Después de más de cuatro horas de espera Julio Alak salió a dar una alocución de cinco minutos donde explicaba con una dicción dificultosa que los datos cargados en un principio no eran representativos. Cuando terminó de hablar el movilero del noticiero pidió un plano corto a su celular para dar cuenta que no había ningún dato subido a la web. En twitter, el personaje cáustico de la Dra. Pignata disparaba inmediatamente “los datos oficiales no están ni vivos ni muertos, están desaparecidos” para ser retuiteada cientos y cientos de veces.
Esto fue solo el comienzo del epílogo de una jornada vergonzosa donde en un Conurbano bajo el agua y con difícil accesibilidad a los centros de votación se robaban boletas sin ton ni son. Votamos peor que a comienzos del siglo XX con el voto cantado. Porque si no hay boletas del partido que uno quiere votar cae bajo la presión de las autoridades de mesa que les dicen que voten a otro digitando así la elección por default.
Con un cinismo sin precedentes gran parte de la dirigencia política salió a decir indignada que los que denunciaban irregularidades estaban mancillando la elección. Mayra Mendoza, dirigente de La Campora, tuiteaba por la tarde: "Si no tienen fiscales, es porque no tienen construcción política ni militantes q cuiden sus boletas. No ensucien la elección". A confesión de parte, relevo de pruebas. Está claro que las listas sábanas y este sistema arcaico de conteo de votos le conviene a los oficialismos. Esto es joda. Cuanto más se siga estirando esta metodología en el tiempo, las redes sociales y la tecnología a mano de los votantes van a hacer mella y dejar en ridículo a varios dirigentes políticos. Es hora de aggiornarse.
Bien entrada la noche, a cuentagotas, aparecieron los primeros números oficiales. Scioli (38%) ganó con cierta comodidad pero no parece poder zafar de una segunda vuelta con un Macri consolidado como segundo candidato (30%). Massa (20%) se sacó una mochila de encima, primero al ganarle a De la Sota en la interna (87% vs. 12%) y después para poder dar la cara a un electorado hilvanando un discurso anti polarización. Pero para ser sinceros, la definición de las elecciones generales va a estar en cómo llega Massa a la primera vuelta para dividirle votos a Scioli y cómo se van a desagregar los votantes del diputado bonaerense si llega haber una segunda vuelta entre Scioli y Macri. Massa en la cancha le es funcional a Macri y Cambiemos. Por su parte, Scioli parece adosarle a su clásico “fe y esperanza” un nuevo latiguillo que vamos a escuchar hasta el cansancio: “Continuidad, previsibilidad y confianza”.
Pero qué pasó en la madre de todas las batallas, la Provincia de Buenos Aires. El Frente para la Victoria se alzó con el primer puesto (casi el 40%) con una interna feroz marcada por acusaciones pesadas. Aníbal Fernández será el candidato de ese espacio al derrotar a Julián Domínguez (53% vs 47%). Pero la candidata con mayor cantidad de votos fue María Eugenia Vidal (1.884.488 votos, el 30,5% del total). Al ver las proyecciones, ni lerdo ni perezoso, el periodista Pablo Sirvén, uno de los tuiteros con mayor cantidad de seguidores tuiteó “Que Dios proteja del narcotráfico a los hijos de aquellas madres bonaerenses que hoy votaron a favor de la efedrina”, el tuit se multiplicó por miles. Ahora habrá que ver si esa elección se polariza y como se desagregan los votantes de Domínguez.
El PRO tiene una parada difícil pero no imposible. Recordemos que en la provincia de Buenos Aires no hay segunda vuelta por lo tanto Vidal o Aníbal pueden ganar con poco margen. Lo más llamativo es la proyección del ex gobernador Felipe Solá (19%) que logró captar más votos que Sergio Massa. Las claves para definir esta elección de la primera circunscripción del país estarán entre los votantes de Domínguez, la proyección de Solá, las denuncias contra Aníbal Fernández y la eventual campaña sucia que surgirá entre los principales candidatos. No hay nada definido.
(*) Politólogo. @martinkunik