y hasta la reaparición de un vigoroso antisemitismo.
Especialistas sostienen que todo esto se produce como efecto de una “respuesta antisistema” de una población cansada de las elites económicas y políticas, en la que juegan un importante papel las redes sociales y los medios de comunicación.
Investigación. Este vínculo entre el reciente auge del populismo y las teorías antisistema fue refrendado por una investigación de la Universidad Queen Mary de Londres (QMUL) dirigida por el británico Jonathan Kennedy, especialista en políticas públicas.
“Hay evidencia de una asociación significativa en toda Europa entre el crecimiento de los movimientos antivacunas y el aumento del populismo en esas mismas comunidades. Se puede tomar el caso testigo de Italia, pero hay muchos más”, explica Kennedy a PERFIL en diálogo telefónico.
El Movimiento Cinco Estrellas, que en 2018 ganara 222 escaños en el Parlamento italiano, se considera como una “libre asociación ciudadana antisistema” y no como un partido político tradicional. En su campaña tomó el tema de la falta de seguridad de las vacunas obligatorias y la potestad de cada ciudadano de elegir libremente su aplicación.
Desde el Parlamento, los legisladores de Cinco Estrellas sumaron con la ultraderechista Liga Norte una representación suficiente para derogar la obligatoriedad de vacunación de los niños que asisten a escuelas públicas. “Lo sorprendente es que se votara esta resolución, cuando por la disminución de vacunación desde 2013 ya se había registrado un aumento de los casos de sarampión que, según la Organización Mundial de la Salud, solo en 2017 creció 400%”, dijo Kennedy, doctor en Sociología de la Universidad de Cambridge.
El trabajo, publicado por el European Journal of Public Health, relaciona datos estadísticos de catorce países europeos. En cada zona del Viejo Continente donde calaron los movimientos antivacunas y las ideas anti-establishment creció la presencia de grupos populistas y partidos alternativos.
—¿Se pudo verificar su teoría en países con buenos sistemas de salud pública y vacunación?
—Como el caso que tomamos de Italia, tenemos ejemplos similares en Francia con el Frente Nacional y luego está Grecia con un gobierno populista de izquierda. Al mismo tiempo, en países como Bélgica y Portugal, con altos niveles de vacunación, se evidencian bajos niveles de propuestas populistas antisistema.
—¿Cómo asocia el populismo con el antisistema, que parece más anárquico?
—Claro, el concepto difiere un poco para nosotros en Inglaterra. Populismo es una palabra que en Latinoamérica tiene una connotación más cercana al concepto de “demagogia por medio de dádivas”, mientras que en Europa está más relacionado con “expresiones antisistema reactivas ante las viejas elites”. Claramente, estos grupos van de la mano con las posturas más escépticas respecto a los expertos en ciencias y las corporaciones médicas.
—Si no entienden razones científicas, y la falta de vacunación afecta a toda la comunidad, ¿qué medidas se deben tomar entonces?
—Nuestra conclusión es que los académicos y actores de salud pública trabajen para generar confianza con los padres que se muestran reacios a vacunar a sus hijos, pero esta estrategia tiene límites. La desconfianza popular más general hacia las elites, los expertos y los programas de vacunación en particular será difícil de resolver a menos que también se aborden las causas subyacentes. El hombre común, padre de familia, se siente expulsado del sistema y reacciona visceralmente.
—¿Las redes sociales empeoran la situación al propagar ideas erróneas con gran facilidad?
—Las redes sociales solo muestran los síntomas de una situación social, algo que subyace en la sociedad y cuyas causas son más complejas. Gran parte de la población de Europa occidental se siente marginada económica y políticamente en la actualidad. Hay un crecimiento de la inequidad socioeconómica, menor calidad educativa y acceso al empleo.
Para Kennedy, lo más alarmante es que actualmente el número de ciudadanos europeos que no se sienten representados ni comprendidos por el sistema democrático partidario tradicional está creciendo. “Atacar la desigualdad social y mejorar la calidad educativa son dos caminos necesarios para combatir el populismo y todas sus consecuencias, entre ellas los movimientos antisistema y antivacunas”, concluye.
“Infoxicación”. El filósofo español José Antonio Marina, especialista en educación, cree que lo primero que hay que decirles a los jóvenes es que “van a tener que seguir aprendiendo y capacitándose toda su vida para sostener el empleo”. El filósofo caracteriza el mundo que les va a tocar transitar como vulnerable, incierto, complejo y ambiguo. “El pacto social entre generaciones se ha roto y ya no hay seguridad laboral”, destaca Marina.
Parte de la complejidad y ambigüedad se da a partir de la inmensa cantidad de información disponible que puede conducir a una saturación o “infoxicación”, si no se tamiza por medio del pensamiento crítico. Emilia Lopera Pareja, especialista en ciencias de la información y cultura científica, destaca que el uso de internet de los ciudadanos como fuente de información sobre temas científicos y pseudocientíficos se triplicó en una década en España, aumentado del 14% en 2004 al 40% en 2014.
