OPINIóN

Tema con variaciones para pianoforte y caja de ritmos

"Predecir es muy difícil, especialmente si es sobre el futuro”, cita el autor, haciendo un repaso por las medidas de Javier Milei y el efecto que podría generar en tres escenarios distintos.

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Javier Milei. “Es un presidente por la crisis de representación”. | AFP

Primero. Los de 2024 fueron días dramáticos para Argentina. El presidente de la Nación había iniciado su gobierno con un DNU y un proyecto de ley que ocasionaban un giro copernicano a las bases de la convivencia económica y social del país, a la manera de un Kant antártico que escribiera y aplicara “Crítica de la Sinrazón Pura”. A mediados de enero se habían manifestado en el Congreso espinosas reticencias a votar a libro cerrado el fardo. Hacia finales del mes, Milei decidió quitar el capítulo fiscal del temario. Diputados accedió a aprobar la mayor parte de las reformas, y lo mismo hizo el Senado. Tras algunos remilgos, las leyes fueron promulgadas sin que se acordaran al gobierno los ingresos que éste había pretendido.

Se perpetró entonces un drástico ajuste en todos los gastos discrecionales. Las transferencias no automáticas a las Provincias se paralizaron definitivamente. Los empleados del sector público fueron reducidos masivamente, y a quienes mantuvieron sus puestos se les congelaron los ingresos. Los jubilados percibieron en marzo un ajuste que no reflejaba la inflación de ese momento, que había decrecido levemente. La CGT anunció su segundo paro en tres meses. El FMI renovó su socorro para repagar sus propios préstamos y el BCRA adquirió casi diez mil millones de dólares antes de que comenzara la liquidación de la cosecha gruesa en abril. El presidente, superado el juicio de Dios de ese verano, renovó parte de su gabinete de ministros incorporando a miembros de otras fuerzas, en lo que sería el comienzo de una coalición que reflejaba al voto del 19 de noviembre de 2023. El paro de protesta, concretado a principios de abril, detonó serios incidentes y comenzó una época -que aún no ha terminado- de muy dura represión, como hacía décadas no se vivía en Argentina.

En julio de 2024, la inflación se estacionó en alrededor del 4 % mensual y la amenaza permanente de dolarización relegó al peso a transacciones menores y muy veloces, pese al descenso relativo de la inflación. Y así, entre protestas, recesión y represión llegó el triunfo de Trump en noviembre y el mercado especulativo anticipó que una nueva clase de salvataje iba a acordarse entre EE. UU. y la Argentina, ya inequívocamente satelizada en la órbita de la Nueva Derecha internacional.

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Segundo. Los de 2024 fueron días dramáticos para Argentina. El presidente de la Nación había iniciado su gobierno con un DNU y un proyecto de ley que ocasionaban un giro copernicano a las bases de la convivencia económica y social del país, a la manera de un Kant antártico  que escribiera y aplicara “Crítica de la Sinrazón Pura”. A mediados de enero se habían manifestado en el Congreso espinosas reticencias a votar a libro cerrado el fardo. Hacia finales del mes, Milei decidió quitar el capítulo fiscal del temario.

Diputados demoró el tratamiento y luego votó el proyecto, ante la irritación del presidente, a causa de las grandes modificaciones introducidas. No autorizó contraer deuda sin su aprobación, redujo drásticamente la lista de empresas sujetas a privatización, reglamentó un ajuste por inflación de las jubilaciones y, aunque habilitó facultades delegadas -en pocas materias- prohibió que se usara esa delegación para modificar las disposiciones de la ley ómnibus. El Senado actuó en la misma línea. El Ejecutivo vetó la ley, y durante el mes de febrero envió a sus principales espadas a campamento de entrenamiento, donde los reclutas fueron adiestrados para todos los elementos del choque: física, mental y emocionalmente. El presidente amenazó con convocar a una consulta popular no vinculante. El Congreso se agendó votar, a partir del comienzo de las sesiones ordinarias el 1° de marzo, la insistencia en la sanción de lo que ya había votado.

En eso estaban las Cámaras cuando se celebró el plebiscito. El rechazo a las reformas de Milei en mayo precipitó la renuncia del presidente. La nueva presidenta Villaruel, dando señales de astucia y flexibilidad, incorporó a diferentes figuras a su gabinete y expresó así con más propiedad el voto del 19 de noviembre. El ajuste no se detuvo y la represión, que había comenzado tras el segundo y último paro de la CGT a principios de abril, se hizo más ideológica. Al cabo del año, la inflación no se había controlado -superaba el 300 %-, pero el pico de la recesión -entre abril y mayo- parecía haberse moderado.

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Victoria Villarruel

A pesar de algunos rumores de renuncia de Villaruel, se filtraban señales de alguna clase de acuerdo con los Estados Unidos, que permitiría un plan de estabilización. Se hablaba también de un cambio de moneda.

TERCERO. Los de 2024 fueron días dramáticos para Argentina. El presidente de la Nación había iniciado su gobierno con un DNU y un proyecto de ley que ocasionaban un giro copernicano a las bases de la convivencia económica y social del país, a la manera de un Kant antártico que escribiera y aplicara “Crítica de la Sinrazón Pura”. A mediados de enero se habían manifestado en el Congreso espinosas reticencias a votar a libro cerrado el fardo. Hacia finales del mes, Milei decidió quitar el capítulo fiscal del temario.

Diputados demoró el tratamiento y luego votó el proyecto con grandes modificaciones, ante la ira del presidente. No autorizó contraer deuda sin su aprobación, redujo drásticamente la lista de empresas sujetas a privatización, reglamentó un ajuste por inflación de las jubilaciones, aunque habilitó facultades delegadas -en pocas materias- prohibió que se usara esa delegación para modificar las disposiciones de la ley ómnibus. El Senado actuó en la misma línea. El Ejecutivo vetó la ley, y durante el mes de febrero se calentaron los motores de gobierno y oposición para el choque, en un clima de guerra civil ideológica. El presidente amenazó con convocar a una consulta popular no vinculante. El Congreso se agendó votar, a partir del comienzo de las sesiones ordinarias el 1° de marzo, la insistencia en la sanción de lo que ya había votado.

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En eso estaban las Cámaras cuando se celebró el plebiscito. El apoyo a las reformas de Milei inflamó al presidente, quien habló al país esa misma noche anunciando la declaración de un estado de excepción no previsto en la Constitución y cerró el Congreso, prohibiendo las reuniones de legisladores y advirtiendo que cualquier Gobernador que las amparara sufriría la intervención federal. Milei aclaró que lo mismo había hecho el presidente Figueroa Alcorta el 25 de enero de 1908.

Se procedió a dictar un régimen de dolarización a una paridad de $ 10.000 por cada dólar, declarar prescindibles a más de un millón de empleados del sector público, y establecer una nueva coparticipación federal. Las fuerzas armadas emitieron un comunicado conjunto declarando su sometimiento a su comandante en jefe, el presidente. Y una fuerza de tareas para el mantenimiento de la paz, integrada por EE. UU., Canadá, Australia y Nueva Zelandia se aprestaba para arribar al territorio argentino en los últimos días de este año histórico.

CODA. "Predecir es muy difícil, especialmente si es sobre el futuro” (frase atribuida a Niels Bohr).