MODO FONTEVECCHIA
La apertura de Modo Fontevecchia

UCR-PRO y los caballos de Troya

El PRO se aprovechó del radicalismo para dejar de ser un partido vecinal y llegar al poder en 2015, mientras que los radicales hicieron lo propio para recomponerse luego de la crisis del 2001.

Gerardo Morales habla en el cierre de la convención de la UCR.
Gerardo Morales habla en el cierre de la convención de la UCR. | NA

“Titulamos en referencia al caballo de Troya en función a interpretar cómo el PRO se sirvió del radicalismo para llegar al poder, y cómo el radicalismo se sirvió del PRO para recomponerse”, afirmó Jorge Fontevecchia en la apertura de Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9), del martes 13 de junio del 2023.

En la convención radical de ayer, Gerardo Morales sostuvo que hay una derechización del pensamiento, e hizo una crítica a esos corrimientos ideológicos.

Hay dos caballos de Troya. El PRO, primero, se sirvió del radicalismo para dejar de ser un partido vecinal y poder alcanzar la presidencia Mauricio Macri en el año 2015.

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Repasando un poco la historia de esta alianza, primero el PRO le quitó la sede central al radicalismo, que tenía el epicentro histórico de su actividad en la central de Buenos Aires. El PRO se convirtió luego en el primus inter que usó la estructura nacional del radicalismo para estructurar la alianza Cambiemos nacionalmente.

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Ahora, el radicalismo atraviesa un proceso de empoderamiento. Está tratando de hacer lo mismo que el PRO hizo con ellos, diluyendo al PRO en la historia del radicalismo, un partido histórico de larga data.

Y que dentro de unos años se cuente la historia de que el PRO fue apenas una rama de derecha del radicalismo durante un periodo, a la suerte de un accidente histórico. Algo que, en la larga historia del radicalismo, termine siendo anecdótico.

En el 2017 se le preguntó a Ernesto Sanz, quien fue el verdadero arquitecto de Cambiemos, si haber aceptado que Macri fuera presidente, así como dejarlo gobernar sin prácticamente ninguna injerencia al radicalismo, era el “sapo” que tenían que tragar los radicales para recuperarse electoralmente, pasar a tener nuevas intendencias, gobernaciones, para recomponerse y volver, más tarde, a disputarle la presidencia al PRO. Un poco sonrojado, dijo “sí”. Que firmaría sin dudar un pacto de esas características.

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“Quién usa a quién” es la gran discusión de fondo. El PRO y el radicalismo luchan por cooptar el uno al otro. Indudablemente, primero el radicalismo fue cooptado por el PRO, pero ahora el PRO está en una situación de desventaja respecto al 2015.

Habrá que analizar, la próxima semana, la definición de listas y la estrategia de Facundo Manes. Él parte de la tesis de que, si finalmente Gerardo Morales podría ser candidato a vicepresidente de la fórmula de Horacio Rodríguez Larreta, podría quedar como el único candidato presidente, imponiéndose en las PASO.

“El radicalismo tiene la obligación de tener un candidato a presidente en esta elección”, afirmaba el médico neurólogo en una entrevista.

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“El corazón del radical quiere que el radicalismo lidere la coalición electoral. El radicalismo tuvo un candidato a presidente luego de la crisis del 2001, cómo no va a tener un candidato a presidente después de que, en 2021, los líderes de radicales aportamos la mitad de los votos del triunfo electoral, que vinieron de listas lideradas por radicales”, explicaba Facundo Manes.

El cálculo es que si Juntos por el Cambio obtiene 35% de los votos, con dos candidatos del PRO, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, empatados en un 12%, un tercio podría quedar para una candidatura puramente radical, ganándoles a los dos candidatos del PRO.

La construcción de un partido es un proceso de décadas. Eso explica lo difícil que es para alguien nuevo terminar de consolidarse, como lo está demostrando la performance de Milei en el interior. Lo propio ocurrió en su momento con Cavallo y también con Alsogaray y la UCD.

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Hay que tener representantes en 24 distritos federales, sumando las provincias a la Capital Federal. Un desafío realmente difícil y un impedimento absoluto a la hora de gobernar si no se cuenta con esa estructura.

El PRO no hubiera llegado nunca a la presidencia, y mucho menos hubiera podido gobernar, de no tener a la UCR para construir ese entramado de intendentes, gobernadores, senadores y diputados nacionales.

Una construcción de décadas que demuestra también la resistencia del sistema republicano y federal argentino a la irrupción de estos nuevos candidatos que aparecen, tan de moda en Sudamérica. Aunque no es el caso de Trump, que utiliza al Partido Republicano, ni de Bolsonaro, que tenía un partido de más de veinte años de carrera política en Brasil.

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El sistema político argentino requiere de partidos importantes. El radicalismo es uno de esos dos partidos que está en todo el país.

Vamos a analizar la amalgama de estos dos espacios, teniendo en cuenta que es un error hacer la división ideológica, porque ambos tienen derecha e izquierda. Los dos tienen “halcones” y “palomas”.

Lo que diferencia uno y otro, muchas veces, es más estético, entendiendo la estética no como lo que pueda lucir en la superficie, sino con los gustos, con hábitos, adscripciones comunes, hasta podríamos decir gusto musicales comunes, estilos de vida, miradas del mundo.

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Todo eso constituye lo que un gran sociólogo francés llamaba habitus. Graciela Camaño habló en algún momento de los “prolijitos”, que serían los no peronistas, mientras que los peronistas serían los más viscerales.

