El flamante Presidente del Banco Central, Miguel Ángel Pesce, cree que bajar la inflación no es fácil porque en el país "no sobran dólares", pero admite que tiene buenas expectativas para 2020. "No es que la inflación va a bajar verticalmente el año que viene. Aunque soy optimista y espero que las cifras del año que viene sean mucho más bajas que las de este", advirtió al ser entrevistado por Jorge Fontevecchia.
"La inflación no es un fenómeno exclusivamente monetario y no toda expansión monetaria genera inflación. Depende de las condiciones en las cuales se encuentra el mercado. Esto es así", advirtió el economista, quien aseguró que "con una inflación mucho más moderada que la de este año va a aumentar la cantidad de dinero, especialmente si aumenta el consumo de los sectores de más bajos ingresos".
A continuación, un fragmento de la entrevista donde se refiere a la inflación:
—Una antecesora tuya, Mercedes Marcó del Pont, planteaba que la inflación no era un fenómeno monetario, que la emisión no producía necesariamente inflación. ¿Cuál es tu posición?
—La inflación no es un fenómeno exclusivamente monetario y no toda expansión monetaria genera inflación. Depende de las condiciones en las cuales se encuentra el mercado. Esto es así. Pero hay que ser prudentes. En determinadas circunstancias la emisión monetaria puede ser inflacionaria y es un instrumento del cual no hay que abusar y que debe manejarse con muchísimo cuidado y en situaciones excepcionales. El Estado tiene que financiarse con sus impuestos, o sea su propia soberanía como Estado. Si no, tiene que recurrir al mercado, al endeudamiento, como hacen todos los países del mundo.
—¿Compartís lo dicho por el ministro Martín Guzmán sobre que la emisión para financiar el déficit desestabiliza la economía?
—Depende de las condiciones. La base monetaria que hoy tiene Argentina es muy baja. Todos los agregados monetarios en término de producto son muy bajos, los préstamos al sector privado en término de producto están en los más bajos de la historia. Si queremos más crédito en pesos, necesitamos que la base monetaria se amplíe. Ojalá fuera por sector externo, ojalá fuera por otros factores que no fueran el Gobierno. La demanda monetaria que tendremos en 2020 permite determinada expansión sin un efecto de aceleración inflacionaria.
—¿Cómo reaccionaría el Banco Central frente a una triple demanda? (1) emitir pesos para comprar dólares, para acumular reservas y para pagar deuda. (2) Emitir para financiar al Gobierno y (3) emitir para cancelar las Leliq o regenerar el crédito. Los tres elementos juntos.
—Si bajan las Leliq, va a haber expansión secundaria del dinero por el aumento del crédito, que hoy está constreñido por esa esterilización. Acá hay un problema de demanda de dinero. No es que la inflación va a bajar verticalmente el año que viene. Aunque soy optimista y espero que las cifras del año que viene sean mucho más bajas que las de este. Pero con una inflación mucho más moderada que la de este año va a aumentar la cantidad de dinero, especialmente si aumenta el consumo de los sectores de más bajos ingresos. Eso va a demandar cierta monetización que puede ser cubierta con lo que se financia del sector público y la expansión por sector externo. Pero cuando se utiliza la emisión monetaria para financiar al Estado hay que ser muy cuidadoso. Debe hacerse solo en situaciones excepcionales y con mucho cuidado.
—¿El Presidente es consciente como vos de la gravedad que puede tener una emisión descontrolada?
—Sí. Nos plantea como objetivo de política macroeconómica llegar al superávit fiscal, al externo, a la acumulación de reservas. Todo esto hace a la soberanía fiscal del Estado: si tiene déficit o sobreendeudamiento, pierde soberanía. Muchas de las crisis de países sobreendeudados como Francia se deben a que el Estado perdió la capacidad de tomar decisiones. Son contados con la mano los países del mundo que pueden pagar su deuda: Alemania, Suiza, muy pocos. Japón, Francia o Italia no pueden pagar su deuda. Se requiere un roll over permanente de su endeudamiento. Eso le resta soberanía al Estado, porque no solo opina la política, no solo opina el poder electoral, sino que opinan también aquellos que te tienen que prestar para poder sostener el Estado.
