“Yo llevo en mis oídos la más maravillosa música que, para mí, es la palabra del pueblo argentino”. Fueron las últimas palabras del general Juan Domingo Perón, hace 40 años desde el balcón de la Casa Rosada; un discurso que sería la despedida del político que, para bien o para mal, cambió la historia argentina reciente y sigue influyendo en nuestros días.
Este discurso es también interpretado como su testamento: allí Perón habría indicado que su único heredero era el pueblo. En realidad, no dijo eso aunque en todo momento, y como acostumbraba, elogió al pueblo, “que toma en sus manos la responsabilidad de defender la patria”.
Las crónicas de la época indican que era una tarde muy fría y que la concentración fue casi espontánea; la gente comenzó a juntarse en la Plaza de Mayo luego de un mensaje de Perón por radio y TV, al mediodía, cuando dijo que renunciaría a su cargo si comprobaba que su gestión era inútil.
Es que su plan económico, basado en un acuerdo entre empresarios y sindicalistas bendecido por el Estado, daba muestras de un cierto agotamiento, que se reflejaba en desabastecimiento y mercado negro. Al hablar por cadena nacional, Perón criticó con dureza a los especuladores, a “los enemigos de la liberación nacional” y a “algunos diarios oligarcas”.
Además, estaba la disputa entre las alas derecha e izquierda del peronismo, a las que aludió al hablar por última vez en público: “Yo sé que hay muchos que quieren desviarnos en una u otra dirección; pero nosotros conocemos perfectamente bien nuestros objetivos y marcharemos directamente a ellos, sin dejarnos influir por los que tiran desde la derecha ni por los que tiran desde la izquierda”.
Perón moriría 19 días después; su vacío daría lugar a la presidencia de su viuda, María Isabel Martínez de Perón, quien había sido elegida vicepresidenta e inclinaría el gobierno hacia la derecha del peronismo. La disputa dentro y fuera del oficialismo se haría mucho más virulenta, con miles de muertos y heridos.
(*) Editor ejecutivo de Fortuna. Su último libro es ¡Viva la muerte!