Si existiera un ranking de palabras más pronunciadas por Víctor Hugo Morales (VHM), sin duda, “Magnetto” le quitaría varios cuerpos a la segunda, que acaso podría ser “fútbol”. Tal es su obsesión con Clarín. Tal es su odio. El fastidio de VHM hacia el Grupo Clarín viene de muy lejos. Los Kirchner fueron, en todo caso, unos recién llegados en esa materia. Jorge Asís antecedió a Morales en atrevérsele a Clarín con mucho más talento y vuelo literario con su novela Diario de la Argentina. También Julio Ramos llevó adelante una campaña aún más virulenta contra Clarín, pero más documentada y bastante menos panfletaria y hueca que la que después encaró el locutor charrúa.
La génesis de la aproximación de VHM al kirchnerismo se dio cuando en 2009 el gobierno de Cristina Fernández estatizó de hecho las transmisiones del fútbol, una idea que bullía en la cabeza del uruguayo desde siempre y que el gobierno “nac&pop” ejecutó con casi idéntica partitura. Durante dos décadas, Víctor Hugo Morales había batallado en soledad contra los dueños del fútbol, que en los 90 se quedaron con las transmisiones de los partidos. Como Torneos y Competencias era de ese holding, las puertas de esa vital vidriera deportiva que tenía el monopolio de la transmisión televisiva de los partidos estuvieron selladas para el díscolo locutor. Aunque también hubo momentos en que lo coquetearon con cantos de sirena para domarlo y tenerlo de su lado. Tan pronto el kirchnerismo desató las hostilidades contra Clarín, Morales se inclinó cada vez más hacia una prédica tan inflamada como insustancial y repetitiva. Antes era para él un tema más bien esporádico y, por lo general, enfocado en el negocio del fútbol. Luego lo convirtió casi en la Tercera Guerra Mundial. No pudo frenar más y sin querer se convirtió en una parodia de sí mismo, en su propia caricatura. Cuando en medio del conflicto con el campo se dinamitó la cordial relación entre el Gobierno y Clarín, el formidable relator descubrió que ese colectivo que antes miraba de lejos ahora lo dejaba bien, y no dudó en subirse. Pero no se conformó sólo con eso. Decidió manejarlo. Por esa puerta entró Víctor Hugo a su imprevista simpatía por el Gobierno. Envalentonado porque ahora tenía en la retaguardia la influencia monolítica de la Casa Rosada y su creciente poder de fuego mediático con la cooptación sin pausa de periodistas, medios y páginas de internet, Morales resolvió elevar el voltaje de sus acusaciones. Empezó a rotular a Clarín como “grupo mafioso” y “cáncer moral más grave del país”. Machacó sobre su “robo” del fútbol y del dinero de los jubilados por medio de las AFJP. El kirchnerismo encontró en el formidable relator una poderosa locomotora para llevar adelante su plan sistemático de demolición de ese multimedios.
Parafraseando a La guerra de las galaxias, el relator empezó a hablar del “lado Magnetto de la vida” y a calificar de “magnetitos” a los periodistas que no lo atacaban con el mismo ardor que él. ¿Fue la administración de Cristina Kirchner la que se “victorhuguizó” al ponerse en sintonía con el fastidio del uruguayo contra Clarín, o fue Morales quien empezó a “cristinizarse”? No hubo tal dilema, sino crudo pragmatismo: a las dos partes les servía tan extraordinaria simbiosis. El productor radial y televisivo Julio Moyano cree saber de dónde viene el rechazo visceral que VHM comenzó a construir hacia Clarín a pocos años de llegar a la Argentina. El empresario, tras lograr la licencia de Radio Mitre, armó una programación fuerte que muy rápido escaló al primer puesto. Pronto Clarín le echó el ojo y le acercó propuestas a Moyano para comprarle la emisora. Siempre las rechazó. Pero algunos de sus socios, inclusive parientes cercanos, no le jugaron de la manera más leal. Moyano perdió la mayoría del paquete accionario y sus socios vendieron la radio al Grupo Clarín, con rapidez inusitada. Jorge Santos, gerente de Mitre en los 90, recordó que el locutor abandonó Mitre tras su primer año de relator deportivo en el país. Se marchó con un contrato multimillonario en dólares a Radio Argentina para relatar el Mundial de Fútbol. Santos no se guardó nada en una demoledora carta abierta: “Ese contrato, que a usted lo benefició tanto, perjudicó a la familia propietaria de la emisora, a tal punto de llevar el medio de comunicación a la quiebra”.
El ex gerente de Mitre está seguro de que el relator le guardaba un “tremendo encono” al holding porque no lo convocó para conducir Fútbol de primera, cuando Carlos Menem le otorgó, a fines de 1989, la licencia de Canal 13 al Grupo Clarín.
“No fui yo quien le vendió a Clarín”, confirmó el productor Julio Moyano al autor de este libro, y en ese momento Víctor Hugo tuvo un gesto extraordinario al decirme que si yo me iba, él también lo hacía porque ya estaba en una pica muy grande con Clarín.
