"La Coalición Cívica cruje y Carrió tiene problemas para formar el segundo bloque en importancia en Diputados" decía nuestro título 24 horas atrás, contando lo difícil que le será a Elisa Carrió convertirse en "jefa de la oposición". Es que para ejercer ese rol Lilita necesita, imperiosamente, consolidar a la Coalición Cívica como la segunda bancada en Diputados y la tropa de la CC ha empezado a mostrar notorias rebeldías. Eso ha hecho aparecer en escena a otros interesados en ese "segundo premio".
La cuestión es sencilla, el segundo bloque tiene peso en comisiones importantes, incide en la propia conducción de la Cámara y, lo más importante, se queda con la presidencia de la Auditoria General de la Nación. Incluso su influencia llega hasta el Consejo de la Magistratura.
Ricardo Macaluse, María América González y Carlos Raimundi analizan formar un bloque de aristas puros y los socialistas -más allá de la fórmula compartida- también se irán por su lado. Y entonces a Lilita "las cuentas no le cierran".
Hoy se conoció otra novedad: los kirchneristas analizan la posibilidad de dividir sus fuerzas, armar un bloque exclusivo del Frente Para la Victoria y otro integrado por sus aliados de la Concertación Plural, para que este último sea considerado la "primera minoría".
Si el plan prosperara, representaría que los propios socios del gobierno en la Concertación K serían los encargados de controlar la transparencia del gobierno de Cristina. Un plan astuto (y digno de la calidad institucional a la que acostumbra el kirchnerismo).
Una fuente oficialista deslizó que sumando radicales K, algunos socalistas (Binner es un amigo", dijo el Presidente hace unas horas) y otros de partidos provinciales podrían conformar una bancada de la Concertación Plural que llegue a una treintena de miembros.
Ante ese cuadro de situación, a Carrió visitó de urgencia al presidente de la Convención Nacional de la UCR porteña, Ricardo Gil Lavedra. El motivo era obvio: unir fuerzas antes que el kirchnerismo los deje a todos con las manos vacías. Gil Lavedra admitió el encuentro "personal, entre dos viejos amigos" y dijo que con Carrió "coincidimos en que lo más saludable para el fortalecimiento del sistema y de los partidos políticos es que haya diálogos institucionales entre los partidos y que sea ese el contorno para alcanzar coincidencias que impliquen posiblemente acciones conjuntas". Traducido a lenguaje liso y llano eso debe leerse como "Lilita tiene razón y hay que hacer algo".
Los radicales sueñan con conservar la segunda vicepresidencia que actualmente ejercen en la Cámara y mantener su representación parlamentaria en la estratégica AGN y en el Consejo de la Magistratura. Aunque su cosecha de votos el domingo fue modesta y perdieron buena parte de sus bancas, el actual vicepresidente del bloque, Hugo Storero (UCR- Santa Fe) y Miguel Angel Giubergia (UCR- Jujuy) están gastando sus celulares para seducir a los correligionarios disidentes que se olvidaron de Alem para nadar en las seguras listas del kirchnerismo y la Coalición Cívica.
Storero estima que la bancada podría sumar unos 40 diputados. Confía en contar con cuatro o cinco "margaritos", además de radicales K como los santiagueños. "De la manera que se mire nosotros somos el partido de la primera minoría", remarcó, porque señaló que la Coalición "es un interbloque" lo cual a su criterio la invalida para reclamar cargos y honores. Decir hoy como terminará la historia, es imposible: la moneda (literalmente) está en el aire.