POLITICA

Duhalde o Duhalde

default
default | Cedoc

Nombre: Eduardo. Origen: anglosajón. Significado: “guardián”. Apellido: Duhalde. Origen: vasco. Significado: “junto al agua”.
Empecemos confirmando que Eduardo Duhalde y Eduardo Duhalde son, cada uno a su modo, dos guardianes que desde hace casi media centuria se vienen mojando los pies en un río siempre revuelto: el peronismo. Claro que uno y otro tocayo han sido hasta hoy guardianes de visiones muy distintas, más bien contrapuestas, de esa identidad política tan cara a la argentinidad.
Eduardo Luis (nombre de origen germano que quiere decir “famoso en el combate”) llegó a secretario de Derechos Humanos de la Nación con Néstor Kirchner y sigue en pie de guerra: su última acción trascendente fue declarar contra Isabel Perón en la causa Triple A, aunque, como se verá más adelante, en términos mucho más civilizados que cuando criticaba al mismísimo Juan Domingo Perón en los 70.
Eduardo Alberto (nombre de origen griego que significa “nobleza brillante”) resultó clave para que Carlos Menem y el propio Kirchner llegaran a ser presidentes, él mismo lo fue aunque sin votos y ahora actúa desde un retiro medio raro. Este Duhalde banca a muerte a Isabelita y jamás polemizó con el General.
Al funcionario Eduardo Luis Duhalde, en los pasillos del peronismo setentista le dicen “el Duhalde bueno”. Y huelga cualquier adjetivo para definir al homónimo.
A Eduardo Alberto Duhalde, en las entrañas de la ortodoxia lo llaman “Negro” o “Cabezón”. Al otro, las pocas veces que lo mencionan, lo llaman “Zurdo”.
Duhalde y Duhalde sintetizan desde distintos suburbios de la Casa Rosada las dos posturas históricas que coexisten en el movimiento, inquietantemente rehabilitadas por la tendencia oficial a gobernar con un ojo en el pasado. Dos maneras de concebir la política, la justicia y/o la venganza que llegaron al tono de amenaza hace unos días, cuando las 62 Organizaciones (más afines, en definitiva, al ex presidente transitorio) lanzaron su advertencia: “No jodan con Perón”.
Podría uno tranquilizarse recordando un ocurrente axioma peronista: “Los muchachos son como los gatos... Cuando parece que se están peleando, se están reproduciendo”. Para más datos, Eduardo Luis Duhalde es gato en el horóscopo chino. ¿Y Eduardo Alberto? No, él es serpiente. Y ya se sabe cómo pueden acabar las cosas cuando unos y otros deciden ver quién se come a quién.
Lejos de esoterismos vanos y arbitrarias casualidades, tal vez valga la pena ir tres décadas hacia atrás para entender el fondo de las diferencias de entonces y la génesis de las actuales. Cosas como las que siguen suscribió Eduardo Luis Duhalde con Perón ya reinstalado en la Presidencia, en una revista que codirigía con su líder y entonces diputado Rodolfo Ortega Peña, asesinado por la Triple A en el ’74: 
- “El Ejército –de antes del 25 de mayo y de después– sigue siendo el mismo. (...) Nada ha cambiado. Es la misma realidad militar, sin engañoso ropaje. (...) Repitamos una vez más que sólo la guerra del pueblo salvará al pueblo”. (Revista Militancia Peronista para la Liberación, Nº 28, 20/12/73.) 
- “Hoy vemos caer nuevamente a nuestros compañeros. (...) Esta es la Argentina real, la que no se maneja con ficciones ni queda entrampada por las promesas dionisíacas de los discursos oficiales, (...) la de la propaganda instrumentada, la de la Argentina Potencia, desmentida a diario por esta dolorosa realidad que se quiere acallar apelando a los viejos personajes de la antipatria”. (Idem, Nº 30, 3/1/74.) 
- “Con las calles vacías, con los mercenarios de siempre recorriendo los caminos de la Patria en busca de rebeldías no toleradas por el Sistema, con una ley penal que excede los límites de aquellas que dictaron los gobiernos más débiles en sus peores momentos, un obscuro y solitario territorio se abre para la Argentina Potencia de la Reconstrucción Nacional: el proyecto de la Patria Metalúrgica”. (Idem, Nº 33, 31/1/74.)
Ahora es comprobable hasta qué punto aquellas divisorias de aguas pueden ser revividas por la estrategia gubernamental de saldar el pasado apelando sólo a las pasiones y a las urgencias del oficialismo. Y hasta qué punto surcan y arriesgan la propia alianza de poder K.
Ni Braden o Perón, ni Liberación o Dependencia... Duhalde o Duhalde. Dos veces “junto al agua”. ¡Ojo al acantilado!.