OPINIóN
Mujeres y expectativas

Cambiando el mundo

 20220813_xiomara_castro_bloomberg_g
Honduras. Xiomara Castro, la primera presidenta en la historia de ese país. | bloomberg

Cuando las mujeres llegan al poder, surgen las expectativas de que la política cambie y se vuelva más amable y conciliadora, de que las sociedades se vuelvan más igualitarias y pacíficas. Esas expectativas reflejan los estereotipos de género, asociando a las mujeres con ciertas cualidades: aún hoy se suele creer que son más conciliadoras, amables, dispuestas a escuchar y tomar en cuenta diferentes puntos de vista, que saben cuidar mejor que los varones. De ahí se espera que las políticas se encarguen de reparar nuestras sociedades y resolver los problemas de exclusión, desigualdad y poca representatividad.

Algunos estudios han demostrado que, efectivamente, las mujeres suelen ocuparse en mayor medida que los varones de los temas o expresar posturas “igualitaristas”. Por ejemplo, apoyan más frecuentemente la legislación a favor de las transformaciones de los roles de género, dedican más tiempo al servicio de la comunidad y con mayor frecuencia toman en cuenta las opiniones de la ciudadanía y se preocupan por establecer vínculos con sus votantes. De manera similar, se ha evidenciado que su estilo de gobierno enfatiza la búsqueda de coincidencias y cooperación, características que suelen ser asociadas con un ejercicio “femenino” del poder.

¿Son entonces las mujeres capaces de cambiar el mundo? ¿Su presencia en la política la convierte en algo mejor?

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

La ciencia política solía creer que era necesario lograr una “masa crítica” de la presencia femenina para lograr que su influencia en las políticas públicas fuera mayor y les permitiera influir en el contenido de las decisiones. Con ello, los parlamentos con mayor presencia femenina deberían aprobar más leyes con perspectiva de género y generar condiciones favorables para la inclusión de más mujeres al interior de los partidos y de la administración pública. Esto, a su vez, sería un impulso para promover la igualdad social.

Sin embargo, la realidad de los países en los que la presencia de las mujeres en los espacios de poder se incrementó significativamente es mucho más compleja. En algunos casos se ha observado que las mujeres de más altos niveles del ejercicio del poder tienen antecedentes, experiencias, desempeño y proyectos políticos indistinguibles de los hombres. Frecuentemente, las mujeres en primer lugar se apegan a la agenda del partido, dedicando sus mayores esfuerzos a lograr los objetivos comunes, desplazando la agenda de género e igualdad. Incluso, se han identificado casos en que un incremento importante en la representación femenina ha generado retrocesos en las políticas públicas de la igualdad.

Esto se debe a las diferencias que existen entre las mujeres y a que no todas ellas se suman a la agenda de género, ya que sus preferencias ideológicas o vínculos partidistas resultan determinantes para sus posturas políticas. El hecho de ser mujer no conlleva ni una experiencia de vida única ni la misma preferencia por las políticas públicas. Las mujeres que llegan al poder no necesariamente abogan por los temas feministas, sino que con frecuencia suelen adaptarse a las reglas existentes en el mundo de la política “androcéntrica” (y a veces estas reglas son tan fuertes que no les queda otra). Finalmente, el esperar que las mujeres que lleguen a ocupar los puestos de decisión se dediquen exclusivamente a los temas “de mujeres” y tengan la responsabilidad única por reparar nuestras sociedades se convierte en un nuevo mecanismo de discriminación.

A pesar de todo ello, la presencia de las mujeres en los espacios del poder tiene un valor en sí misma. Es importante, simplemente porque en una democracia no se puede aceptar la exclusión de la mitad de la población del ejercicio del poder. Es valiosa, porque mejora la representatividad de las instituciones políticas, promueve la pluralidad y diversidad de intereses, opiniones y posturas. Es necesaria, porque una democracia sin mujeres no es democracia.

La presencia paritaria de las mujeres en el poder es necesaria no porque ellas deben cambiar el mundo, se trata de que tengan las mismas oportunidades de hacerlo.

*Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México. Red de Politólogas (@KarolinaGilas).