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Diplomacia híbrida: "la nueva normalidad"

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Unión europea. Este viernes se reunieron los líderes por primera vez desde que irrumpió la pandemia. | AFP

Una de las características de la pandemia del Covid-19 ha sido la ampliación, profundización y aceleración en el uso de herramientas digitales para ejecutar una de las funciones esenciales de cualquier Estado: llevar adelante relaciones internacionales, a través de las cuales procura satisfacer sus objetivos de política exterior, utilizando la diplomacia como principal instrumento para estos fines.

Hasta hace unos pocos meses atrás, las cancillerías hacían un uso limitado de las tecnologías digitales, enfocado básicamente en la utilización de redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram) para llevar adelante, a un costo reducido, lo que se conoce como “diplomacia pública”, entendida como un mecanismo a través del cual se procura difundir las posiciones nacionales, lograr un acercamiento tanto a los sectores gubernamentales como a las sociedades civiles de los países donde se encuentran representados e influir sobre ellos. Particularmente, las tecnologías digitales se han venido usando como un medio de apoyo al trabajo consular y los motores de búsqueda de internet para obtener información.

La pandemia ha servido como un catalizador para acelerar el proceso de transformación de la diplomacia tradicional, comúnmente llamada “cara a cara”, en una “diplomacia híbrida”, que combina las reuniones diplomáticas presenciales y las virtuales o digitales.

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Las restricciones de viajes, el aislamiento y distanciamiento social y otras medidas similares han forzado a los Estados, organizaciones internacionales y otros actores a llevar adelante sus labores a través de herramientas digitales como las plataformas Zoom, MS Teams, Google Meetings, etc. En las redes sociales pueden encontrarse numerosos ejemplos de casos en los que las autoridades encargadas de las relaciones exteriores han llevado a cabo sus encuentros de manera virtual. También algunas organizaciones internacionales, como las Naciones Unidas, el Mercosur y otras, han facilitado que sus órganos se reúnan de manera no presencial. Por ejemplo, las reuniones del Consejo de Seguridad  han tenido lugar de manera virtual tanto en formato abierto al público, contribuyendo a una mayor transparencia, como cerrado, donde solo han participado los representantes de los Estados Miembros de la organización. El desarrollo de procedimientos de trabajo online en el marco de la Asamblea General ha sido citado como otro ejemplo exitoso de adaptabilidad y capacidad de respuesta del sistema multilateral a las nuevas circunstancias. Sin embargo, a medida que la forma híbrida de diplomacia se generalice, deberán revisarse las reglas de procedimiento para hacerlas compatibles a la modalidad virtual. En este sentido, el nuevo modus operandi de la Organización Mundial de la Salud (OMS) es un caso de estudio de la adaptación rápida y eficiente para enfrentar la crisis.

Los países pequeños y medianos no siempre tienen la capacidad de poder desplazar funcionarios a reuniones internacionales o seguir los procesos de negociaciones en agencias especializadas. Esto hace que las reuniones digitales se transformen en “ecualizadores de poder”, ya que contribuyen a una política global equilibrada e inclusiva, con un mayor número de participantes, disminuyendo la capacidad de presión e influencia de las grandes potencias.

Los Estados con recursos humanos y financieros limitados pueden desarrollar una diplomacia híbrida, reforzando el trabajo de sus diplomáticos en el extranjero con los expertos disponibles en sus países. Por ejemplo, los académicos de las universidades argentinas podrían cubrir de forma remota temas específicos que requieren experiencia especializada, como el cambio climático, la salud y el transporte, por nombrar solo algunos. Por otra parte, en ocasiones, las cancillerías enfrentan dificultades de coordinación con sus misiones diplomáticas y ante organismos internacionales que podrían ser solventadas de mejor manera si se desarrollaran mecanismos de trabajo en conjunto en línea.

Ello no obstante, sin perjuicio de las múltiples ventajas que ofrece la tecnología, leer y comprender el contexto es muy importante tanto en la diplomacia bilateral como en la multilateral. Los diplomáticos que se encuentran en el lugar están en mejores condiciones para comprender ese contexto, leer el lenguaje corporal de sus interlocutores y descifrar las señales muchas veces matizadas en las negociaciones internacionales. Las cuestiones controvertidas y las crisis se abordan mejor con el interlocutor “cara a cara”, incluso en los casos en que se tiene que usar máscaras y mantener la distancia física cuando se practica la “diplomacia de los pasillos”. Por otro lado, las restricciones de viaje hacen que sea crucial contar con diplomáticos en los países de mayor relevancia para el nuestro o en representaciones ante los organismos internacionales, por lo que sería conveniente que reforzar el plantel de esas misiones.

Las diferencias horarias son un obstáculo adicional para la participación de las capitales en reuniones virtuales. Por ejemplo, las reuniones de la tarde en Ginebra requerirían la participación de las capitales del Pacífico a última hora de la tarde o de la noche, o sesiones matutinas para representantes de América Latina. Si bien dicha participación podría organizarse en circunstancias excepcionales, ésta no es una solución sostenible a largo plazo.

Los servicios de interpretación simultánea en reuniones internacionales y cuestiones relacionadas con la ciberseguridad representan obstáculos adicionales que hay que considerar al momento de establecer un balance entre ambos tipos de diplomacia. Habrá momentos en que la diplomacia virtual será conveniente, mientras en otros casos se requerirá de encuentros presenciales. Los países de la Unión Europea son una prueba de ello: tan pronto se levantaron las restricciones de viaje al interior de la Unión, una de las primeras medidas adoptadas por los encargados de las relaciones exteriores fue volver a las reuniones cara a cara con sus pares de otros países.

A pesar de que en ocasiones quiere representarse a la diplomacia como una profesión en la que los cambios se producen de manera gradual y paulatina, la pandemia de Covid-19 ha demostrado lo contrario. Los servicios diplomáticos y las organizaciones internacionales se adaptaron rápidamente a las nuevas circunstancias trasladando la mayor parte de su trabajo al espacio virtual. Esta diplomacia híbrida ya es la nueva normalidad.

 

*Diplomático. Profesor de Derecho y Práctica Diplomática (ISEN), Profesor de Teoría y Práctica Diplomática y Consular (UB).