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Día 23: Milei y la muerte del escándalo

El Presidente utiliza a su favor el poder de las palabras muy contundentes para construir una narrativa potente. Además, busca convertir aquello que antes era escandaloso en algo natural, produce la suspensión de la incredulidad con su género discursivo propio con el fin de devaluar la palabra y poner en jaque al significado a través de significantes que suenan fuertes, pero que tienden a vaciarse de contenido.

El gobierno de Javier Milei
El gobierno de Javier Milei | NA

“Es probable que la capacidad de asombro se esté corriendo. Milei nos está colocando frente a un umbral distinto en el que puede usar palabras antidemocráticas como ‘revolución’ sin que tenga consecuencias, porque en el fondo nos hemos ido acostumbrando, partiendo de la idea de que estamos perdiendo la relación entre las palabras y las cosas”, observó Jorge Fontevecchia en la apertura de Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) y Radio Amadeus (FM 91.1) del martes 2 de enero del 2024.

El año que empieza va a poner a todos a prueba. Desde su llegada a la presidencia, Javier Milei se desvela para poner en marcha una reforma estatal que le permita concretar su sueño de una Argentina anarcocapitalista de libre mercado. Como lo demostró durante toda su campaña, el mandatario utiliza a su favor el poder de las palabras muy contundentes para construir una narrativa potente que no sólo le permite construir un discurso efectivo para sus votantes, sino que también lo ayuda a ganar la batalla cultural que el Presidente lleva adelante contra todo el arco político y el correcto uso de las instituciones. Milei apela, consciente o inconscientemente, a lo mismo que pasó con el pudor, que a lo largo de los siglos se fue perdiendo, por lo menos el sexual.

 Milei no es la dictadura y no es la democracia representativa 

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Milei trabaja sobre el umbral del escándalo, convertir aquello que antes era escandaloso en normal. Por ejemplo, cuando asistimos a un teatro tenemos que suspender nuestra incredulidad para disfrutar la trama y hacer verosímil lo que vamos a ver, en un teatro hay múltiples señales escenográficas que demuestran que lo que se ve no es real, quizá lo que Milei está produciendo consciente o inconscientemente, es esa suspensión de la incredulidad, dice palabras y utiliza figuras que en cualquier otro presidente producirían un escándalo. 

Quizá sea el triunfo definitivo de “La sociedad del espectáculo”, de Guy Debord, ese libro en donde todo lo que fue real se transforma en representación con tik tok y las redes sociales como paroxismo de una nueva herramienta política, que  haga que no le den valor a las palabras como “revolución” o “motosierra”. 

Como sostiene Gustavo González en sus columnas de Perfil, estamos acostumbrados a retratar al gobierno de Milei como algo “normal”, pensemos en el escándalo que hubiese generado la palabra “revolución” dicha por Cristina Fernández de Kirchner; sin embargo, no se nos genera un escándalo cuando es dicha por Milei, tal vez porque parte de la audiencia asume que se trata de una exageración histriónica al servicio de la llegada de un mensaje más contundente. Otros colegas, en un esfuerzo adaptativo, cargan de significativos más digeribles sus acciones totalitarias, alguien que plantea lo máximo no para hacerlo, sino para negociar

Un anti Estado con todo el poder del Estado 

Milei tiene una particularidad de la que hemos hablado poco. Alrededor de todo lo que él dice se creó un género discursivo propio. El semiólogo Mijail Bajtin planteó que los mensajes y las palabras tienen que ser analizados según los géneros discursivos en los que se desarrollan. Por ejemplo, no es lo mismo que se acerque alguien con un arma a robarnos si sucede durante un día cualquiera de nuestra semana o  en el marco de un ensayo de una obra de teatro. El mensaje puede ser el mismo, las palabras empleadas serán las mismas, pero el género discursivo, lenguaje cotidiano no tiene las mismas implicancias que el género discursivo llamado obra de teatro. Cuando decimos que el presidente Milei generó su propio marco discursivo, nos referimos a que las palabras y expresiones utilizadas por él presuponen que está diciendo otra cosa,  causan menos impacto negativo, porque se presupone que está diciendo propuestas extremas para luego negociar o que es un personaje para convencer al electorado de que es un político distinto. Por primera vez,  millones de argentinos votaron a un presidente esperando que no haga todo lo que dijo que haría. Este “idioma Milei” tiene un don especial: devaluar la palabra, poner en jaque al significado a través de significantes que suenan fuertes, pero que tienden a vaciarse de contenido. 

Por ejemplo, cuando comparte frases como “no hay soluciones alternativas al ajuste”  o aquella afirmación de que hace 100 años Argentina era el primer país del mundo, lo cual no es cierto. Hay una estadística discutible que da el producto bruto per cápita de Argentina a fines del siglo XIX con unos 20 dólares arriba en promedio del norteamericano, pero Argentina tenía 4 millones de habitantes, mientras que Estados Unidos era habitado por  más de 100 millones de personas, es decir que éramos 50 veces menos que EEUU. Probablemente aquel famoso ensayo de Hannah Arendt sobre la mentira y la política sea común a todos los políticos, nada más que en el caso de Milei lleva a todo al paroxismo con su lenguaje exagerado. 

