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peronismo y poder

Sindicalistas argentinos, esos buenos muchachos

Una reflexión sobre el gremialismo argentino a partir de la instalación de un casino en un hotel sindical. Las verdaderas razones por las cuales dirigentes burocráticos se preocupan ahora por los salarios de los trabajadores.

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El país tiembla en toda su estructura. Desde abajo, por los sacudones de la situación económica y social. Arriba, al compás de las caderas de la Presidenta y la vedette Moria Casán y de los festejos de inauguración del casino que Luis Barrionuevo instaló en el hotel sindical cuatro estrellas Sasso de Mar del Plata. Un aquelarre que “incluyó dos robots de más de dos metros, que se movían entre los invitados, lanzaban humo y papel picado, y chocaban con los actores disfrazados con trajes de la época colonial y los mozos danzarines. Comida gourmet, malabaristas (…) el casino del Sasso tiene ruleta y mesas para juegos de paño como Black Jack y punto y banca, póquer y dados o craps. El espacio para las maquinitas está reservado, pero todavía no fueron instaladas (…) ‘El casino pertenece al hotel, que también es del sindicato’, afirmó Barrionuevo” (http://www.perfil.com/politica/Scioli-habilito-que-Barrionuevo-abriera-su-casino-a-pesar-del-veto-de-Cristina-20140118-0025.html).

Los sindicatos en el negocio del juego. Este trazo, último en el cuadro de descontrol y/o corrupción del sindicalismo peronista, se completa con otro, producto de la actual puja entre el gobierno peronista y las diversas variantes de esa corriente sindical. Vale la pena citar in extenso otro excelente artículo de PERFIL: “Mientras la economía recalienta la interna política y desconcierta a los sindicatos, las CGTs y el Ministerio de Trabajo pulsean por el manejo de las cuentas sindicales (…) Los sindicatos deberán presentar junto a sus balances financieros los padrones de sus afiliados y junto al nombre de cada trabajador, detallar cuántos pesos les ingresan por mes y por afiliado (…) El ministerio quiere comparar si lo que los sindicatos declaran en sus balances coincide con lo que ingresa de aportes. En qué invierten los aportes de los trabajadores; cuánto dinero entra a los gremios por trabajador; si los valores que declaran coinciden con los valores reales y si realmente pagan lo que dicen que valen las propiedades que adquieren los gremios (…) los gremios creen que la medida es ‘para hinchar las pelotas’. Resaltan que (…) el Gobierno busca presionar para contener los reclamos paritarios (…) Debido a la deuda que el Gobierno acumula con las obras sociales, la mayoría de los sindicatos ‘prestaron’ millones de pesos a sus obras sociales. Otros pusieron a nombre de los gremios las propiedades de la obra social y las dieron en comodato.
Durante los últimos años, cientos de gremios construyeron y compraron hoteles, centros hospitalarios, consultorios y campings. Invirtieron millones de pesos (…) ‘Es imposible lo que nos piden’, dijo a este diario un dirigente alineado con el Gobierno, pero que está en contra de la medida (http://www.perfil.com/politica/El-Gobierno-intima-a-los-gremios-a-informar-de-donde-sacan-el-dinero-20140201-0014.html).
O sea que los sindicatos pueden hacer todo tipo de manejos e inversiones, desde adelantar dinero al Estado hasta invertir en el negocio del juego, pero les resulta “imposible” dar cuenta de sus ingresos y egresos. No pueden contar lo que entra y lo que sale y sacar la diferencia. Estos dirigentes van a acabar por decir que ese pedido de cuentas, normal en cualquier país que se respete, es “destituyente”. Exactamente lo que decían de las críticas o pedidos de la oposición cuando eran aliados del mismo gobierno al que antes no le interesaban sus cuentas y que ahora se las pide porque dejaron de ser sus aliados.

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El planeta populista. El mecanismo funciona así: cuando al gobierno peronista de turno le van bien las cosas, el sindicalismo lo apoya y el Gobierno no interfiere en los negocios sindicales. La última entente cordiale en data es Kirchner-Moyano, y si no fue Kirchner-CGT es porque desde 1983 –por no hablar del período 1966/’76– la central peronista viene sufriendo las mismas perturbaciones y divisiones que el partido peronista. A Barrionuevo, que pasó la mayor parte del tiempo en la vereda de enfrente del gobierno de Kirchner, nadie le pidió cuentas seriamente. Aguantó la chicana de la Presidenta, que no le dejaba abrir el casino sindical, hasta que la debilidad del Gobierno y los corrimientos peronistas se lo habilitaron. Terminó inaugurándolo en compañía del gobernador peronista Daniel Scioli y el ex jefe de Gabinete peronista Sergio Massa. Moyano estaba en su misma vereda hacía rato.
Es que cuando al peronismo de turno en el gobierno le empiezan a ir mal las cosas, los jerarcas sindicales “se borran” (¿remember Casildo Herreras?), o se apartan para apoyarse en lo único que tienen: “las bases”. Los reclamos salariales les devuelven credibilidad, pero deben ponerse de acuerdo entre ellos para reunir fuerzas, con lo que el peronismo sindical tiende a unirse para unirse luego con el peronismo político tránsfuga. Todos unidos sobreviviremos a esta nueva debacle, y hasta seremos su alternativa.
Es lo que ocurre ahora, con la gran diferencia de que ya existe un fuerte sindicalismo no peronista y, desde 2009, un fallo de la Corte Suprema afirmó la libertad sindical. El monopolio gremial peronista no sólo está resquebrajado y perdiendo a “las bases”; corre peligro legal y algún día, esperemos, penal.
La burocracia sindical forma parte del entramado de poder económico y político, peronista o no, con el que tiene poderosos intereses comunes desde hace tiempo. Ante una probable crisis política generalizada, o el nuevo esquema de poder que surja en 2015, aspira a exhibir ante sus socios el control o la presión social. Este mecanismo siempre le dio resultado, aunque se presenta ahora mucho más difícil: otras corrientes sindicales la están desplazando y el edificio económico y social no está para los parches habituales.
Es por eso que, sin descuidar los negocios, estos buenos muchachos vuelven a preocuparse por la unidad y el bienestar de los trabajadores

*Periodista y escritor. Acaba de publicar, junto a Mario Bunge, ¿Tiene porvenir el socialismo?” (Eudeba).