“La falta de confianza en los responsables de establecer los marcos regulatorios que rigen nuestra vida en sociedad ha alimentado el surgimiento de dos tensiones: independencia versus condicionamiento, y libertad contra seguridad. Esa desconfianza del contexto general se traslada al ámbito de la salud pública y se focaliza en la delicada relación existente entre los gestores políticos y la industria farmacéutica” subraya Lopera Pareja, autora de una investigación sobre movimientos antivacunas en España.
Opiniones o evidencias. Uno de todos los temas relacionados con las teorías conspirativas que hace poco tomaron notoriedad es el terraplanismo, o la convicción de que la Tierra es plana. Para los especialistas, lo más grave que se puso en evidencia fue el tratamiento que muchos medios de comunicación le dieron al tema, con una sobreexposición mediática de sus cultores.
“Equiparar opiniones personales con evidencia científica no es informar, sino crear confusión. Cada uno se puede juntar con quien quiera a intercambiar opiniones de lo que sea. Que de ahí algunas ideas alocadas sin evidencia comprobada lleguen a la tapa de los diarios y programas prime time, eso es responsabilidad de los propios medios. La comunidad científica, por su parte, tiene la obligación de pronunciarse en casos como este”, afirma en diálogo telefónico Diego Comerci, microbiólogo e investigador del Conicet y de la Universidad de San Martín (Unsam).
Como especialista en vacunología, Comerci recuerda que hace un par de años, frente al intento de la diputada del PRO Paula Urroz de eliminar la obligatoriedad del calendario de vacunación infantil, salieron a pronunciarse públicamente desde la Asociación Argentina de Microbiología (AAM). En un comunicado sencillo se explicó que Argentina cuenta con un calendario de excelencia que es obligatorio y gratuito, lo cual evita que algunas enfermedades que ya han sido eliminadas en el país sean reintroducidas, poniendo en riesgo de vida a la población.
“A veces, no hay que escuchar dos campanas, hay que invitar a los que saben. No se puede, en materia de políticas públicas, dar el mismo peso a los profesionales de las ciencias que a las creencias u opiniones personales. Mucho menos equipararlas como dos corrientes de igual peso o valor científico, expuestas en un panel de invitados en la televisión”, dice el científico, investigador del Conicet.
Oscurantismo. Por su parte, Enrique de Rosa, psiquiatra forense y comunicador científico, revela que ya ha decidido hace tiempo no asistir como invitado a ciertos programas televisivos o radiales que no traten con rigor científico temas muy complejos de la actualidad, porque terminan por validar posturas muchas veces erradas.
—¿En pleno auge científico estamos volviendo al oscurantismo?
—Hay creencias personales, privadas, que hasta pueden llegar a parecer graciosas mientras no afecten la vida en comunidad. Por otro lado, están las posturas como la de los antivacunas, que con su decisión aumentan el riesgo de reinstalar alguna cepa de enfermedades ya controladas. Lo que preocupa es que se está evidenciando una forma de pensamiento que reinstala la cepa del odio, del pensamiento conspirativo, que infecta y se propaga. Así surge, por ejemplo, el movimiento negacionista, que rechaza la existencia del Holocausto. Esta negación de las evidencias históricas, de tantos testimonios de sobrevivientes, es posible cuando estamos frente a un sujeto que se justifica desde el mecanismo de la duda. Frente a una cantidad de información circulante que lo ahoga, el fanatismo siempre encuentra algún elemento verosímil sobre el cual apoyarse. Por ejemplo, hoy día se pueden trucar fotos y falsificar documentos digitalmente, lo cual es cierto, pero lo que no es cierto es que se hayan inventado evidencias sobre el Holocausto. Una cosa no quita la otra.
—¿Frente a una mayor información se produce una parálisis en vez de una profundización del conocimiento?
—Se trata de personas que no tienen la capacidad intelectual de absorber datos, pero sí opiniones. Así que descartan los datos y las evidencias científicas que no pueden procesar y se aferran solo a opiniones. Casi te diría que el método socrático-platónico de las tres etapas de acceso al conocimiento queda desterrado. La razón vencida por las sensaciones y emociones difícilmente llegue a la verdad, sino más bien se quede en una opinión sin fundamento. O lo que es peor, en una falacia.
Por ello, el especialista en psiquiatría forense sostiene que no emite opiniones personales; cuando lo consultan, comparte evidencia científica y hechos comprobables. “Como decía Bertrand Russell, en términos de emociones siempre hay que creer en el amor, pero en términos de conocimiento solo hay que creer los hechos, lo demás no existe” concluye De Rosa.