Luego de 150 capítulos en los que Lalo Padilla se sintió incómodo en su nuevo cuerpo, se dio cuenta que –como a Nacha Guevara- le gusta ser mujer.
El descubrimiento no fue casual. Los autores quisieron que Lola se encuentre con la mujer que ahora vive en el cuerpo de Lalo y se enfrente, así, con lo peor de sí mismo/a.
Fue entonces que, casi acosada/o por sí mismo/a corrió a los brazos de su primer y único hombre, que la esperaba para despedirse para siempre.
En realidad, si bien la definición de la historia fue correcta, el ritmo y las escenas que fueron sucediéndose convirtieron a este final en uno de los más tediosos y desprolijos de los últimos tiempos.
Facundo llamando a Lola, una, dos, tres veces. Dejándole mensajes en un teléfono celular que ella había perdido minutos antes. Lola manejando por la ciudad deseando encontrarlo antes de que el eclipse –que fue el verdadero protagonista de este capítulo- se produjera por completo no agregaron ni siquiera una pizca de suspenso a un final casi anunciado.
Mucho menos interesante fue la definición de aquellos personajes secundarios que fueron ganando protagonismo con el correr del tiempo... Los autores decicieron darle el mismo tiempo en pantalla a Grace y a Aguirre que a los protagonistas. Un error, si se tiene en cuenta que esos personajes ya no tenían ningún conflicto importante que resolver.
Los personajes que sí necesitaban una resolución fueron dejados casi de lado. Así, los ex empleados de la editorial aparecieron sólo en escenas conjuntas en las que discuten y luego se ponen de acuerdo en la puesta en marcha de una nueva revista. Uno de los pocos momentos graciosos fue cuando al grito de " champán y comunismo " brindaron por la nueva iniciativa colectiva.
Ni siquiera el desempeño de las dos grandes revelaciones de la tira de América logró quitarle a este final de su tinte gris. Rafael Ferro y Agustina Lecouna hicieron lo que pudieron para que sus personajes –los desquiciados Gastón y Natalia- sigan brillando con las líneas que los autores habían escrito para ellos.
La escena final fue, sin dudas, lo más decepcionante: luego de una hora de desencuentros, en los últimos diez segundos y sin que nadie entienda cómo, los protagonistas se funden en un abrazo. Un desenlace deslucido, precipitado y desganado que contrastó con la originalidad que fue el marco distintivo de la tira.
* Redactor de Perfil.com