ESPECTACULOS
Celeste Cid

“Son tiempos para abrazarnos entre nosotras”

La actriz vuelve a las series con la ficción Planners, bajo la mirada de Daniel Barone. Es una historia de empoderamiento, y una de sus creadoras es Bárbara Diez, la ex de Horacio Larreta y una organizadora de eventos con más de 25 años de experiencia en la profesión, que aquí se muestra como nunca antes.

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Mirada. La actriz celebra su actualidad y regresa al formato serializado que tanto éxito y popularidad le ha dado a lo largo de su carrera. | GZA. STAR +

Estuvo ausente de las pantallas desde el 2020 cuando a causa de la pandemia Celeste Cid debió finalizar las grabaciones de la ficción Separadas que la tenía como una de sus protagonistas. Ahora se la podrá ver desde la plataforma de Star+ en otra historia, esta vez titulada Planners, que contó con la dirección de Daniel Barone (Ver Recuadro). El elenco se completa con Leticia Siciliani, Gonzalo Valenzuela, Guillermo Pfening, Marcos Montes, Matías Recalt, Claudio Da Passano (quien falleció en enero de este año) y Luz Palazón. Es el director –Barone- quien define la historia: “Encontramos a una mujer recién divorciada (Celeste Cid) que estaba a la sombra de su marido (Gonzalo Valenzuela) y se va empoderando”.

Esa protagonista, Malena Carregal, es personificada por Celeste Cid. La misma que se inició en la televisión en 1997 cuando fue Bárbara Ramírez en Chiquititas, y que vivió un nivel de éxito hoy imposible en la Argentina con Resistiré (2003). Luego llegaron los unitarios, como Para vestir santos o El puntero. Ya más cercano en el tiempo, cuando las plataformas empezaron a crear ficciones se la vio en la serie Monzón, donde enfrentó el desafío de encarnar a Susana Giménez. 

—¿Extrañabas el trabajo? ¿Qué diferencias encontrás con las ficciones de la televisión abierta?

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—Fue el periodo de tiempo más extenso sin trabajo. Terminé de grabar Separadas en el 2020, porque se suspendió todo con la pandemia hasta que me convocaron desde esta plataforma en el 2021. Ni siquiera cuando quedé embarazada me había alejado tanto, ya que actué hasta los seis o siete meses. Sentía mucha adrenalina porque me gusta lo que hago y lo extrañaba. Fue en parte un aprendizaje para todos, ya que teníamos que ensayar con barbijos y con límites de cercanías con los otros. Había como un discurso que el otro era un enemigo. Una posición fatalista que nos invadió a todos y parecería que hizo muchos estragos. En este tipo de serie donde se trabaja lo humano, las emociones, las crisis y lo íntimo tenías que transmitirlo. Me parece que las dos ficciones son válidas. Me siento más cómoda en lo premeditado y consensuado. La televisión te da un gran ejercicio para la espontaneidad. Debés resolver con lo que hay, a veces es mucho y otras, no tanto. Es una experiencia que te rinde, aprendés a sacar lo mejor a pesar de las dificultades. Me crie en ese lenguaje, por lo cual le tengo cariño y me gusta. 

—Ya habías trabajado con capítulos cerrados, con la historia concluida desde el inicio de las grabaciones: ¿lo preferís?

—A mí me gusta eso. Al tener hasta el último capítulo una siente lo que puede faltar. Tenemos una base pero hay momentos en que se puede sumar o cambiar, además Daniel (Barone) es muy generoso como director y escucha mucho a sus intérpretes. 

—¿Crees que el espectador de la televisión abierta es diferente al de las plataformas?

—Algo cambió. Cuando empecé a trabajar a mis doce años había muchas ficciones en la televisión, en distintos horarios, desde el mediodía hasta la noche y en varios canales, pero no existían las plataformas. Me gustaría que haya más ficciones en la televisión abierta, porque como sociedad es una 

forma de mostrarnos a nosotros mismos y observarnos. Tiene un poder simbólico ese material, igual creo que está sucediendo, aunque me gustaría más. La televisión es un canal abierto, llega a todos, no tenés que suscribirte y hoy las plataformas son muchísimas y no sé a cuál inscribirme. 

—¿Habías leído el libro de Bárbara Díaz – Arquitectura de una boda- en el cual se inspiró la serie?

—No. Bárbara es nuestra productora ejecutiva y fue quien nos asesoró en las escenas de los eventos. Por su profesión aportó su conocimiento e incluso en algunos momentos venía y acomodaba flores, subrayando que ese color no iba con el otro. Tiene un criterio, un ojo estético y estuvo muy bueno contar con ella. Además trabajó junto al director de arte de la serie. Después es una historia totalmente independiente y de hecho mi personaje no es Bárbara, pero si tiró tics y datos de color de cómo se hacen estos eventos. 

