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Vivimos bajo una guerra mundial tecnológica y no lo sabíamos

La importancia universal de las tecnologías de la comunicación queda evidenciada en una nueva "guerra fría o tecnológica". Nadie está fuera de la carrera.

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ARSAT | Gentileza del autor

La importancia universal  de las tecnologías de la comunicación queda evidenciada en una nueva “guerra fría” o “guerra tecnológica”. Nadie está fuera de la carrera. China, Estados Unidos, Rusia, India, Inglaterra, Corea, Francia, Arabia Saudita, Brasil, Alemania, Turquía, México y todos los países del planeta en mayor o menor medida. Algunos pocos países muy desarrollados son victimarios. La mayoría son víctimas permanentes de espionaje político, militar e industrial; cuando no, sabotajes cibernéticos lisa y llanamente.

Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) han ido tomando cada vez más importancia en la vida de las personas; y hoy tiene la significación de ser un hito transformador en lo social y un verdadero escalón cualitativo en el desarrollo de la humanidad. Tan importante ha sido este cambio, que los dueños del poder mundial desplazaron sus presupuestos militares hacia una nueva y más poderosa herramienta: las tecnologías digitales.

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La carrera hacia la tecnología de las telecomunicaciones móviles de quinta generación (5G), está disputándose en estos momentos. La madre de las batallas que se libra en el terreno de las tecnologías es por el control, supervisión, e información del planeta. Si bien este conflicto tiene dos protagonistas principales, todos los países se encuentran involucrados en una lucha silenciosa con el fin de determinar alianzas y medida toma cada unos con el objeto de resguardar su soberanía política, tecnológica e industrial.

Impulsando acciones, con más beneficios a los intereses extranjeros, que a los propios, la anterior gestión, desactivó el Proyecto Satelital Argentino de Telecomunicaciones.

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La reactivación de los proyectos satelitales del pasado resultarían hoy extemporáneos y en algún modo desfavorables si se pensara en continuar bajo los mismos paradigmas del año 2007, momento en que se iniciaron los proyectos Arsat 1 y 2. Sería algo así como volver a reinventar el Proyecto de los aviones Pulqui, otrora dignos del antiguo proyecto de una Argentina que soñaba con ser potencia.

En pocos años el mundo ha producido una mutación en ese proceso evolutivo científico, parte de esa transformación tuvo que ver con la denominada digitalización, fenómeno de la tecnología que ha generado una revolución de los servicios de telecomunicaciones y de los medios de comunicación audiovisual.

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Estamos en deuda en conectar a toda la geografía nacional de manera igualitaria creando un flujo multidireccional de las comunicaciones e integrando redes privadas y públicas. Esto hubiera significado un salto fundamental para el desarrollo del interior del país.

La red quedó limitada en sus prestaciones y alcance, no cubrió todos los aspectos sociales que mediante su capacidad de datos hubiera permitido proveer y quedó resumida a una unidad de negocios, como una empresa más del sector. Un tremendo error de no integrar las redes de los operadores privados y acrecentando su aislamiento.

El posicionamiento geopolítico del país en materia de telecomunicaciones no fue atendido convenientemente ya que no se consiguieron integraciones reales con países de la región, tampoco se consiguieron sustanciales avances en conseguir los derechos de aterrizaje (Landing Right) de nuestros satélites en países del continente.

Por el contrario autorizamos a operar sobre Argentina a más de una veintena de satélites extranjeros, lo que sin duda significó un golpe más a la endeble estructura de los servicios satelitales de los Arsat 1 y 2.

La necesidad de contar con un Plan Nacional de Telecomunicaciones y producir las modificaciones urgentes a la regulación en materia de TIC, se convierte en una cuestión prioritaria para el desarrollo y la actividad productiva del país. Esta es una visión amplia que no solo involucra la ingeniería sino las diversas disciplinas que integran las tecnologías de telecomunicaciones.

La integración estratégica y operativa de los organismos y empresas deberán estar ya articulando su accionar bajo un mismo Plan Nacional de Telecomunicaciones, coherente y armonioso; y un delineamiento de una regulación verdaderamente convergente como ocurre en el resto del mundo.

Nuestros ingenieros pueden definir nuevos proyectos técnicos de otras redes satelitales, necesarios para el país, solo hay que escuchar y no cerrarse en la soberbia de un conocimiento ficticio en base a los logros del pasado.

Es imprescindible diseñar una Agencia Espacial Argentina que proponga la política satelital del país y de la cual dependan todos los emprendimientos espaciales. Una Agencia Espacial que no construya satélites, sino que defina la política, planifique y ordene todos los emprendimientos. No es una innovación, es la forma en que se organiza el tema espacial en los países desarrollados.

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Debemos movilizar los recursos humanos calificados que dispone el país y necesitamos crear y dar trabajo a nuestra gente, por lo que este inmovilismo del Estado resulta preocupante. Todavía no se evidenció la puesta en marcha de alguna iniciativa destacable.

A más de un mes largo del cambio de Gobierno, no hay indicios de un Plan Nacional de Telecomunicaciones.

De allí, la necesidad de marcar un alerta, para hacer conocer al Gobierno Nacional, la importancia del sector en materia de la soberanía nacional de las telecomunicaciones. No debemos quedar inermes en la confrontación internacional que se viene librando.

Nos alienta la esperanza, por reuniones que hemos mantenido, de que se inicie un camino con un amplio debate proyectos, que nos permita ubicar a las telecomunicaciones al servicio de la justicia social en materia tecnológica.