La Corte aceptó tratar la demanda contra el DNU de Milei, pero lo hará después de la feria 

Argentina, como cualquier país del mundo, construye su producto bruto en relación con la cantidad de personas que produce. Alberdi compartía que “gobernar es poblar”, lo que hizo grande a la Argentina fueron los inmigrantes que vivieron en el siglo XIX, que llegaron con el sueño americano de construir una sociedad con cierto grado de igualitarismo y progreso social, para lo cual todas las leyes que se construyeron en el país a lo largo del siglo XX fueron las que construyeron la verdadera Argentina, más grande que el que había hace 100 años. Sin dudas la Argentina empezó a decaer hace 50 años, no hace 100 y allí es donde está el primer error de diagnóstico de Milei.

Luego, suelta frases temerarias como que algunos diputados “aceptan coimas”, evitando  la obligación de denunciar a aquellos que estarían intentando cobrar coimas, así como iniciar una investigación, pero el lenguaje nos coloca en un punto en el que las palabras y las cosas no tienen la misma importancia.

El último día del año, Javier Milei leyó un mensaje para todo el pueblo argentino, en el que afirmó que “dependerá de diputados y senadores, si quieren ser parte de la solución, o seguir siendo parte del problema”, remarcando el término de los “argentinos de bien”, como una advertencia al Congreso. El mensaje de fin de año del presidente, además, afirmó, refiriéndose a sus ideas que “si nuestro programa es obstruido, no tendremos los elementos para evitar una catástrofe social de proporciones bíblicas”. La catástrofe social de proporciones bíblicas es lo  que él viene produciendo, porque evidentemente, cuando él ganó las PASO, se produjo un salto en el mercado cambiario; cuando él quedó segundo en primera vuelta, hubo una baja del 20% de la brecha con el dólar oficial y se redujeron las expectativas de la inflación futura, y volvió a pegar un salto cuando ganó el balotaje. Es decir que el presidente está produciendo un aumento de la inflación probablemente a propósito, con un objetivo de licuación, una forma de hacer ajuste a través de la inflación y, en la más terribles de las hipótesis, él mismo tratando de generar una hiperinflación con el objetivo de dolarizar más fácil, como ya dijo en su momento. 

Después del discurso que brindó el día 30 de diciembre, fue a ver a su novia a Mar del Plata. El mismo día en el que planteó en su discurso de fin de año, que se vendrían tiempos de sufrimiento, fue a ver a Fátima Florez a Mar Del Plata y se construyó la escena del beso que se hizo completamente viral. En esta escena, tiene la intención de mostrarse como una persona igual al resto, apasionada y distinta a todos los políticos, Milei no sigue protocolos y no tiene problemas en besar apasionadamente a su pareja como cualquier hombre. Esto tiene el objetivo de generar identificación con Milei, para que respalde sus medidas, partiendo de que las tomó alguien como vos, no un político de “los mismos de siempre”.  

Los apasionados besos entre Fátima Florez y Javier Milei en Mar del Plata son noticia en el mundo

De hecho, llama la atención que en una persona tan mediática como Milei no tenga un promter y esté leyendo con los ojos bajos en el discurso del último día del año. Obviamente tiene decenas de pronter, pero seguramente, quiere hacer todo de manera diferente para mostrar el quiebre del cambio de época

También hay otra hipótesis, que este género discursivo propio del Presidente sea un malentendido y que estemos frente a un nuevo fenómeno político, ante una especie de revolución de derecha con particularidades sui generis, en las que se parte de las instituciones y el poder del Estado, para transformarlo completamente. 

El periodista Carlos Pagni explicó la “revolución” de Milei: “las revoluciones no son deliberativas, es un diseño mental que se traslada a la realidad como si esta fuera un papel en blanco, y es eso lo que está detrás del DNU que está siendo tan discutido”, declaró Pagni, además de definir que la revolución es “toda la elaboración mental de una persona” y ejemplificar con Federico Sturzenegger que,  como declara Pagni, se puso a revisar 3 mil leyes y decretos, y a reestructurarlos según “su idea de las cosas”. Además, definió al presidente como “un liberal en lo económico con rasgos populistas en lo político”, y concluyó afirmando que el DNU, estaba “gestualmente anunciado cuando inauguró su gobierno de espaldas al congreso”.

La revolución de la libertad 

Tal vez estamos perdiendo la capacidad de asombro frente a los planteos extremos de Milei, como una forma de irnos colocando en un umbral distinto en la relación entre las palabras y las cosas. El pudor es un buen ejemplo, se van corriendo las barreras y lo que producía pudor hace unos años no lo hace ahora. Es probable que la capacidad de asombro se esté corriendo. Milei nos está colocando frente a un umbral distinto en el que puede usar palabras antidemocráticas como “revolución” sin que tenga consecuencias, porque en el fondo nos hemos ido acostumbrando, partiendo de la idea de que estamos perdiendo la relación entre las palabras y las cosas. 

VF DC JL