POLITICA
Juicio por genocidio en la ESMA

Declaran que Febres golpeaba a las monjas francesas

La docente Ana María Soffiatini declaró ante la Justicia y brindó terribles detalles sobre el centro clandestino de detención. Afirmó que los represores eran "una máquina de matar y robar".

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Una sobreviviente del centro clandestino de detención que funcionaba en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA) aseguró hoy que el ex prefecto Héctor Febres "participaba en las sesiones de tortura" y que lo vio golpeando con una manguera flexible a las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon.

En el comienzo de la novena jornada del juicio oral y público que se le sigue a Febres, la docente Ana María Soffiatini calificó al imputado como "perverso, hipócrita y asqueroso", aseguró que era "uno de los que más presencia tenía ahí adentro" y lo señaló como "una pieza muy importante de esa máquina de horror y muerte que funcionaba en la ESMA".

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La mujer relató que vio partos en la "maternidad" clandestina que funcionaba en ese centro y aseguró que Febrés era quien llevaba los bebés hacia "alguna parte".

En ese sentido, dijo que "sería importante que algún día dijese donde llevaba a los recién nacidos, son algunas de las respuestas que estamos esperando así como quisiera saber donde está el cuerpo del padre de mis hijos".

De esa manera, Soffiatini se refería a su compañero Hugo Bonostri, sobre quien le dijeron en la ESMA que "se fue para arriba y está con 'Jesusito' por no haber querido colaborar". Y relató como otro prisionero, "al que le decíamos 'nariz', se escapó, lo volvieron a capturar, lo mataron y trajeron su cuerpo a la ESMA para mostrarnos qué hacían con quienes intentaban fugarse".

Sobre su cautiverio, la mujer contó que fue secuestrada junto a sus pequeños hijos el 16 de agosto de 1977 -posteriormente las criaturas le fueron entregadas a sus abuelos por el destituido capitán de Fragata Alfredo Astiz- y llevada a la ESMA, donde Febres la desnudó.

Tras ello la ataron a un camastro donde la torturaban mediante descargas eléctricas ("picana"), lo que pasó a formar parte del "paisaje cotidiano de gritos de dolor por las torturas y ruidos de grilletes", narró.

Los represores que operaban en ese centro clandestino constituían una " máquina de matar y robar", aseguró la testigo quien dijo haber visto en un "pañol de trofeos de guerra" la mesa del comedor de su casa de Ramallo donde fue secuestrada y hasta su heladera, junto a gran cantidad de bienes de otros prisioneros.

Soffiatini fue la primera testigo de la novena jornada del primer juicio oral y público en el que se ventilan delitos de "lesa humanidad" tras la derogación y declaración de nulidad insalvable de las leyes de obediencia debida y punto final y en el que único imputado es Febrés.

Fuente: Télam