El 5 de febrero el ministro de Economía, Martín Guzmán, coincidirá con Kristalina Georgieva en un foro de economistas organizado por el Vaticano y Scholas Ocurrentes. Pero también contará con la participación de economistas como Joseph Stiglitz y Rob Johnson, el director del Instituto para el Nuevo Pensamiento Económico (INET, según sus siglas en inglés).
Johnson fue alumno de Stiglitz en 1981 y trabajó con él en un gran número de proyectos, según relata en diálogo con PERFIL. También fue el INET el que financió el posdoctorado de Guzmán en Estados Unidos.
El economista nacido en Detroit trabaja en acercar la economía a los más jóvenes y asegurar que incluso quienes no lleguen a la universidad tengan herramientas y acceso a las instituciones económicas. También promueven una revisión del sistema financiero global.
—En el foro que se prepara en el Vaticano participará el FMI. ¿Cuánto del planteo de reformular el sistema financiero corresponde a las políticas del Fondo?
—Es un problema sistémico y el Fondo es parte del sistema, pero no es el único problema. Entiendo que desde la Argentina puede paracer la raíz de todo pero hay muchas instituciones: el sistema bancario, por ejemplo.
—¿Coincide con Stiglitz en la idea de una economía ética?
—El mercado no es sagrado, es solo una herramienta para llegar a una meta. Joe Stiglitz está en lo cierto cuando plantea la necesidad de una economía ética. Muchas personas y corporaciones ricas generan mucho dolor. No es social ni ambientalmente sustentable. Hay que bajar el poder de las corporaciones y personas multimillonarias.
—¿Qué lecciones se aprendieron para las reestructuraciones de deuda soberana en las que trabajó con Guzmán?
—En muchos países hay una situación de deuda que crece. Frente a la deuda soberana, llega un punto en el que el Gobierno no puede subir más los impuestos. Pagar la deuda con impuestos destruye la economía. Es mejor reestructurar ahora que tratar de subir impuestos para pagar.
—¿Sigue en contacto con el ahora ministro?
—Esta semana hablamos una hora y media. Lo felicité y nos pusimos al día. Tenemos una escuela de verano en Trento, Italia, para los jóvenes. Y Martín se convirtió en un arquitecto de los planes de estudio.
—¿Por qué con el Vaticano?
—Coincidimos con lo que plantea el papa Francisco en su encíclica Laudato Sì. Se enfoca en la gente común, en los jóvenes.
—¿Es una entidad ética?
—Los casos de abusos contra chicos y monjas desintegraron a la Iglesia pero el papa Francisco se merece consideración porque llegó para hacer cambios. Y es un camino largo y difícil.