—¿Por qué razón?
—En algún momento parece que hubo una nota de Clarín sobre él que no le gustó. Víctor Hugo es un tipo que te da todo o te corta la cabeza; no tiene término medio. Se ciega, como creo que hoy le pasa.
En 1987 arrancó la “colaboración” informal de Clarín en la gestión administrativa y comercial de Radio Mitre. El traspaso integral al diario se hizo en 1989. Los 90 fueron los años en que Clarín creció con mayor intensidad al empezar a comprar cables en distintas provincias hasta conformar una apreciable red, algo que Morales se decidió a combatir de movida. Se embanderó entusiasta cuando el Poder Ejecutivo fogoneó el tema del misterioso ADN de los hijos de Ernestina Herrera de Noble. Sin embargo, cuando quedó claro que no había compatibilidad alguna entre la sangre de Felipe y Marcela y familiares de desaparecidos, no se le escuchó a VHM ninguna autocrítica o mínima disculpa. Víctor Hugo afirmó más de una vez que poseía un documento de 34 páginas donde figuraban 800 medios pertenecientes a Clarín. Pero esto es lo que reconoció el holding tener:
11 licencias de radiodifusión (cuatro de TV y siete de radio).
158 licencias de cable en 12 provincias, mediante Cablevisión.
Seis señales de cable.
Siete diarios y cuatro revistas.
Morales acusó a Clarín de robarle a sus clientes de Cablevisión. Aseveró que por medio de Impripost, una empresa de impresión, perteneciente en partes iguales al Grupo Clarín y a Techint, el diario tenía montada una suerte de SIDE paralela, con cuyos datos de consumos de tarjetas de crédito “apretaba” a jueces. Mediante el sitio web www.impripost.com.ar Clarín demostró que no trabajaba con tarjetas de ninguna marca.
Cuando el 4 de septiembre de 2012, VHM aseguró por Continental que su sueldo como periodista era un 30% menor al de Héctor Magnetto según la AFIP, en el sitio corporativo de Clarín apuntaron que llamaba “poderosamente la atención” que el relator pudiese saber una información supuestamente confidencial: “¿Podría ser que el Gobierno estuviera brindándole datos privados de ciudadanos al Sr. Morales para alimentar su enfermiza campaña contra quienes no repiten el discurso oficial?”.
El 19 de agosto de 2012, desde su programa Bajada de línea, Morales mostró con orgullo una quema de ejemplares de Clarín, realizada en medio del paro de canillitas. El locutor destacó la imagen como la síntesis de lo que piensa sobre el grupo de medios más poderoso de la Argentina.
Morales podía hacer todo tipo de acusaciones y llenar de insultos varias veces al día a Clarín, pero cuando el multimedios le contestaba, informaba u opinaba sobre algo que no lo favorecía, se victimizaba de inmediato y lo presentaba a su audiencia como un complot en su contra. En Clarín creen que el fastidio que VHM desarrolló contra Cablevisión se acrecentó cuando la empresa inició un juicio por robo de señal contra Desayuno, el programa matutino que conducía, por haber transmitido sin pagar los derechos de unos 40 minutos del partido entre Boca y el Real Madrid, el 28 de noviembre de 2000. A Víctor Hugo le gustaba mojarle la oreja al poder que manejaba el fútbol. Era consciente de lo que se vendría, pero igual quería que todo el país viera ese partido. Por esa travesura, aún hoy pende sobre la cabeza del productor Eduardo Metzger un juicio millonario de Cablevisión, con sentencia en su contra en primera instancia. Metzger apeló el fallo que lo condena a pagar 800 mil pesos como resarcimiento a Cablevisión (unos 3 millones de pesos, si se suman los intereses).
Entonces se embroncó más de lo que estaba con Morales:
—¡Fue una idea de él!
— Bueno, es más o menos lo que dice por radio.
—Lo dirá por radio, pero a su abogado le hizo decir en el expediente que él sólo recibía órdenes mías. Esto demuestra que en este momento está muy protegido y lo sacan del medio. La paradoja es que quien gana es una empresa del Grupo Clarín.
Por entonces Cablevisión no era de Clarín. Había pagado a Boca 1.068.687 dólares para tener la comercialización exclusiva de la transmisión de ese partido. Mientras que VHM siempre hizo alarde de esa audaz decisión, y los medios K en todos estos años se ocuparon de recordarlo pasando una y otra vez ese video, en el expediente fue mucho más cauto, según lo expuesto en su fallo por el juez Fernando Saravia:
“El codemandado Víctor Hugo Morales contestó demanda, solicitando su rechazo. Sostuvo que la decisión de transmitir la cuestión en el aire en directo en el programa Desayuno no fue una decisión tomada por él, toda vez que el conductor no posee facultades para decidir cuáles son las imágenes que se emiten y/o salen al aire, como tampoco puede impedir que las mismas se sigan emitiendo en el programa en razón de que su tarea en el mismo consiste en ser mero conductor y presentador de noticias, imágenes e invitados.”
