Latinoamérica ha sido la región más castigada por el Covid-19 debido a sus deficientes sistemas de salud, al lento proceso de vacunación, al hacinamiento de la población en grandes ciudades y a los altos índices de obesidad, entre otras cosas. Y todo esto ha generado consecuencias brutales para la población, impacto que redefinirá el rol de las empresas en nuestras sociedades.
La postpandemia y el tiempo de las ciudades
Solo para comprender la naturaleza de la catástrofe por la que estamos atravesando vayan algunos datos: a) en 12 países de nuestra región han muerto 12 millones de personas, b) la tasa de mortalidad diaria per cápita de Brasil multiplica por 7 la de la India, c) Paraguay tiene la tasa de mortalidad diaria más alta del mundo, d) de los 10 países del mundo con mayor cantidad de fallecidos, 7 son latinoamericanos, e) la tasa de mortalidad per capita de la región multiplica por 8 el promedio global, y f) la Argentina superó los 100.000 fallecidos.
Ser más sano: el nuevo lujo de la postpandemia
Es evidente que el impacto social, económico y político de esta pandemia todavía no podemos ponderarlo en toda su extensión pero sí podemos intentar analizar el rol de la empresa en este contexto social. Algunas líneas de análisis podrían ser las siguientes:
- Mayor avance del Estado: la crisis económica, social y política del 2001 en la Argentina marcó un punto de inflexión en la opinión de la gente con relación a las grandes empresas, ya que a partir de ese momento se prioriza la presencia estatal sobre la presencia privada. Por encuestas recientes podemos inferir que la pandemia no hizo más que profundizar esta preferencia.
- Mayor volumen regulatorio: la crisis generó un empoderamiento de los gobiernos en general y esto produjo un mayor volumen regulatorio. En Argentina avanzaron y avanzan proyectos que recargan los ya altos niveles de tributación (como por ejemplo el impuesto extraordinario a las grandes fortunas) o generan mayores controles a la economía privada (precios cuidados, etiquetado, etc.).
- La desconfianza como clima de época: antes de la pandemia la desconfianza hacia el sector privado era moneda corriente. Las consecuencias económicas del Covid-19 han generado aún mayores niveles de desconfianza. La pandemia ha trazado otra grieta: las empresas que ayudaron y las que no, las que ocupan el eje del bien y las que están en el eje del mal.
- No solo serlo sino parecerlo: la desconfianza social produce que las empresas estén más observadas que nunca. Las redes sociales, los foros de opinión y los medios de comunicación señalan cada una de las falencias corporativas. Es importante que las empresas sean parte de la conversación social, ya que todo espacio vacío tiende a llenarse, y en la mayoría de las veces con desinformación.
La crisis post COVID-19: transformaciones en el futuro cercano
Como podemos observar hasta aquí, las consecuencias sociales, sanitarias, políticas y económicas son únicas en nuestra historia y estas interpelan al sector público y privado a trabajar en conjunto para hacerles más llevadera la vida a millones de ciudadanos. Las empresas tienen un rol social clave, generando empleo, desarrollo y riqueza para los países. Pero hoy la gente les exige más.
* Santiago Lacase. Licenciado en Ciencias Políticas con especialización en Relaciones Internacionales (Universidad Católica Argentina). Posgrado de Negocios (IAE). Presidente de Agora Public Affairs & Strategic Communications.