—¿Es un arte equilibrar entre quienes dicen que emitir no genera inflación y los que creen en la emisión cero?
—La economía es una ciencia, pero permeada por el poder. Quizás es la más permeada por el poder de todas las ciencias. Demostramos que teníamos razón en el diagnóstico y en los instrumentos. Bajar la inflación no era fácil. No sobraban dólares en Argentina: era necesario tener un sistema de control cambiario si exportabas 60 mil millones de dólares y no 82 mil millones de dólares. Y también se va a comprender ahora que, en determinadas circunstancias, con mucho cuidado, con mucha prudencia, el Banco Central puede asistir al gobierno sin acelerar el proceso inflacionario. Las autoridades anteriores del Banco Central lo demostraron autorizando la expansión de casi 200 mil millones de pesos para financiar al Estado.
—¿Sería un arte saber cuándo la emisión puede producir inflación y cuándo no?
—Tiene bastante de ciencia y mucho de idiosincrasia. No es lo mismo Alemania que Argentina, que es un país muy idiosincrático.
—Una ciencia social.
—Argentina tiene particularidades extraordinarias. El uso de efectivo que hace Argentina es absolutamente inusual. La vocación por el dólar que tienen los argentinos es absolutamente inusual. El hecho de que haya 80 mil millones de dólares en billetes en el territorio argentino, en términos de producto y per cápita, nos pone en el nivel más alto del mundo. Llegamos a esa situación a través de una cadena de errores que en algún momento tendremos que corregir. Los argentinos son propietarios de empresas en el exterior en un valor mayor que los extranjeros propietarios de empresas en Argentina. En paralelo, tenemos uno de los niveles de capitalización bursátil más bajos del mundo. Lo mismo sucede con el nivel de préstamos al sector privado. Hay que tener presente esas particularidades cuando se toman decisiones: pero la ciencia también presta atención a estos asuntos. Esta idea de que la devaluación a la que llevó el gobierno anterior al principio de su gestión, en el año 2016, no iba a tener efectos inflacionarios chocaba contra las pruebas econométricas: la devaluación iba a impulsar el proceso inflacionario. Como la economía está permeada por el poder, a veces no se quieren ver las evidencias científicas.
—¿Nuestra decadencia tiene una relación mayor con el poder que con la economía?
—Argentina tiene potencialidad, además de unos cuantos problemas. Pero el principal obstáculo es la desigualdad en la distribución del ingreso. No puede ser que en Argentina haya familias cuyo ingreso no alcance a una canasta básica de alimentos.
—Hay países en los que la desigualdad es todavía mayor y sin embargo son estables. ¿Es la puja del poder que en Argentina no está resuelta?
—Los movimientos populares de Argentina hicieron escuela en el mundo. Argentina tuvo la primera empresa petrolera estatal. El modelo de YPF lo encontrás en Venezuela, en Ecuador, en Bolivia. Fue la creación de un movimiento popular argentino. También los movimientos populares argentinos encontraron el camino para distribuir el ingreso y que no se concentre cuando aumentan los precios de las commodities. El modelo del primer gobierno peronista de redistribución en un contexto de precios de las commodities tan altos fue tomado por otros países. Chile, con la creación de la corporación del cobre, va en ese camino. También seremos modelo si encontramos la solución a lo que ocurre cuando los precios de las commodities bajan. Con la soja a 400 o 500 dólares, no tenemos conflictos, el gobierno gana las elecciones, nos vamos de viaje al exterior, atesoramos en dólares. Pero ¿cuál es la política económica que un movimiento popular debe llevar adelante cuando bajan? Tenemos que encontrar ese camino. Lo que está ocurriendo en Latinoamérica tiene que ver con el precio de las commodities. Una cosa era Venezuela con el petróleo a 120 dólares, y otra cuando está a 60 dólares. Una cosa es Chile con China creando tres, cuatro, megaciudades por año, y otra ahora que China ya terminó ese proceso que lleva a una baja de la demanda de cobre.