Morales se desdice en el expediente de la realidad de los hechos con los que hasta el día de hoy ha venido sacando chapa de justiciero: la idea fue suya y la llevó a cabo de punta a punta. Igual, no está dicha la última palabra:
—A Víctor Hugo Morales no lo condenan, pero los abogados estiman que hay elementos para hacerlo en Cámara, porque es el principal promotor del hecho que, incluso, anunció el día anterior al partido –confió en reserva uno de los representantes de la demanda.
Consciente de lo que se le puede venir, a partir del lunes 18 de febrero de 2013, VHM empezó a bajar un par de cambios en su relato radiofónico del episodio, poniéndose en línea con la argumentación de sus abogados, que él “tan sólo” es un inofensivo conductor que recibía órdenes.
Cuando Clarín adquirió esa empresa, seis años más tarde, “el odio de VHM se multiplicó exponencialmente”, según cuentan desde las oficinas del holding. Durante los años siguientes, de manera cotidiana, solía tirarle palos por el servicio, la tarifa, el tendido de postes o cualquier otro asunto. Todo le venía bien para atacar a Cablevisión y, claro, a TyC Sports.
Pero a partir de la ofensiva del kirchnerismo contra el Grupo Clarín, los ataques de Morales se volvieron más variados e intensos. El 11 de agosto de 2009 fue para Víctor Hugo un día que quedó registrado entre los momentos más felices de su vida. Aquella tarde, de manera sorpresiva, después de 18 años de negocios en conjunto, Julio Grondona rompió el contrato con la empresa TSC (de Torneos y Competencias y el Grupo Clarín). La era de la virtual estatización de las transmisiones futbolísticas había comenzado. Para Víctor Hugo la “estafa” que duró casi veinte años había terminado, y sentía gratitud hacia el gobierno de Cristina Kirchner que lo había hecho posible. Sin embargo, pocos saben que en otros momentos Víctor Hugo dejó la puerta entreabierta para negociar. Veamos:
En 2002, en el transcurso de la pelea que VHM mantuvo con Telefónica en Continental, se reunió de manera secreta con el entonces gerente de Mitre (y actual de Continental), Nicolás Yocca, y el gerente de Programación, Jorge Porta. En cuestión de días, esa posibilidad se diluyó y la bronca de Víctor Hugo volvió a crecer. Yocca y Porta sintieron que no encajaba del todo en el perfil periodístico de la emisora. El tema económico tampoco cerró.
En Ciudad Internet, un portal del Grupo Clarín, también hubo una idea de sumar al uruguayo con una columna deportiva cuando los 90 estaban a punto de expirar. El encuentro, almuerzo mediante, fue con Jorge Rendo y el gerente del sitio, Alejandro Mondrzak. A Rendo, Morales lo conocía desde su época como gerente de relaciones institucionales de Fiat e, incluso, llegó a ir a conciertos en la casa de VHM, donde conoció al Trío Argentino, que a partir de allí fue esponsoreado por Clarín. Al final no se pusieron de acuerdo con la plata: la oferta era de diez mil pesos/dólares y él pretendía 14 mil. En un plano más social, llegó a jugar al tenis en dobles con el periodista de Clarín Eduardo van der Kooy. El gerente de Relaciones Externas del principal multimedios argentino, Martín Etchvers, cuenta aquí por primera vez la reunión que mantuvo con el relator:
—Luego de varios intentos, en abril de 2009, nos concedió una reunión, en la que le acercamos mucha información sobre los multimedios en el mundo, la legislación de medios comparada, la gran diversidad de la oferta mediática argentina versus la de muchos países desarrollados. También le explicamos las características de la salida a la Bolsa del Grupo, de la fusión del cable y otros temas. Prometió que iba a estudiar las cosas y nos ofrecimos a ampliarle la información. Dijo que se comunicaría, pero no llamó nunca más.
—¿De qué se quejó Morales en aquella reunión?
—Se quejaba de que la compañía de seguros La Segunda había querido producir un programa en el canal Metro, conducido por él, y no había conseguido el espacio. También dijo que la estética de pantalla con la que se sentía más identificado era la del 13 y TN.
—¿Cuáles fueron las principales imputaciones que les hizo Morales?
—Ha atravesado todos los temas, desde la cobertura periodística de los medios del Grupo, pasando por cuestiones empresariales como la compra de Cablevisión o la pretendida “desaparición” de Fibertel. También le dio aire a versiones disparatadas lanzadas por el Gobierno, como el tema del lavado de dinero, el mito de los 800 medios, Papel Prensa o la supuesta sociedad con Boldt, cuando en realidad es competidora directa de una imprenta del Grupo en Santa Fe. Para ninguno llamó o consultó jamás. En los primeros tiempos de sus ataques, voceros del Grupo Clarín solían comunicarse con el informativo de Radio Continental para aclarar sus inexactitudes y mentiras más flagrantes. Cuando vieron que sus inquietudes no eran atendidas ni canalizadas, dejaron de llamar.