En secreto y bajo un estricto hermetismo, el ex presidente Néstor Kirchner fue internado hace dos semanas para hacerse un examen intestinal, debido a su síndrome de colon irritable. Fueron varias horas en las que la salud del patagónico volvió a preocupar a su entorno, como pasó en febrero, cuando debió ser operado de urgencia por una afección en la arteria carótida. Al final, sólo fue un dolor pasajero, se hizo un control de rutina, y Kirchner regresó a la residencia de Olivos.
El miércoles 11, a las 9 de la noche, el ex presidente cerraba un día lleno de derrotas. Diputados había dado media sanción a la Ley de Protección de Glaciares, vetada por su esposa en 2008, y el Senado se apretaba a hacer lo mismo con la reforma del Indec. Fue entonces cuando sintió un malestar intestinal y en su colaboradores más cercanos comenzaron a levantar el teléfono para encontrar atención médica en el centro más cercano.
Minutos más tarde, Kirchner ingresaba a la Clínica Olivos en absoluta reserva para someterse a un chequeo de su colon irritable. Todo un piso del sanatorio fue desalojado, según relató a Perfil.com una fuente que prefirió el anonimato pero presenció por completo la internación del ex presidente.
Cuando el médico se encontró con su paciente, Néstor Kirchner, observó algo llamativo: no tenía historia clínica. La pidió, pero se la negaron. No había registro del pasado médico del ex presidente. Más allá de esa ausencia, el chequeo se realizó y para alivio de los acompañantes K no hubo mayores complicaciones, sólo un dolor pasajero. A las 3 de la mañana, cinco horas después de su ingreso, Kirchner se retiró, con la misma reserva con la que había entrado.