—En la serie tu protagonista tiene un hijo casi de la misma edad del mayor de los tuyos (Emmanuel, 20 años): ¿te ayudó a recrear ese vínculo?

—Creo que las emociones son parecidas en todos, el miedo, el amor, lo vital, aunque se manifiesten de manera diferente. Tu historia te nutre en la profesión, como mis tropezones o mis momentos de alegría. Después una lo pone al servicio de lo que tiene que contar, pero conociendo esa experiencia y esa sensación.  Me parece más interesante lo que hay detrás de las cosas, que lo se expone. Esta serie tiene un poco eso, muestra tanto lo íntimo como lo más exterior, que serían los eventos que se ven. Me gusta la cocina de las cosas, siento que ahí hay. 

—¿Tenías presente que lo que filmaban se vería en el mundo?

—Soy muy del momento. Si es un éxito o un fracaso, ya no depende de una. Si le ponés el corazón, el amor, la dedicación y el tiempo a lo que hacés ya es un éxito, más allá de lo que pase. No está en nuestras manos. Creo que Daniel (Barone) tiene la misma manera de ver. 

—La relación de tu personaje con el de Leticia Siciliani subraya la amistad entre mujeres. ¿Crees que es una moda mostrar de esta manera estos vínculos?

—Pienso que ojalá no sea una moda esto que está pasando donde se muestra esta amistad femenina. 

Me parece que son tiempos de abrazarnos entre nosotras, deseo que quede y no sea algo pasajero. En Planners se ven dos mujeres muy distintas que van encontrándose. Hay que tener cuidado, ya que esta nueva faceta de mujer empoderada puede ser un rol, pero también una nueva auto exigencia. Debemos estar atentas de sacar la moda y que queden los contenidos.

 

“Se verán sitios que no muchos argentinos conocen”

Televisión, cine, teatro y plataformas, Daniel Barone es casi un director todo terreno. Confiesa: “Empecé de nuevo. Salir de la televisión abierta y empezar a transitar experiencias en las distintas plataformas hicieron que me diera cuenta que aunque son diferentes mecanismos podemos sacar como un denominador común. En primer lugar las series que hice para la televisión abierta nunca estaban escritas de punta a punta. Siempre arrancábamos con algunos capítulos escritos –a veces cinco, otras cuatro o diez-   pero siempre con una dinámica que te podía ir sorprendiendo sobre la marcha en términos narrativos. Estaba muy acostumbrado a esa forma. Ahora me enfrenté a capítulos cerrados, que están antes de que empieces a grabar. Para mi formación y en relación a los personajes quizás es mucho mejor, ya que tenés toda la curva dramática y se puede trabajar a futuro, en el sentido de la construcción. También hay diferencias con los grupos que trabajan con vos, ya que son muy numerosos los equipos y es grato ese intercambio. Tuve hasta ahora tres experiencias en plataformas y fueron muy buenas”.

Cuando se le pregunta por la extensión de los capítulos, dice: “Hay desde treinta hasta sesenta minutos. A mí como director me gusta no tener que estirar y lo ideal sería treinta minutos, también como público. Si te extendés te ponés épico, ya que los espectadores tienen muchos estímulos”. 

Aunque parece algo lejano, Planners se filmó durante la pandemia, en el 2021. Recuerda: “Al principio fue bastante angustiante, luego nos acostumbramos, con esa asombrosa capacidad de adaptarnos que tenemos los seres humanos. Después fue divertido, porque la fiesta que se hizo al finalizar el rodaje, ya sin pandemia, reconocimos personas a quienes por primera vez veíamos sin barbijo. No estoy exagerando, me acerqué a algunos para preguntarles de qué área eran, ya que trabajamos todo el tiempo cubiertos y había rostros que los imaginábamos distintos. Mi trabajo tiene mucha cercanía con los actores. Particularmente soy muy cariñoso y me retaban muchas veces por acercarme para indicar. Pero gracias a esta producción de Bárbara Díaz rodamos en lugares en los que no hubiera pensando hacerlo. Hicimos una galería de arte en el Malba: fue un privilegio la potencia de esos lugares. Uno sale de visita por Buenos Aires. Se verán sitios que no muchos argentinos conocen. Tengo el concepto de verosímil de ficción, como me pasó con El tigre Verón y aquí también se recorta otra realidad”.

Con respecto a la historia que le tocó dirigir, señala: “Encontramos a un grupo de personas que están rotas y hacemos un camino de reconstrucción. Teníamos claro que era un rompecabezas que había que ir armando, con una mirada sobre la sensibilidad humana que excede los aparentes privilegios. Uno se puede mover en lugares extraordinarios, en fiestas imposibles de tener, pero en realidad cuando te atraviesa el conflicto es lo que prima. Eso me pareció novedoso e interesante para investigar”, finaliza.