OPINIóN
Política en tiempos de coronavirus

La unidad es la clave para que la oposición sea competitiva electoralmente

Con su estilo el gobierno nacional supera el 70% de imagen positiva, según las consultoras. Más que nunca es la hora del diálogo y el consenso.

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Algunas de las figuras clave en el armado parlamentario de Cambiemos: Macri, Vidal, Larreta, Ritondo y Pichetto. | Cedoc

El último discurso presidencial dejó entrever una vez más el estilo de hacer política que le gusta a la mayoría de los argentinos. Discurso paternalista que apela a la “sensibilidad social” y subestima a las instituciones de la democracia. Es que poco importa el inicio tardío de sesiones en el Congreso o que se agreda abiertamente a tuiteros y medios críticos. Con ese estilo el gobierno nacional supera el 70% de imagen positiva, según las consultoras.

En este contexto, a la oposición se le presenta un dilema en su forma de accionar: criticar duramente o ser leve. En la praxis, la segunda postura es mayoritaria quizá por prudencia –más que nada en los ejecutivos por temor al castigo de no recibir ayuda financiero– o por oportunismo.

El temor a quedar mal parada genera una parálisis que puede ser contraproducente frente a su electorado. El analista político Gabriel Palumbo lo denomina “falta de creatividad”. De cara a las elecciones del año que viene esto es un arma de doble filo porque puede reflejarse en una caída electoral que conlleve a un oficialismo carente de la necesidad de escuchar siquiera a la oposición. En otras palabras, se corre el riesgo de un Congreso que funcione como “escribanía” del Ejecutivo.

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Gobierno Abierto para una Gobernanza Pública

Pues bien, de este dilema se sale bien parado siempre y cuando, como dice Andrés Malamud, la oposición esté unida. En esto no hay tutía. Ese 41% no tiene un único partido dueño sino una colación de partidos, o mejor dicho, de preferencias políticas, que también busca fortaleza. Con lo cual, a la principal coalición opositora no solo le queda como principal desafío unir la tropa y salir a buscar heridos, léase votantes desilusionados –más que nada de sectores medios– y votantes de partidos chicos.

Hay otra máxima del politólogo Giovanni Sartori, que repite eficazmente Malamud en sus excelentes y didácticas charlas: el peor escenario es que la sociedad se enoje con los partidos moderados y termine votando partidos extremos o antisistemas.

Con lo cual la oposición debe asegurar unidad con un discurso moderado, incluso sobres sus sectores más radicalizados. Más que nunca es la hora del diálogo y el consenso.

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Resta mencionar otra cuestión curiosa que son los intelectuales defensores a ultranza de la sobre actuación del estado por encima de las instituciones. Allí destacan que la opción inversa sería que los problemas de la pandemia los soluciona el mercado. Justamente, semejante ridiculez ocurre porque nunca se tiene como horizonte el estilo republicano de gobernar, esto es, separación de poderes con frenos y contrapesos bajo un Estado de Derecho.

En última instancia el problema sigue siendo el exitoso apego por el liderazgo paternalista. Como sociedad solemos recordar grandes líderes, no así grandes instituciones. Por lo menos en el sin inconsciente colectivo. Quizá por eso es que el ataque a la crítica sea una buena forma que estos líderes buscan para victimizarse y portar una imagen “humana” frente al salvajismo insensible.

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A modo de cierre, en la constitución del clivaje (los politólogos nos sentimos empoderados cuando mencionamos esta palabra mágica) populismo – republicanismo, que a grandes rasgos se acomoda al tradicional peronismo – no peronismo, la oposición tiene la responsabilidad de liderar al polo republicano, apostando a sus valores por cierto. Para eso se requiere unidad y acción.