En esta construcción, tanto los peronistas como los radicales tratan continuamente sumar a la gran mayoría indecisa que no está definida en ninguno de los dos sectores. Esa amplia mayoría, esa “avenida del medio”, que probablemente constituya más de 50% de la población argentina.

Los movimientos políticos y sus alas

En 1973, un periodista argentino le realizó un reportaje a Perón, en el que líder habló de la composición heterogénea de su movimiento. “No hemos conducido nunca el movimiento de una forma rígida y ajustada, siempre lo hemos conducido con una gran amplitud y una gran ductilidad. Yo permito todo en el movimiento, no tenemos prejuicios de ninguna naturaleza, porque así tienen que ser los movimientos. Tenemos hombres de extrema derecha y tenemos hombres de extrema izquierda”, decía el dirigente.

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Veinte años después, en 1993, Raúl Alfonsín pedía conducir el radicalismo en un momento en que el peronismo era hegemónico, con Carlos Menem amenazando con modificar la Constitución para ser reelecto.

“Quiero tener la oportunidad de ser el presidente del comité nacional porque creo que puedo llevar adelante un proyecto político que signifique un radicalismo convocante”, afirmaba el líder radical.

Juan Domingo Perón
Perón maniobraba conteniendo a ambas alas, derecha e izquierda, del movimiento peronista.

Y llamaba a “convocar a diversos sectores: socialistas, cristianos, justicialistas que están en contra de esto, independientes, con el propósito de ver si podemos hacer un gobierno de amplia base participativa. Creo que sería algo así como una segunda transición que nos daría la posibilidad extraordinaria de trabajar unidos todos los argentinos”.

En la mesa del programa de televisión, lo acompañaba Fernando de la Rúa, el ala derecha de la UCR de ese entonces. Cómo escuchamos decir a Perón, ambos partidos tienen una a la derecha y uno a la izquierda.

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Probablemente el PRO sea hoy el ala derecha de los radicales. Así lo pudo haber visto Ernesto Sanz, que luego de jugar un rol protagónico como constructor de Cambiemos, tras haber ganado las elecciones, dio un paso al costado el primer día de gobierno, retirándose a su Mendoza natal.

Cumplió con colocar a Cambiemos en el poder desalojando al kirchnerismo, con un objetivo de largo plazo, que era la recomposición del radicalismo como partido competitivo para llegar a la presencia en un futuro.

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Ernesto Sanz, en aquella célebre convención de Gualeguaychú, en el otoño de 2015, relataba la situación que atravesaba el partido: “Está terminando el tercer mandato del kirchnerismo en el poder. Han sido años muy duros para nosotros, los radicales. La sociedad nos cobró caro, mucho más caro de lo que se debería, porque con nosotros muchas veces es más injusta que con otros. Nos cobró caro la salida del 2001 y 2002. Pero además, ha sido doblemente duro todo este tránsito, porque desde el Gobierno, usando y abusando del poder, se nos quiso hacer desaparecer”.

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Sin embargo, el dirigente radical se mostraba optimista con el paso dado. “Esta convención hoy es distinta. Veo que las palabras han cambiado, adentro y afuera. Hacia dentro del partido, ya no es más ‘resistencia’ ni ‘recuperación’. Ya estamos recuperados. Las palabras que yo veo hacia adentro cada vez que hablo con ustedes son: volver al poder”.

En esa misma convención, Gerardo Morales buscaba ampliar aún más la coalición. “Después de la elección de octubre no va a haber ninguna fuerza política que tenga mayoría propia, ni siquiera el Frente para la Victoria. Por lo tanto, vamos a necesitar grandes acuerdos entre distintas fuerzas políticas, para poder garantizar la gobernabilidad”, exclamaba aquel Morales.

Morales buscaba que la alianza no solamente contuviera al PRO, sino que integrara también a sectores peronistas. En ese momento, al sector disidente de Sergio Massa.

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En la convención radical de ayer, Morales planteaba que el límite de la ampliación son los libertarios. “Nuestra lucha es sostener el valor de la moneda, por eso planteamos la independencia del Banco Central. Algunos plantean una locura como la dolarización. Mandémoslos a leer la Constitución, que establece que tenemos que tener un Banco Central”, afirmaba el dirigente del radicalismo.

“Es fundamental que nos demos este debate ideológico y que hayamos aprobado este programa de gobierno para saber, desde la UCR, cuáles son los límites. Bajo ningún punto de vista vamos a votar la dolarización, bajo ningún punto de vista vamos a votar la venta de órganos, bajo ningún punto de vista vamos a votar la privatización de la salud y la educación pública”, concluía Morales.

Estética e ideología

La construcción de poder requiere alianzas. Como decía Perón en el primero de los testimonios que hemos visto, sumar a sectores de la derecha y de la izquierda. ¿Cuál es elemento de amalgama? En cada momento es diferente. Pero me atrevo a pedirle a la audiencia que reflexione cuánto más pesa la cuestión de estéticas que las cuestiones ideológicas.

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Perón-Balbín, Alfonsín-de la Rúa, Morales-Sanz, Morales-Manes. La discusión siempre es que, tanto el radicalismo como el peronismo aspiran ser parte de la patria, de la historia perenne de la Argentina. El radicalismo se ve así mismo en esa dimensión y considera a Macri un accidente de su historia.

Como dice Charly García en la canción con la que amenizamos esta apertura: “sSi vas a la derecha y cambiás hacia la izquierda, adelante”.

FM JL